Por coronel ( r) Carlos Alfonso Velásquez
Si algo queda claro en las relaciones entre el gobierno Petro y el régimen que preside Maduro, es que gracias a las ambigüedades e incoherencias de las posturas que al respecto ha venido asumiendo Petro, este está a muy corta distancia de ingresar al hueco que reserva la historia a la pequeñez en las relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela en un momento por demás crítico.
Algunos dirán que lo anterior es equivocado y que, por el contrario, respecto a Maduro Petro ha actuado como corresponde a un jefe de Estado, que privilegia los más altos intereses nacionales, lo cual demostró desde cuando a dos meses de su posesión realizó una visita oficial para restablecer las relaciones diplomáticas.
Pues bien, verifiquemos si en efecto hay equivocación. Recordemos lo que durante dicha visita se acordó además del restablecimiento de relaciones. En cuanto a la apertura de la frontera el compromiso fue avanzar hacia una apertura total y segura de la frontera común, buscando dinamizar las relaciones económicas y comerciales.
En lo atinente a seguridad fronteriza acordaron fortalecer la cooperación en materia de seguridad para combatir el delito transnacional y garantizar la estabilidad en las zonas limítrofes. Por último, en aras de la integración regional Petro propuso el regreso de Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y su reincorporación al Sistema Interamericano de Derechos Humanos, a lo cual Maduro declaró “que lo consideraría”.
Luego hubo otros dos encuentros oficiales en Caracas (uno por año) en los que lo principal fue el compromiso mutuo de apoyo a los procesos de “la paz total” y de propender por la estabilidad política, social y económica en ambos países. A raíz de lo último el gobierno Petro fue visto con buenos ojos por el gobierno de EE.UU. que, con Biden, a la cabeza, buscó – con el primer gobierno de izquierda en Colombia- un mediador efectivo para alcanzar dicha estabilidad en Venezuela empezando por que se convocara a elecciones limpias y libres.
Después de más de dos años, ¿cuáles son los saldos a favor de los intereses nacionales de Colombia? El comercio sí se reactivó, pero sin mayor dinamismo pues después de estar en cero con el gobierno Duque, cualquier cifra es ganancia y sin embargo hoy está latente un conflicto por la empresa Monómeros.
Sobre la seguridad en la frontera y el combate al delito transnacional mejor ni hablar: solo quedó una foto y unas palabras en una reunión fronteriza entre los ministros de defensa de los dos países que el Eln vio con satisfacción pues en su agenda contemplaba oficializar su apoyo irrestricto a la “revolución bolivariana”, decisión está que hoy día toma más vigor por la manera gelatinosa con que el gobierno Petro ha conducido las negociaciones con dicha organización y por la próxima posesión de Trump como presidente de EE.UU.
Y ¿qué decir de las “elecciones libres y limpias” en Venezuela y la consecuente estabilidad? En cortas palabras, no hay ningún saldo a favor de Colombia distinto al famélico comercio binacional.
Lo cierto es que recientes declaraciones de Maduro muestran que pese a la descarada mentira de su elección que no pudo seguir tapando y su situación de tirano violador de los Derechos Humanos ante la gran mayoría de países occidentales y organismos internacionales, está listo para reasumir el poder el próximo 10 de enero, para lo cual le envió invitación a Petro.
Y este a su turno ha visto como se le ha cerrado el margen de maniobra para mantener su ambigüedad, declarando recientemente en Barranquilla – después de la carta enviada por la Cámara de Representantes exhortándolo a no asistir a dicha posesión ni a enviar representación en concordancia con los principios democráticos y de DD. HH que ha defendido Colombia- que «ahora me dicen que no vaya a Venezuela. Yo veré si voy o no voy» responde retadoramente como si la decisión equivaliera a asistir a una fiesta de cumpleaños y no fuera un asunto institucional de envergadura estratégica para Colombia.
En fin ¿cómo explicar la actitud de Petro respecto a Maduro? ¿Obcecada ideologización? ¿Supina incompetencia como jefe de Estado? O más bien, ¿chantaje inconfesable que no pudo evadir?
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