Por Guillermo Romero Salamanca www.sentirvallenato.com
En Bogotá era un espectáculo ver al maestro Rafael Escalona. Vestía de manera impecable. Zapatos perfectamente lustrados, pantalones planchados, gabardina, guantes, bufanda y su infaltable sombrero.
El maestro y compositor de canciones como El Testamento, La Casa en el Aire, Almirante Padilla, El Pobre Migue y 110 obras más, usaba, además, los más exquisitos perfumes importados.
Sus sombreros eran de vistosos colores, hechos a su medida por la famosa fábrica Barbisio. Él acudía a la propia fábrica, localizada en el barrio Ricaurte en Bogotá, donde le mostraban los más recientes pedidos de terciopelos, plumas y colores.
No era extraño verlo con sombreros verdes, amarillos, naranja o hasta habanos, pero eso sí, era muy raro que usara uno de color negro.
En las Ferias del Hogar era costumbre ver como publicidad, “el sombrero de Rafael Escalona”. Era una marca, un sello. Además, eran los más costosos.
El periodista Manuel Novoa lo acompañó en varias oportunidades a seleccionar los famosos sombreros. “El coleccionaba armas, sombreros y mujeres”, comenta ahora el comunicador mientras suelta una impresionante risotada.
“En más de una ocasión le escuché decir que era el más europeo de los costeños”.
Situación que le llenaba de orgullo.
El maestro Óscar Javier Ferreira, quien lo acompañara varios años en sus recorridos por Bogotá y en especial en las reuniones de Sayco, siempre recuerda la ceremonia cuando aparecía el maestro Escalona.
“Le gustaba que todos le preguntaran por su nuevo sombrero, le hicieran algún comentario sobre el color o el tamaño. Segundo, se quitaba la gabardina despacio, que no sufriera arrugas y la colgaba en un perchero dispuesto para él. Después, si llevaba guantes los ponía en un sitio especial. Era un hombre feliz con la moda y sobre todo con su estilo”, contó el maestro y pintor Óscar Javier Ferreira.
El maestro Escalona hizo parte de la celebración en Estocolmo cuando le entregaron el Premio Nóbel de la Literatura a Gabriel García Márquez, fue cónsul de Colombia en Panamá y, además, presidente de la Sociedad de Autores y Compositores Sayco.
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