
Por Hernán Alejandro Olano García
El municipio de Tame, ubicado en el piedemonte araucano, ha sido históricamente un escenario silenciado en los relatos nacionales. Sin embargo, la Ley 2464 del 25 de junio de 2025 ha corregido ese olvido: la Nación ha reconocido oficialmente a Tame como Patrimonio Histórico y Cultural, exaltando su condición de “Cuna de la Libertad” de Colombia.
Esta declaratoria no es solo un acto simbólico. Es un acto de justicia histórica con un territorio que fue decisivo para el triunfo de la gesta libertadora del siglo XIX. Fue en Tame donde se encontraron los ejércitos del Libertador Simón Bolívar y del general Francisco de Paula Santander, uniendo fuerzas antes de la campaña que culminaría en la Batalla de Boyacá y la independencia definitiva de la Nueva Granada. En ese lugar, Bolívar le dio el título de “Organizador de la victoria” a Santander y, por esa razón, el Ejército Nacional posee la medalla al mérito logístico “Francisco de Paula Santander”.
Tame no solo fue testigo de esa convergencia heroica. Fue cuna de protagonistas fundamentales como el coronel y párroco Fray José Ignacio Mariño y Soler, estratega y organizador del Ejército Libertador, que combinó la fe con la espada en defensa de la emancipación. También fue tierra natal del lancero Inocencio Chincá, cuya valentía fue decisiva en la Batalla del Pantano de Vargas, y de la heroína Juana Béjar, sargento del ejército patriota, que encarnó el arrojo de la mujer llanera, dejando en alto el nombre de las Juanas en la historia de Colombia.
La nueva ley contempla medidas concretas para preservar este legado. Entre ellas, la restauración de la Hacienda Caribabare, epicentro de la logística independentista, y la creación de monumentos, obeliscos, y un corredor patrimonial que reconecte a Tame con su memoria histórica y que, además, reconoce a Ramón Nonato Pérez “El Tigre”, como prócer triniteño de la Independencia. Así mismo, el tradicional Encuentro de Bandas Rítmicas del 12 de junio se institucionaliza como la “Marcha de la Libertad”, para conmemorar el histórico encuentro de Bolívar y Santander.
El impulso cultural que plantea la ley es ambicioso: bibliotecas, museos, pasajes conmemorativos, homenajes multimedia y producción de cortometrajes buscan proyectar la riqueza histórica de Tame al escenario nacional. Se financiarán investigaciones historiográficas rigurosas y se promoverá la memoria desde las aulas, las pantallas y los espacios públicos.
Este reconocimiento tiene una dimensión pedagógica profunda. No se trata únicamente de exaltar héroes del pasado, sino de reavivar un sentido de pertenencia, civismo y orgullo regional. Tame, olvidado por muchos, se convierte hoy en un símbolo de la Colombia que construyó su libertad desde la periferia, con hombres y mujeres anónimos que asumieron la causa de la independencia como un deber moral y patriótico.
Con esta ley, el país empieza a saldar una deuda con la historia profunda de sus regiones. Tame no es solo un nombre en el mapa: es una página viva de nuestra libertad. Que este reconocimiento inspire a nuevas generaciones a conocer, cuidar y defender su herencia cultural.
Porque en Tame nació la libertad. Y Colombia, al fin, lo reconoce.
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