La compra de vivienda en Colombia por parte de connacionales en el exterior viene creciendo de forma sostenida, impulsada por un interés creciente de los migrantes en construir o mantener patrimonio en su país de origen. De hecho, según información de Viventa, el 34 % de quienes envían remesas lo hace con este propósito, principalmente a través de la compra o mejora de vivienda.

Además, una de cada cinco personas que envía remesas lo hace específicamente con el objetivo de adquirir vivienda propia en Colombia, ya sea directamente o a través del apoyo a familiares. Esta tendencia está siendo impulsada, en su mayoría, por mujeres (54 % frente a 46 % de hombres), principalmente residentes en Estados Unidos (51,1 %), España (16 %), Chile (3,9 %), Reino Unido (3,9 %) y Canadá (2,3 %).
En Colombia, las ciudades más demandadas por este perfil de comprador son Cali (que se mantiene como la más elegida históricamente), Bogotá, Santa Marta y Armenia.
En cuanto al perfil, se trata principalmente de personas entre 26 y 46 años, con empleo formal (95 %) y que suelen tomar la decisión de comprar vivienda dentro de los primeros cinco años después de migrar. La mayoría trabaja en sectores como servicios personales y del hogar (13,4 %), cargos de dirección y gerencia (12,4 %), salud y bienestar (11,7 %), soporte administrativo e ingeniería (10,2 % cada uno). Este comportamiento refleja un perfil que ha logrado estabilidad en el país de acogida y que busca trasladar parte de ese progreso a Colombia.

“Estamos hablando de personas que han logrado cierta estabilidad en el país donde residen y que, toman decisiones importantes sobre su futuro financiero y familiar. Muchas de ellas siguen viendo en Colombia un lugar para construir patrimonio y mantener vínculos afectivos”, manifestó Andy Altena, cofundador y CEO de Viventa.
Las motivaciones detrás de la compra son diversas, el 62 % lo hace como inversión, mientras que el 26 % destina la vivienda al uso personal, el 8 % al apoyo de un familiar y el 4 % a la creación de un negocio. En cuanto al tipo de inmueble, el 78 % de las adquisiciones corresponde a vivienda nueva, mientras que el 22 % restante se orienta a vivienda usada.
A pesar del crecimiento de este mercado, comprar vivienda desde el exterior sigue implicando desafíos, las personas interesadas no siempre encuentran una oferta clara y accesible, y las herramientas digitales para visualizar, comparar y reservar proyectos varían considerablemente entre constructoras. Además, persisten vacíos en los procesos que deberían facilitar una experiencia de compra remota, desde trámites poco estandarizados hasta la ausencia de acompañamiento personalizado que genere confianza a lo largo del proceso.
“Sabemos que dar el paso de invertir en vivienda desde otro país puede generar dudas. Para construir confianza, el sector debe avanzar hacia la estandarización de trámites digitales, fortalecer las alianzas con entidades financieras y asegurar acompañamiento real durante todo el proceso. Si logramos facilitar ese camino, más colombianos en el exterior podrán tomar decisiones informadas, seguras y conectadas con su deseo de seguir construyendo desde su país de origen”, dijo Altena.
Superar estas barreras no solo requiere ajustes técnicos, como la estandarización de trámites digitales o el fortalecimiento de alianzas financieras, sino también una comprensión más profunda del perfil y las motivaciones de este comprador. Quienes adquieren vivienda desde el exterior buscan una forma de proyectar estabilidad, mantener la conexión con sus raíces y asegurar el bienestar de sus familias.
En ese camino, las remesas han dejado de ser vistas únicamente como un canal de consumo inmediato para convertirse en una herramienta de inversión. Esa transición hacia decisiones financieras más estructuradas abre oportunidades valiosas que deben ir acompañadas de información clara, asesoría confiable y herramientas digitales.
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