Por Guillermo Romero Salamanca
Faltaban unas horas para el clásico contra Millonarios y Pablo Eduardo García Peña, jefe de prensa de Santa Fe, coordinaba la celebración de una Santa Misa en la sede de la institución.
El sacerdote le preguntaba el motivo. “Padre, le dijo, pasamos por un mal momento y buscamos en la oración una ayuda para despejar las ideas y avanzar en nuestro camino”.
–¿Una misa de petición?
–No, padre, de agradecimiento por todas las bondades que hemos recibido y que a veces se nos olvida, primero dar las gracias y luego pedir.
–Entonces nos vemos a las 12, le contestó el sacerdote.
–Faltando 15 minutos para el medio día, lo recojo padre.
Volvió al escritorio de su pequeña oficina en el segundo piso de la sede de Santa Fe, a unas calles de la Avenida Treinta y a unas más de la calle 68, muy cerca al estadio El Campín.
Trató de comentar algo, cuando recibió una llamada de Diego Rueda, el director del programa El Vbar de Caracol Radio, quien buscaba novedades para el partido que se llevaría a cabo a las 8 de la noche.
Le contestó entre notas y carcajadas, porque Pablo Eduardo García Peña nunca deja de reír. Es la forma como enfrenta la vida, con sonrisa, a pesar de múltiples adversidades.
Quiso ser ingeniero industrial en la Universidad Inca, pero cuando le faltaban dos semestres se retiró, sin embargo, un día se encontró con el rector quien le dijo que terminara y que él le ayudaba. Pero no logró su objetivo.
Un día, por cosas del destino llegó a la casa del gran Guillermo Pérez Téllez, redactor político de El Tiempo y le causó curiosidad ver tantas fotos del periodista con personajes de la vida política y empezó a preguntarle por qué estaba al lado de Virgilio Barco, después qué hacía con Belisario Betancur y de qué charlaba con Ernesto Samper y así sucesivamente.
Al cabo de un rato el veterano y experimentado gacetillero le dijo: “Mi chinito, usted se equivocó de profesión: usted debe estudiar periodismo y ahí mismo lo recomendó con Fernando Barrero Chávez para que ingresara a la Universidad Central. Allá cursó 6 semestres, pero un día debió dejar la carrera y un profesor le recomendó terminar Periodismo en el Inpahu, donde adelantó un año de estudios, se graduó y pasó a La Libertadores para completar Comunicación Social.
UN COMENTARISTA MUSICAL
En la emisora del Inpahu conoció a Leonardo Sierra quien lo recomendó con Fernando Calderón España. Él lo animó a producir un programa semanal de salsa en Radionet.
“Eso se hacía los sábados de 5 a 7 de la tarde y era tan bueno que lo repetían de 10 a 12 de la noche. ¡Qué desprogramación tenían!, jajajajajaja!.
Y nació así su cariño por los temas de Cheo Feliciano, Fruko, Papo Luca, Tommy Olivencia y Joe Arrayo. “Para mí un tema de nunca olvidar es “El ratón”, mucho temazo”, dice antes de contestar otra llamada.
Carlos Sanabria lo invitó a participar en el programa “Sexto Día de RCN” y cada vez que terminaban, Carlos Ruiz les decía “Eso no se dice, ¿por qué dijeron eso? Era una «vaciada» cada semana, pero nos ayudó mucho a perfeccionarnos. ¡Qué gran tipo!”, comenta.
En una de esas jornadas fue invitado a un Congreso de Asocebú en Montería y allá fue y se contactó con sus colegas de la cadena, pero vio el trabajo de un señor que no se despegada del presidente de la agremiación. Al final le preguntó: “¿usted qué hace?”. “Soy jefe de prensa”, le contestó. “¿Y eso qué es?”, le inquirió el periodista bogotano.
Después de escuchar las razones, se enamoró de ese proyecto: algún día sería también jefe de prensa. Fue una charla clara y concreta que en una Facultad de Periodismo se hubieran demorado dos semestres.
Su oportunidad no esperó mucho y fue llamado por Antonio Robayo Ferro para ser jefe de prensa de Panini. “Él no hablaba con nadie, ni siquiera con el conductor, pero como cosa extraña, le caí bien e hicimos un trabajo extraordinario con las láminas del Mundial de Fútbol”.
“Desde ese momento los periodistas me llamaban “Paníni” y tuve la oportunidad de conocer a los grandes redactores y comentaristas del deporte. Era un invitado para hablar de los jugadores y los clubes, eso me sirvió para especializarme en fútbol”, recuerda ahora mientras pasa dos sorbos de un gigantesco vaso de agua.
UN HOMBRE INNOVADOR
Pablo Eduardo García Peña tiene una gran virtud: es un hombre que puede pensar en 10 cosas al mismo tiempo, mira, analiza, describe, saca conclusiones y, sobre todo, resuelve.
Le apasiona la lectura —de hecho, su primer mes como jefe de prensa de Santa Fe estuvo leyendo libros y libros—le apasiona la Historia en general, todo lo relacionado con el fútbol, los comics, la música con sus compositores y cantantes –en especial la salsa–, juega muy bien ajedrez y se defiende con el billar.
Un día Henry “El bocha” Jiménez lo llamó y le dijo: “Vamos al lanzamiento de la camiseta de Santa Fe”. “¿Y yo que tengo que hacer allá?”, le contestó raudamente al comentarista, quien lo convenció de ir a esa rueda de prensa.
Allí, en cuestión de unos minutos de conversación convenció al presidente Álvaro Farfán de hacer un álbum con los ídolos de Santa Fe. Éxito total. Después lo llamaron del América de Cali y vendió todas las láminas. “Sólo me quedó un álbum que guardo con cariño”, dice.
Vinieron entonces las jefaturas de prensa de Distripress, La Copa Mustang, La Liga de Fútbol de Bogotá –donde convenció a los directivos de llevar el campeonato a la televisión—y después a Independiente Santa Fe, con la llegada a la presidencia de César Pastrana.
Lo primero que hizo fue entregarles a los periodistas las nóminas de los jugadores antes de los partidos, con las fotos, números y posiciones. Ha vivido con intensidad, en estos 10 años de estar en esa pequeña oficina –acompañada de una imagen de la Virgen de Guadalupe— tres títulos de la Liga Nacional, Tres Superligas, una Copa Sudamericana, una Copa Suruga Bank y una Copa Femenina de Fúbtol, más varios subcampeonatos y visitas a muchos estadios internacionales.
Eran los tiempos en los cuales Santa Fe tenía un renombre a nivel internacional.
En los partidos que transmitía Fox Sport siempre mencionaban y daban gracias a Pablo Eduardo García Peña por entregar una información precisa sobre nómina, jugadores, historia y estadísticas sobre los jugadores. Una vez en Brasil, entregó a los periodistas tanto la historia del equipo como la vida de los jugadores en portugués. Los comunicadores no lo podían creer y le daban las gracias.
En otra ocasión, jugaba Santa Fe con Colo-Colo en Chile y cuando se bajó del bus, una nube de periodistas se le acercaron y él les dijo: “Tranquilos, ya les ubico a un jugador o al técnico para que los atienda” y ellos le dijeron: “no, queremos entrevistarlo es a usted”.
Es el hombre de las anécdotas que no ha pensado hasta el momento en escribir sus memorias en el equipo, porque tiene otras prioridades.
“Ahora –dice sonriente—estoy enviando infografías sobre la historia de la Copa Libertadores, de Santa Fe y de los comics. Me gusta llevar este tipo de información a todos los periodistas. Son resúmenes muy completos y que les ayuda para sus transmisiones o informes”.
Además de su puesto en el onceno albirrojo, a Pablo Eduardo García Peña le fascina dictar conferencias, pero sobre todo charlas a muchachos de escuelas de la periferia. “Mi esposa es rectora de un colegio y por eso estoy ligado a la educación y si hay algo que me emociona es conversar con jóvenes, hablarles de Periodismo, fútbol, pero sobre todo de música, de boleros, salsa y música tropical”.
Desde hace 10 años realiza el programa Grandes Especiales Musicales. Todos los festivos y con una duración de 4 horas en Radio Capital.
–¿Cuál ha sido el día más emocionante en su puesto como jefe de prensa de Santa Fe?
–Cuando vinieron como 400 hinchas a pedir mi cabeza porque decían que yo era hincha de Millonarios. Llegaron con pancartas y gritaban y acá se asustaron las secretarias de la oficina. Me decían que no saliera, yo salí a la calle, les dije que con esa gritería no podía hablar que eligieran a unos 5 ó 6 para que hablaran conmigo y me entré. A los 10 minutos estaban en mi oficina los seleccionados, hablamos y al final, me dejaron la bandera que traían. Por ahí la tengo.
“Otro día comenzaron con amenazas vía internet. Se hizo la investigación y se concluyó que eran tres universitarios. Los ubicamos, los cité a la oficina y delante de un fiscal, les dije que esa no era la manera de terminar con sus carreras profesionales, les hablé como cuando un padre habla con sus hijos y se fueron tranquilos”, recuerda.
“Ahora Santa Fe está mal. Pero esa racha les pasa a todos los equipos. A veces se triunfa, a veces se pierde. Todo depende de la Junta de socios, se requieren unos 20 mil millones de pesos, contratar 4 jugadores de jerarquía, un técnico internacional y volver a empezar, pero en fútbol no está dicha la última palabra. Es posible que desde hoy se encuentre el cambio y los jugadores encuentren el equipo ideal”, resume.
Pero si alguien sabe qué sucede en el equipo es él. “Yo no puedo ir al estadio y ponerme a chatear mientras juega el equipo”, sostiene. “Esto hay que vivirlo intensamente”.
Todos los días sabe quiénes están lesionados y cuando se van a recuperar, quiénes están en su punto preciso, habla con los técnicos y comprende cada una de las alineaciones.
–¿Por qué no viene Gustavo Costas?
–Porque pide un millón de dólares al año. Santa Fe no tiene esa plata, pero es un gran técnico, a pesar de sus fallas. Con él hablábamos de los jugadores y a él siempre le sorprendió Wilder Medina, jugador que siempre he admirado.
“Gustavo decía que los jugadores cuando salen a la cancha van asustados. Todos. Incluso él mismo cuando había sido jugador, pero que el único que salía tranquilo y se le notaba en su mirada era Wilder. Le reportó a Santa Fe varios goles valiosos”, recuerda.
–¿Santa Fe, va para la B?
–Noooooooooooo. Eso ni pensarlo compañero. ¿Usted está loco? Santa Fe es un equipo muy grande. Es glorioso. De ese tema, ni hablo.
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