Por Eduardo Frontado Sánchez
Hablar de mi mamá es hablar de amor, de constancia y disciplina. A medida que maduro y pasa el tiempo, he logrado entender cuál es su visión de futuro y lo que espera y quiere para mí. Mi madre, Teresa Sánchez González, ha sabido sacar de mí lo mejor como ser humano y ha entendido cuál es mi misión a lo largo de la vida y qué vislumbra ella para el futuro.
Hoy, en el Día de la Madre, quiero expresar mi profundo agradecimiento a mi mamá. Gracias por darme la oportunidad de transitar a tu lado, gracias por enseñarme y guiarme, pero, sobre todo, gracias por el entrenamiento y todas las cosas buenas que he recibido de ti. Ese entrenamiento se ha transformado en tu mayor legado en mi vida, como un ser humano preparado para enfrentar la vida sin importar los diagnósticos médicos y las opiniones del resto del mundo.
A pesar de que muchas veces hemos escuchado lo que piensa el resto del mundo de nosotros, en lugar de hacernos débiles, nos fortalece y nos hace caminar con paso firme hacia nuestro objetivo. Mi mamá me ha enseñado a ser fuerte, a ser resiliente, a ser un hombre que afronta los retos con contundencia, criterio y cabeza. Gracias por todo lo que hemos logrado juntos este año, y por ser la mejor compañera.
Creo firmemente en la ley de la compensación y en que Dios sabe lo que hace. Desde el momento en que Dios decidió que yo viviera y viniera al mundo, me premió indiscutiblemente al darme la oportunidad de transitar la vida al lado de una mujer como mi mamá. Una mujer que ha hecho de mí un hombre de bien, un hombre de buenos sentimientos y que tiene como misión de vida ayudar a otros.
Cuando digo que mi mamá es un premio gordo de la lotería, me refiero a que, gracias a ella, he podido entender lo bonito de la vida sin sentirme sobreprotegido. Soy un ser que afronta los retos con seguridad, criterio y cabeza, entendiendo que en cada adversidad se encuentra una oportunidad.
Teresa Sánchez es la persona que, sin sobreprotegerme, me dio la oportunidad de disfrutar de la vida, de valorar las cosas pequeñas y de apreciar aquellas cosas que para muchos son insignificantes. Mi mamá ha dejado una huella imborrable en mi vida y en mi camino. Por todas estas cosas y más, le doy gracias a la vida que me ha dado tanto, con sus altos y bajos, pero también me ha hecho entender que la vida solo se vive una vez.
Gracias, mamá, por todo lo que has hecho por mí. Feliz Día de la Madre. Tu amor ha transformado vidas y espero seguir aprendiendo de ti a lo largo de mi vida y disfrutar todo y más el transitar a tu lado. Eres mi mayor ejemplo a seguir y te amo con todo mi corazón. Feliz Día de las Madres.
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