Por Eduardo Frontado
Desde el momento en que Dios decidió qué viniera a este mundo, me envió con una misión concreta y específica a cambio de lo que iba a tener que enfrentar.
Me premió permitiéndome caminar al lado de una mujer como Teresa Sánchez, mi mamá, mejor dicho: ¡Mi mujer maravilla! Una persona capaz de transformar un diagnóstico como la parálisis cerebral en mi mayor fortaleza.
Debo de confesar que lo que más admiro de mi madre es su tenacidad, empeño y voluntad para hacer las cosas, pero, sobre todo, el haberme enseñado a no victimizarse por el hecho de tener cualidades distintas, cómo me gusta llamarlo; sino por el contrario, siempre ver lo positivo de cada experiencia de la vida.
Este camino no ha sido una tarea fácil, por eso digo que Dios me mandó con una misión muy concreta, pero con grandes capacidades que en algunos casos creo, juegan en contra de las personas que no se encuentran preparadas para el encuentro con la diversidad, y qué son el vivo ejemplo del miedo a lo desconocido.
En muchas ocasiones, le he dicho a mi madre, cómo el aviador le dijo al Principito: “Hablas de muchas cosas que no entiendo, porque como todo en la vida, hay retos difíciles de acometer.”, pero siempre he tenido la fiel convicción de qué la vida a su lado ha sido más fácil.
Considero qué la presencia de mi madre en mi vida ha sido la clave de mi éxito, puesto que sí bien uso una silla de ruedas como medio de desplazamiento, ella mediante el entrenamiento que me ha dado, ha desarrollado mis potencialidades de tal manera qué me considero un hombre útil y preparado para enfrentar la vida, por el hecho de siempre haberme dado el beneficio de volar tan alto como yo quisiera y permitirme aprender de mis errores.
Uno de los grandes aprendizajes que he tenido hasta la fecha trabajando con ella, como experto en diversidad e inclusión, es que todo ser humano es capaz de ser entrenado.
Por eso todos y cada una de las personas que convivimos en esta sociedad tenemos un porque estar aquí y algo que aportar. Lo importante es tener ganas de lograr cosas y entender que, aunque el camino no sea fácil, vale la pena.
Hablar de mi madre de una manera corta no es fácil pero hoy por ser el día de la madre, ¡Debo dar gracias a la vida que me ha dado tanto!
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