Por Eduardo Frontado
Durante 35 años, no me sentí capaz de quedarme solo ni de tener la autonomía que ahora disfruto. Con el paso del tiempo y la madurez que trae consigo, aprendí a valorar cada segundo de la vida. Cada día se convierte en una oportunidad de aprendizaje, y este proceso ha sido clave en mi transformación personal reciente.
En los últimos meses, he experimentado una evolución en mi cuerpo, el cual responde a nuevos estímulos, lo que me ha permitido un mayor nivel de independencia. Nunca pensé que sería capaz de realizar tareas que hoy parecen tan simples, como abrir la puerta de mi casa o recoger un pedido de comida. Estas acciones, que pueden parecer triviales para algunos, me llenan de satisfacción, pues representan un avance monumental en mi vida.
El orgullo de poder realizar estas tareas por mis propios medios es inmenso. Aunque siempre tuve la conciencia mental para lograrlas, es ahora cuando siento la fuerza física necesaria para ejecutarlas. Esta combinación de mente y cuerpo trabajando en armonía es la clave de mi transformación.
Tanto mi entrenador en Colombia como mi terapeuta en Caracas, han sido una parte fundamental en este proceso. A través de sus enseñanzas, he aprendido a realizar actividades cotidianas, como subirme a la cama solo o saber cómo actuar en caso de una caída. Estos logros, que antes parecían imposibles, ahora forman parte de mi rutina, y me siento increíblemente agradecido.
La toma de conciencia, sumada a un tratamiento médico eficiente, ha eliminado de mi vida muchas sensaciones de pánico, transformándolas en gratitud hacia mí mismo y mi entorno. Antes, una caída era una misión imposible en mi mente, y el miedo paralizante hacía que mi cuerpo no pudiera responder. Hoy, puedo enfrentar estas situaciones con mayor confianza y control.
En los últimos tres años, he experimentado una transformación completa. Ahora puedo realizar tareas que antes parecían inalcanzables, como moverme solo a la cama o lidiar con una caída sin ayuda. Aunque en ocasiones puede parecer difícil, la satisfacción de haberlo logrado es indescriptible.
Siempre he creído en la importancia de la voluntad y la actitud, pero también en la capacidad del cuerpo para sorprendernos. Cuando mente y cuerpo están en armonía, somos capaces de alcanzar nuestras metas de manera satisfactoria, aunque este equilibrio muchas veces requiere sacrificio y una profunda toma de conciencia de uno mismo.
Hoy, le temo menos al futuro. Mi madurez física y mental me ha dado la confianza para enfrentar las actividades diarias y comprender el verdadero sentido de la vida. Me siento afortunado por contar con el apoyo de mi equipo de rescate, pero también orgulloso de saber que mi vida depende de mí mismo y de mi esfuerzo por ser cada día mejor.
El ser humano es del tamaño de sus sueños, pero también se sorprende a sí mismo en su viaje por la vida. Descubrir nuestras capacidades, virtudes y logros diarios puede ser una lucha interna, pero también una fuente inagotable de satisfacción. La clave para vivir en plenitud es la gratitud por lo que tenemos y la capacidad de no rendirnos ante las pruebas que la vida nos presenta. Aunque el camino puede estar lleno de obstáculos, siempre llegaremos a un puerto seguro.
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