La salud mental en los jóvenes colombianos es un tema al que hay que prestarle atención. Según cifras de Unicef, el 44,7% de niños y adolescentes del país presentan afectaciones de salud mental, e índices como las tasas de suicidio en menores de edad es alarmante. Medicina legal concreta, que tan solo en el primer trimestre de 2024, 24 menores se quitaron la vida.

El acto de buscar ayuda psicológica, que se ha ido normalizando en las nuevas generaciones, es una conversación que se ve usualmente en adultos, pero no de manera tan tangible en los menores de edad. Quizás es porque para menores de 16 o 18 años es necesario el consentimiento de sus padres o tutores legales, y ese consentimiento puede jugar un papel clave en el acceso a la atención psicológica, según explica María Dolores Alaminos Hervás, docente de la Maestría Oficial en Psicología en la Infancia y Adolescencia de la Universidad Internacional de Valencia – VIU, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«Aunque los menores busquen ayuda profesional, siempre estará supeditada al consentimiento adulto», explica. «Por esto, las derivaciones suelen venir dadas desde el entorno familiar, los médicos de familia y el centro educativo, por este orden. En estas edades, en un importante número de casos, la derivación es externa, no decidida por el paciente, lo que puede conllevar resistencia inicialmente a la colaboración».
Cómo se trabaja psicológicamente con los adolescentes
A la hora de trabajar con adolescentes, pueden implementarse diferentes enfoques, según sea el caso. La experta de VIU destaca la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) como uno de los mejores tratamientos para abordar trastornos adolescentes como depresión, ansiedad, miedos, fobias, trastorno obsesivo-compulsivo y conductas de riesgo, entre otras. Asimismo, existen otros recursos que también son muy útiles:
Terapia sistémica o familiar: es muy útil para casos de conflictos intrafamiliares, problemas de conducta, cambios vitales (divorcios, resistencia al cambio de ciudad o barrio, etc). Se puede combinar con la TCC, según la casuística y particularidades en cada caso.
Técnicas de relajación y mindfulness: pueden aprenderse y practicarse desde edades tempranas, según el nivel de desarrollo cognitivo y emocional del menor, e irse adaptando a cada etapa evolutiva. Los beneficios de estas técnicas se han podido demostrar tanto en la práctica cotidiana como en los tratamientos en salud mental.
Recursos audiovisuales, lúdicos y tecnológicos: Se pueden implementar con éxito según los intereses, la cultura y la edad del paciente. Son recursos que ayudan al acercamiento y exploración terapeuta-adolescente de una manera más cercana y distendida y menos formal, desde donde el/la adolescente se siente normalmente cómodo.
«Además, las técnicas de reestructuración cognitiva, entrenamiento en habilidades sociales, educación emocional, entre otras, son muy eficaces en el trabajo con adolescentes», añade la experta en psicología.
Para que los profesionales en salud mental puedan trabajar con los más jóvenes, debe haber una aproximación diferente, especial, adaptada a las edades de los pacientes. Como anota la experta, los psicólogos deben procurar ganarse la confianza del paciente mostrando interés por este, sin imponer ni juzgar, alineando el lenguaje según la edad del menor, y conseguir un equilibrio entre la confidencialidad profesional y la información que se transmite a sus padres o tutores.
«Es siempre necesaria una negociación previa, antes del inicio de la terapia, de los límites claros de confidencialidad con el menor y la familia», señala la experta de VIU.
Acceso a la salud mental sigue siendo un reto
Aunque ha habido un aumento en la búsqueda de ayuda profesional por parte de los jóvenes, hay que destacar que existen factores obstaculizantes como la actitud de los jóvenes de autoconvencerse de que la salud mental es un problema menor. Otro factor relevante a tener en cuenta es el económico, que pone de manifiesto también la carencia en la asistencia pública para la salud mental (demoras en la atención y baja frecuencia de citas).
No obstante, la virtualidad ha permitido que las terapias psicológicas se descentralicen. Como anota María Dolores Alaminos, los tratamientos se pueden llevar a cabo sin necesidad de la presencialidad. «Desde la pandemia de covid, son muchos los jóvenes que asisten a “teleterapia”, en vez de acudir presencialmente, siempre dependiendo del motivo de consulta y tratamiento».
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