Por Guillermo Romero Salamanca
Estaba allí, esa noche del 4 de enero de este 2022, en una gigantesca tarima en la Plaza de Bolívar, tocando su guitarra, acompañando a Santiago Cruz, escuchaba la gritería del ferviente público, levantó la mirada y de pronto sus ojos azules y de brillantes lapislázulis quedaron extasiados mirando la Catedral de Manizales.
Fue un momento emocionante para Sabi Satizábal, la guitarrista, cantante y compositora colombiana de mayor proyección internacional en el momento.
Fueron unos escasos segundos en los cuales agradeció al Creador por estar viva, en medio de una pandemia que se ha llevado a 130 mil compatriotas, por su alegría de tocar magistralmente su guitarra y cantar como los querubines celestiales.
Isabella Satizábal atrae las miradas y los oídos de los espectadores. Ella asegura que fue su papá, don Diego José Satizábal, quien la llevó a descubrir su talento.
“El era un gran melómano. Tenía conocimientos de música y vio mi facilidad para tocar, cantar y actuar. Un día nos regaló a mi hermana y a mí una organeta y ese fue mi punto de partida. Yo le encontraba las notas de las canciones, cantaba y me imaginaba en escenarios. Mi hermana no era tan rápida en el tema, por eso él dijo: «esta muchacha tiene futuro en este tema”.
En sus primeros años escolares tocó también clarinete, estuvo en los coros del Colegio Alemán en Santiago de Cali.
Participó en una orquesta de salsa, una banda de rock y un dueto de música colombiana. “Me hubiera gustado cantar en el escenario del Mono Núñez en Ginebra, Valle, pero sólo participamos en el Mateo Ibarra”, recuerda ahora.
–¿Qué quieres estudiar?, le preguntaron en la casa cuando terminó la secundaria.
–Ya lo tengo, respondió rápidamente: Canto, jazz y músicas populares en la Universidad Javeriana de Bogotá.
–¿Y en Cali no puede estudiar?
–Acá, hay canto lírico en la Universidad del Valle, que es bueno, pero quiero probar otras metas, les respondió.
Hasta ese momento la conocían como Isa, Isabella, pero un día un amigo la llamó como “Sabi”.
–¿Sabi?, ¿Por qué no?, se dijo y a partir de ese momento lo adoptó como su nombre artístico. “Yo quería separar mi carrera artística con mi tema familiar, pero resultó imposible”, cuenta.
DE CANTANTE A GUITARRISTA
Cuando estaba en la Javeriana optó un semestre por aprender a tocar bien la guitarra como un complemento de su carrera. Su profesor fue Richard Narváez.
Luego de recibir el título, determinó viajar por Asia Menor. Estaba en Turquía cuando la llamó Richard para ofrecerle un trabajo en la banda de Santiago Cruz.
–¿Para cantar?, le preguntó.
–Si, pero también para tocar guitarra.
–¿Tocar guitarra?, le inquirió intrigada.
–Sí señora. ¿Cuándo viene? Tenemos dos conciertos en Manizales y Santiago de Cali.
Regresó a Colombia. “Eso fue en 2018, tuvimos un ensayo nada más y luego los conciertos previstos. Cuando terminamos de tocar, Santiago me dijo: “Nos vamos para Argentina”. Y yo deduje, entonces, que estaba contratada”.
–¿Fue difícil subir al escenario?
–Claro. Hasta ese momento sólo tocaba 15 segundos en los videos que permitía Instagram. Pero luego descubrí que la tarima era mi punto de trabajo.
–¿De qué hablan sus canciones?
–Antes de la pandemia, hablaban de historias prestadas de amigos o cosas que pasaban a mi alrededor. Cuando falleció mi padre, la música y las letras me sirvieron para asimilar su despedida y para sanar mi mente. Pero descubrí que era necesario componer temas alegres. Las canciones de despecho son fáciles de escribir. Me gusta la libertad, sueño con aportar algo positivo con la música.
–¿Qué pensará cuando llegue a los noventa años?
–Uff, que fue una delicia vivir y que hice un montón de cosas por la humanidad.
–¿Hacia dónde va la música?
–La música tiene muchos ciclos. Por ahora la industria nos puede llevar hacia el reguetón, pero considero que volverá con fuerza el romanticismo, porque es más emocional. Serán de nuevo las baladas y las canciones del amor las que marquen una pauta.
–Cuál es su canción de plancha?
–Me encantan los temas de Selena, pero Maldita Primavera de Yuri, me recuerda a mi papá.
—¿Qué representa la tarima para usted?
–El escenario es maestro, es un refugio, es una fortuna, es la felicidad absoluta. Cada vez que subo a una tarima, vibro. Es el regalo más grande del mundo, al encontrar a tantas personas que van a escuchar canciones después de haber trabajado durante el día.
–¿Cómo le gustaría guardar los aplausos?
–No es necesario guardarlos. Cada escenario es diferente y cada aplauso es distinto. Pero claro, yo los guardo siempre en el corazón.
–¿Su canción sobre la pandemia es un llamado a la vida?
–So Good nació a raíz de la pandemia. Cuando todo se apagó, se cayeron las giras, los conciertos, las salidas con amigos y hubo tanto silencio, empecé a escuchar por primera vez todos mis pensamientos, y me di cuenta que estaban llenos de miedos, inseguridades, auto sabotaje, necesidad de encajar y me fui a pique.
Después de un tiempo de caer en esta guerra interna tan fuerte, salí con una fuerza y necesidad insaciable de vivir y vivir para mí, no más para los demás. De liberarme de todos estos pensamientos y permitirme equivocarme, saltar al vacío y hacer todo lo que mi alma me pidiera hasta llegar a vieja y sentirme orgullosa y feliz de la vida que viví.
–¿Cómo promociona sus canciones?
–Es una aventura, porque hoy en día hay demasiadas cosas para trabajar: estrategias digitales, video, entrevistas, plataformas musicales. Son muchas las cosas que alejan al artista y a la esencia de la canción. Ahora, a través de las redes sociales, hay tanta información, pero todo se ha vuelto muy cerrado. Sin embargo, uno consigue seguidores en Israel, Japón y otros lugares en los cuales nunca he visitado.
–Además de la guitarra, ¿qué otros instrumentos ejecuta?
–Toco piano, lo del clarinete ya no tanto…Eso fue cuando era pequeña, jajajajajaja
–¿Le gustaría cantar un tema como Morat?
–Clarooooo, me encantaría. Los admiro. Tenemos amigos en común. Ojalá algún día nos podamos ver.
UN NUEVO VIDEO
Sati Satizábal presentó “So Good”. “Es una canción es felicidad y libertad pura para mí y el propósito y reto más grande que tuvimos a la hora de hacer el video es que lograra transmitirle esa misma felicidad y libertad a quienes lo vieran”, explicó.
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