Por Édgard Hozzman

–Joven, ¿ya hizo su informe?, me preguntaba casi todos los días el ingeniero Hernán Peláez, preocupado por las reseñas musicales que yo hacía en “La Luciérnaga”.

Un día lo encontré en el segundo piso de Caracol –donde estaban los ejecutivos—y él, con su pipa prendida comentó:

–Joven, le voy a dar una oportunidad para que haga los “Especiales de fin de siglo”, mire a ver qué se inventa, qué hace, pero hágalo bien”, dijo.

Era una orden y el programa se grabó con “mano a manos” entre Julio Iglesias y Roberto Carlos, las vidas de Sandro, Nino Bravo y otros baladistas del momento.

–¿Ya hizo las promociones?, me preguntó cuando escuchó las primeras grabaciones.

–Dígale a Gustavo Niño, a Vicente Moros o a William Bustos, pero muévase joven que eso va para el sábado, agregó agitando las manos.

El ingeniero, como jefe, tenía –y desde luego la sigue manteniendo– una virtud, difícil de alcanzar: ser un profesional en toda la palabra. Le encantaba ceñirse a un libreto, preparaba las entrevistas, averiguaba por los personajes que iba a cuestionar, leía, se gozaba la música –tiene una prodigiosa colección de boleros, salsa y música colombiana, digna de envidiar—y cuidaba celosamente cada segundo en el programa. No salía un solo chiste si no estaba en el texto leído, corregido y aprobado.

De ahí su acierto y éxito.

Nació en Cali, Valle del Cauca, el 29 de enero de 1943, donde vivió hasta sus 13 años para trasladarse a Bogotá a culminar su bachillerato en el Colegio San Bartolomé La Merced, donde se graduó como bachiller en 1961. Foto Eluniversal.com.co

Aunque ejerció por 10 años la Ingeniería Química, pudo más su devoción por el fútbol y aprovechó sus conocimientos de cada elemento para llevarlo a la práctica y tuvo la “química” para coordinar programas como “La Polémica”, espacio deportivo que reunió a los más grandes comentaristas del fútbol en Colombia.

Pudo controlar la personalidad de Jaime Ortiz Alvear quien decía, entre otras cosas: “A las señoritas les permito que me digan Jaimito, pero Édgar Perea me debe decir: señor Ortiz Alvear”.

Cuando le preguntan al doctor Peláez, ¿qué bolero le gusta más? Es muy posible que se vaya por alguno de los interpretados por la Sonora Matancera, pero diría que todos los de Agustín Lara, comentaría también que le agrada “Lamento borincano” de Daniel Santos, pero que no deja atrás a Orlando Conteras con “¿Amigo de qué?”, aunque también se remitiría a Javier Solís, Roberto Ledesma, Los Tres Reyes, Felipe Pirela, Gilberto Urquiza —¡Qué tal bodas negras!–, Armando Manzanero, Miltinho, Los hermanos Arriaga, Alci Acosta –“Odio gitano” y “El último beso”,Charlie Figueroa, Tito Rodríguez, Olimpo Cárdenas, Lucho Gatica –“Amémonos”, “¡Qué temazo!”, exclamaría–, Julio Jaramillo, Los Panchos, Rolando Laserie, Nelson Pineda, Bienvenida Granda…y seguiría por 15 minutos más reseñando temas y vocalistas.

Pero no se queda atrás con letras, compositores, intérpretes de tangos, milongas, salsa y muchas baladas.

Es de un exquisito gusto musical.

Podría apostar que no entiende al reguetón, que sólo conoce por extensión uno o dos temas de Shakira y ni uno sólo de Maluma.

Es el hombre que conoce un millón de anécdotas del mundo del fútbol. Ha tenido la oportunidad de ir a varios mundiales, de conversar con personalidades como Pelé, Diestéfano, Sivori y 50 campeones más. Son memorables sus entrevistas en “Café Caracol” con las más destacadas figuras del fútbol nacional e internacional. Recuerda sin ningún problema las nóminas, los goles y hasta del tipo de tela que utilizaban en los uniformes de hace más de 40 años.

Tiene un sitial en la radio colombiana. Comenzó en Caracol, pasó por Todelar dejando una huella imborrable como comentarista y formó parte del equipo periodístico deportivo con Pastor Londoño, Hernando Perdomo Che, Óscar Restrepo Pérez y Jaime Ortiz Alvear. Regresó a Caracol para armar “La Polémica”, escribió en varios medios, presentó secciones deportivas, dirigió luego “La Luciérnaga”, cruzó por RCN Televisión e incluso, incursionó en una cadena de internet.

Ahora último, hizo entrevistas en “La última palabra” de Fox Sports, llevando sus preguntas y apuntes para acompañar a sus personajes. Pasaron por allí directores técnicos, árbitros, periodistas y muchos jugadores.

Es un maestro del periodismo.

Le fascina dictar charlas estudiantes de Comunicación Social, le encanta hablar con aspirantes a periodistas, con la paciencia de un curtido docente tiene la respuesta a cada uno de sus interrogantes.

Cada 12 de enero recuerda y evoca la memoria de Jaime Ortiz Alvear. “El día que él partió, llegó mi primer nieto. Además, en todos los conversatorios, tengo presente su recuerdo, con anécdotas y apuntes de un genuino hombre de radio que fue. Un verdadero bacán”, dice.

Amigo de sus amigos.

Miles de notas y acontecimientos lo estremecieron como el asesinato del árbitro Álvaro Ortega que paralizó el fútbol, la catástrofe de Armero, la muerte de sus amigos, el fallecimiento de ídolos del fútbol con los cuales se había divertido viéndolos o conversando. Era fuerte para soportar esas tragedias.

Un día que lo escuchamos con la voz quebrada fue el 23 de diciembre del 2014 cuando se despidió de la dirección de La Luciérnaga.

Más que religioso es una persona muy espiritual. Durante sus quebrantos de salud, encomendó su tratamiento al santo maronita San Chárbel. “El verá que hace conmigo”, comentaba.

Hace 3 años fue homenajeado con el Premio al Mérito Momentos por su labor radial en Colombia. Ese día fue aplaudido por más de 5 minutos por los 200 asistentes a la biblioteca del Gimnasio Moderno.

Es quizá el abuelo más cariñoso del mundo con sus nietos a los que disfruta. Le encanta verlos felices.

Este 29 de enero el ingeniero, el doctor Peláez, el mago del comentario, cumple un año más de vida. Aunque recibirá miles de mensajes de toda Colombia, los abrazos de su esposa, hijos y los mensajes de sus nietos le harán soltar una lágrima, pero él, solo, en algún momento, buscará alguno de sus 10 mil boleros para degustar un momento de solaz. Fijo, uno de Lucho Gatica.

Feliz cumpleaños doctor Peláez. Gracias por su personalidad y calidez.

 

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