
La clave fue utilizar el hígado como fuente de “alimentación” para el sistema.
En 2019, un estudio publicado en Nature por científicos de la Universidad de Yale, destacaba que habían logrado revivir cerebros de cerdos horas después de que los animales habían sido sacrificados. El avance puso en tela de juicio la creencia de que la muerte cerebral es irreversible y también trajo a escena inquietudes éticas y suscitado preguntas más profundas sobre qué define realmente la muerte. Ahora un equipo de científicos chinos ha ido más allá.
Liderados por Xiaoshun He, un equipo de científicos chinos ha logrado reactivar la actividad cerebral de cerdos casi una hora después de que cesara la circulación, gracias a la sorprendente participación del hígado. Los resultados se han publicado en EMBO Molecular Medicine.
Si se puede trasladar a los humanos, este hallazgo podría tener implicaciones significativas para ampliar la ventana crítica en la que los médicos pueden resucitar a los pacientes después de un paro cardíaco. El equipo de He experimentó con los cerebros de 17 cerdos enanos tibetanos para investigar cómo el hígado podría influir en la recuperación cerebral.
Cuando el corazón se detiene, el flujo sanguíneo al cerebro se detiene, lo que lleva a la isquemia, la privación de oxígeno y nutrientes. En tan solo unos minutos, las células cerebrales comienzan a morir, lo que hace que la reanimación esté supeditada al tiempo.
El conocimiento médico actual limita la reanimación exitosa a una ventana muy breve, pero esta nueva investigación sugiere que, al integrar el hígado en el sistema de soporte vital, esa ventana podría ampliarse.
En el primer conjunto de experimentos, los científicos sometieron a los cerdos a 30 minutos de isquemia cerebral, y un grupo también experimentó isquemia hepática (la privación de oxígeno y nutrientes al hígado). El grupo que tenía la función hepática intacta se comportó mucho mejor, mostrando significativamente menos daño cerebral que aquellos sin apoyo hepático.
La clave del éxito del experimento radica en la incorporación del hígado a un sistema de soporte vital conocido como máquina de perfusión normotérmica cerebral asistida por hígado (NMP, por sus siglas en inglés). Este sistema imita las funciones corporales naturales, bombeando fluidos a través del cerebro y ayudando a la recuperación.
Cuando se incluyó un hígado de cerdo en la configuración, los investigadores observaron que la actividad eléctrica del cerebro regresó y se mantuvo hasta seis horas. Sorprendentemente, incluso cuando se privó de oxígeno durante hasta 50 minutos, la actividad cerebral se reinició y se mantuvo.
Sin la asistencia del hígado, los cerebros se deterioraron rápidamente, mostrando inflamación, daño celular y disminución de la actividad eléctrica. En contraste, los cerebros asistidos por hígado mostraron menos inflamación, neuronas más saludables y ondas cerebrales restauradas, que son marcadores críticos de la actividad cerebral funcional.
El efecto protector del hígado se basa en su capacidad para producir moléculas metabólicas cruciales y regular la inflamación: al generar cuerpos cetónicos, el hígado proporciona una fuente de energía alternativa para el cerebro durante la falta de oxígeno. Además, la presencia del hígado redujo las respuestas inmunitarias dañinas que suelen exacerbar la lesión cerebral después de que se restablece el flujo sanguíneo.
El equipo de He también midió niveles más bajos de la proteína S100-?, un marcador conocido de lesión neuronal, en cerebros asistidos por hígado. Además, el análisis genético reveló que los cerebros con apoyo hepático exhibieron condiciones más favorables para la recuperación, con una menor activación de genes vinculados a la muerte celular y la inflamación.
Los resultados del estudio desafían las opiniones sostenidas durante mucho tiempo sobre la vulnerabilidad del cerebro a la falta de oxígeno. Tradicionalmente, los profesionales médicos han asumido que el daño irreversible ocurre después de 5 a 8 minutos de isquemia. Sin embargo, con la reanimación asistida por hígado, la función cerebral se restableció incluso después de 50 a 60 minutos sin flujo sanguíneo.
Este avance podría conducir algún día al desarrollo de sistemas de apoyo hepático diseñados específicamente para proteger el cerebro durante y después de un paro cardíaco. Aunque el corazón y el cerebro siempre han sido los puntos focales de los esfuerzos de reanimación, esta investigación destaca el papel fundamental del hígado para garantizar mejores resultados para los pacientes.
Textos y fotos: www.elmundoalinstante.com
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