Colombia enfrenta un brote silencioso pero peligroso de tosferina, una enfermedad respiratoria altamente contagiosa que, aunque en adultos suele confundirse con una gripa persistente, en bebés menores de un año puede ser mortal.

En lo corrido de 2025, se han registrado 1.295 casos acumulados de tosferina en el país, de los cuales 242 han sido confirmados. Las zonas más afectadas son Bogotá, Cundinamarca, Antioquia y Valle del Cauca, con un impacto alarmante en niños menores de cinco años. La doctora Carolina Villalba, directora de Salud Pública de Clínica Colsanitas, advierte que la tosferina avanza de forma silenciosa y su diagnóstico temprano sigue siendo una de las grandes dificultades, ya que menos del 30 % de los casos en niños son detectados a tiempo.

“La tosferina no debe subestimarse. Si no la sospechamos, no la detectamos. Es urgente que los profesionales de la salud estemos preparados para reconocer sus signos, actuar con rapidez y educar a las familias. La vacunación sigue siendo nuestra herramienta más poderosa para proteger a los más vulnerables”, afirma la especialista.

La enfermedad inicia como un cuadro gripal leve, pero en lactantes puede derivar en una tos persistente que provoca ahogos, vómito, coloración morada por falta de oxígeno y, en los casos más graves, la muerte. En adultos, aunque los síntomas son menos severos, actúan como transmisores a bebés no vacunados.

Una de las mayores preocupaciones es la disminución en las tasas de vacunación. La cobertura de la vacuna DTP o triple bacteriana en 2023 fue del 84 % a nivel global y del 88 % en las Américas, aún lejos del 95 % recomendado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para evitar brotes. Esta baja cobertura deja en riesgo a lactantes, mujeres embarazadas, personas inmunocomprometidas y adultos mayores. Frente a este escenario, ciudades como Bogotá han implementado esquemas de vacunación acelerados, aplicando dosis desde la sexta semana de vida del bebé (6, 12 y 18 semanas), antes del esquema nacional regular (2, 4 y 6 meses). Asimismo, se refuerzan las dosis a los 18 meses y 5 años.

La protección comienza incluso antes del nacimiento. Las autoridades sanitarias recuerdan que todas las mujeres gestantes, a partir de la semana 20 de embarazo, deben vacunarse con Tdap acelular. Esta inmunización no solo protege a la madre, sino que transfiere defensas al bebé durante las primeras semanas de vida.

El riesgo también se extiende a familiares, cuidadores y personal educativo que convivan o estén en contacto frecuente con recién nacidos. Se recomienda a los adultos estar al día con sus vacunas, evitar visitar bebés si presentan síntomas de tos y consultar al médico si la tos persiste más de dos semanas.

“El escepticismo frente a las vacunas tras la pandemia ha generado una falsa sensación de seguridad. Pero la tosferina sigue aquí y afecta a quienes menos pueden defenderse. Es momento de actuar con responsabilidad y conciencia”, enfatiza la doctora Villalba.

Además del impacto en la salud pública, la tosferina también representa una carga económica significativa para las familias y el sistema de salud. Las hospitalizaciones por complicaciones graves pueden superar los 8.000 dólares por caso, sin contar las secuelas en los menores afectados.

Villalba comenta algunas de las principales recomendaciones clave para llevar el control de esta enfermedad:

●        Completar los esquemas de vacunación de niños y niñas según el esquema PAI o considerar la vacunación anticipada en menores de seis meses.

●        Asegurar la vacunación de mujeres embarazadas desde la semana 20.

●        Consultar de inmediato si un bebé menor de seis meses presenta tos persistente, se ahoga, vomita al toser o presenta coloración morada.

●        Evitar el contacto con bebés si se tienen síntomas respiratorios como tos.

●        Personal de jardines infantiles, colegios y cuidadores deben estar vacunados y utilizar tapabocas en caso de síntomas.

La tosferina no es una enfermedad del pasado. Su control depende de la vigilancia activa, la detección oportuna y, sobre todo, de la vacunación. La prevención es la única barrera efectiva para proteger a quienes aún no pueden defenderse.

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