Esta singularidad es una exigencia de la aerodinámica, la rama de la ciencia que estudia el movimiento del aire cuando es afectado por un objeto sólido

Según las cifras oficiales, en el torneo Roland Garros se utilizan unas 5.000 pelotas de tenis cada día de competición. El nombre de este popular deporte hace referencia a tenez, una palabra francesa que significaba ‘recibir’. Y es que en sus comienzos el jugador que ejecutaba un saque gritaba a su rival ‘Tenez’ –toma-, para avisarle que le enviaba la pelota.

El primer partido de tenis del que se tienen noticia fue un encuentro entre dobles, más concretamente, entre cuatro demonios. Ha pasado a la posteridad gracias al monje Caesarius de Heisterbach que lo recogió en ‘Dialogus Miraculorum’, una obra escrita hacia 1219.

El relato es verdaderamente conmovedor, allí se nos cuenta que un seminarista –Pierre- era conocido por su estupidez y falta de memoria. Cansado de ser el hazmerreír de sus compañeros decidió vender su alma al diablo a cambio de una piedra que contenía toda la sabiduría. De esta forma, de la noche a la mañana, se transformó en un estudiante ejemplar, lo cual posibilitó que con el transcurrir del tiempo fuese el abad del monasterio cisterciense de Morimond, en el Alto Marne.

Una vez que el clérigo cayó enfermo y falleció cuatro demonios extrajeron el alma de su cuerpo y se fueron a un valle en el que emanaban vapores sulfurosos, allí se colocaron dos en cada extremo y, con las uñas de sus dedos, se entretuvieron pasando y rasgando a cada golpe el alma de Pierre.

Con pelos humanos

Leyendas aparte, parece ser que los orígenes del tenis se encuentran en Francia, allá por el siglo XIV. En aquel momento el juego consistía en golpear con la mano una bolsita rellena de pelo –la pelota-.

Para darle una mayor velocidad al juego, tiempo después se creó una pelota más resistente y rellena de una combinación de masilla y pelo. Durante los siglos las pelotas estuvieron fabricadas de cualquier material que pudiera introducirse en su cubierta, incluido los intestinos de animales.

Hace algunos años, durante la restauración de uno de los tejados de la abadía de Westminster, se encontraron pelotas de tenis del siglo XV elaboradas con pelo humano. Un hecho que no debe sorprendernos, ya que está documentado que antes de que Ana Bolena fuese ejecutada se mandó cortar su cabellera para que el tajo del verdugo fuese más efectivo, y con su pelo se rellenaron cuatro pelotas de tenis. Por cierto, Enrique VIII no asistió a la ejecución, prefirió jugar un partido de tenis antes que ver cómo su esposa perdía la cabeza.

¿Amarillas o verdes?

Otro detalle importante es el color de las pelotas: verdes. Bueno realmente, si utilizamos el código de Colorhexa, su coloración es #ccff00, la cual pertenece a la categoría de ‘amarillo fluorescente’ o ‘cal eléctrica’, una tonalidad que algunos la perciben como verde y otros como amarilla.

Dejando aparte este matiz, a lo largo de la historia del tenis ha habido pelotas blancas, negras y naranjas. El color actual se introdujo en 1972 como una imposición de la International Tennis Federation, con ella se pretendía que los televidentes pudiesen ver correctamente la pelota, ya que en aquel momento los televisores transmitían tan solo imágenes en blanco y negro.

Con el ‘pelo’ se consigue optimizar el efecto

Cuando una pelota de tenis es golpeada por una raqueta se le confiere una cierta velocidad y rotación. Una vez que ha comenzado el ‘vuelo’ su trayectoria dependerá de un polinomio en el que forman parte la fuerza del golpe, la dirección de la velocidad inicial, la velocidad de rotación, la dirección del eje de rotación, la viscosidad del medio, la fuerza gravitatoria y la rugosidad de la pelota.

Las actuales pelotas de tenis se fabrican con ‘pelo’ para que el tenista consiga dominar mejor el efecto y dirección de los golpes, puesto que las pelotas ‘peludas’ generan una mayor resistencia al aire, optimizando el resultado que se pretende conseguir.

Además, las pelotas de tenis tienen que estar fabricadas en un único material, a fin de que las costuras no provoquen un mal bote o un efecto irregular. Así mismo, el peso –entre 56,7 y 58,5 gramos- y el radio son claves para que el rebote nunca sea inferior a los 135 cm, pero tampoco superior a los 147 cm.

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