Tras el embarazo, muchas mujeres notan una barriga persistente, dolor de espalda o escapes de orina. Aunque se tiende a normalizar, estos síntomas podrían deberse a una condición común pero poco conocida: la diástasis abdominal, una separación de los músculos rectos del abdomen que ocurre en el 98 % de las mujeres al finalizar el embarazo.
En la mayoría de los casos, esta separación tiende a cerrarse naturalmente durante los primeros meses, pero en cerca del 30 % de las mujeres puede permanecer y generar molestias que afectan la calidad de vida. Sin embargo, muchos pacientes desconocen que la diástasis existe y que tiene tratamiento médico y fisioterapéutico.

“Estos músculos —los de la famosa ‘chocolatina’— tienen una separación normal de hasta dos centímetros. Pero durante el embarazo o por un aumento importante de peso, esa distancia puede extenderse hasta los 8 o 10 centímetros. Lo ideal es que, tras el parto o con el entrenamiento físico adecuado, vuelvan a su lugar. Sin embargo, no siempre ocurre”, explica Catherine Barón, cirujana plástica adscrita a Colsanitas.
Esta condición además de tener implicaciones estéticas, como un abdomen abultado que no mejora con ejercicio, también puede provocar dolor lumbar, escapes de orina, disfunción sexual y alteraciones intestinales, especialmente cuando los músculos abdominales pierden fuerza y no sostienen adecuadamente los órganos internos.
La actividad física sin acompañamiento profesional puede empeorar el problema. Durante la pandemia, aumentaron los casos de diástasis debido al auge de rutinas virtuales sin diagnóstico previo. Ejercicios como abdominales tradicionales, planchas o jumping jacks están contraindicados si no se ha evaluado el estado de la musculatura abdominal y del piso pélvico.
El tratamiento varía según las necesidades de cada paciente. En muchas situaciones, una rutina guiada de ejercicios hipopresivos puede ser suficiente para fortalecer la zona. Cuando la diástasis es severa o los síntomas persisten, puede considerarse una cirugía funcional o estética, siempre acompañada de rehabilitación.
El primer paso es el diagnóstico médico, si hay sospecha, se recomienda acudir a un especialista para realizar una valoración física o por imágenes. No es necesario resignarse a vivir con estos síntomas: hay soluciones clínicas que permiten recuperar el bienestar físico y funcional después del embarazo.
Reconocer la diástasis abdominal como una condición médica y no como una consecuencia inevitable de la maternidad es clave para mejorar la calidad de vida de miles de mujeres. Con información clara, diagnóstico oportuno y el acompañamiento adecuado, es posible tratar esta afección de forma efectiva y segura. Hablar del tema es también una forma de cuidar la salud física y emocional de quienes han pasado por el embarazo y merecen una recuperación plena.
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