El objeto principal de cualquier empresa, dentro del contexto de una Economía de Mercado donde se ofrecen y demandan productos y servicios por cualquier persona o ente jurídico sin limitantes, es la generación de valor y riqueza para la persona o la empresa, la cual repartirá estos ingresos entre sus diferentes stakeholders o partes interesadas (Internas: empleados y propietarios – Externas: proveedores, gobierno, clientes, acreedores y sociedad).

El lograrlo no es tarea fácil para la persona o la empresa que lo intenta, teniendo en cuenta factores externos e internos a controlar tales como; condiciones económicas macroeconómicas, situación política, poder adquisitivo, competidores, cambios, nuevos productos, etc.

El Dr. Michael Porter, desarrolló un modelo sobre cómo generar valor y riqueza desde el interior de la empresa. Esta es conocida como “La Cadena de Valor del Dr. Michael Porter” la cual se basa en un modelo de negocio que describe el rango completo de actividades necesarias para crear un producto o servicio en la empresa, dividiéndolo en procesos denominados, Actividades Primarias: 1.- Logística de Entrada: recepción, almacenaje y distribución de materias primas e insumos requeridos. 2.- Operaciones: Transformación, manufactura de productos y servicios. 3.- Logística de salida: Ruta al mercado directa o indirecta a través de terceros.  4.- Marketing y Ventas: Promocionar, publicitar y vender. 5.- Servicio Post Venta: Garantías y servicio post venta.   Y unos procesos de gestión o administración, transversal en la empresa, denominados Actividades Secundarias o de Soporte: 1.- Infraestructura de la empresa: Administración, asuntos legales, financiera, planeación, relacionamiento. 2.- Gestión de Recursos Humanos: Contratación, manejo, capacitación, clima. 3.- Desarrollo de Tecnologías: Equipos, conectividad, software, comunicaciones. 4.- Compras – Abastecimiento: Insumos, equipos, vehículos, edificios. Su propósito es entregar el máximo valor con el menor gasto posible y así generar un margen (ganancia) adecuado.

Cada una de las actividades mencionadas deben ser analizadas a fin de optimizar su funcionamiento y que la estrategia empresarial contenga elementos que desde su concepción impacten positivamente a la sociedad de tal forma que se dé una Conducta Empresarial Responsable – CER – con todos los stakeholders o partes interesadas mencionadas y haciéndola sostenible económica, social y ambientalmente. Pero además deja de ser un costo y se convierte en oportunidades, innovación y ventajas competitivas llegando a programas y proyectos de valor compartido, donde todos ponen y todos ganan, como jugando perinola.

Estas iniciativas de valor compartido son negocios o modelos de negocio que crean valor y riqueza para la empresa, pero al mismo tiempo para la sociedad que participa de ésta, compartiendo la ganancia.  Un ejemplo es producir derivados lácteos y ayudar a los productores económica y tecnológicamente, dándoles bienestar y pago justo. De esta manera todos ganan.

Así mismo el pensar, actuar y trabajar de manera solidaria sin duda da beneficios a todos. Existen muchos casos de éxito y uno de ellos es el de la Cooperativa de Alimentos Colanta.

Desde una perspectiva estratégica, la responsabilidad social corporativa puede convertirse en una fuente de enorme progreso social y beneficio empresarial sostenible en el tiempo además de contribuir enormemente con el bienestar del planeta. Veamos cómo las instituciones y comunidades de toda índole vienen operando y aportando en temas de responsabilidad corporativa y social, y cómo podría escalarse a un mayor y mejor resultado para las partes.

En general los partidarios de la RSC han recurrido a cuatro argumentos para presentar su tesis: Obligación moral, aduciendo que las empresas tienen el deber de ser buenas ciudadanas y hacer lo correcto. Sustentabilidad, protegiendo el medio ambiente y a las comunidades para no comprometer las futuras generaciones. Licencia para operar, hace relación a que toda empresa requiere permiso tácito o explícito para operar por parte de la comunidad, el estado y los demás stakeholders o partes interesadas. Reputación, mejorando la imagen, la marca, la moral de los colaboradores e incluso aumentando el valor de la empresa y vendiendo más. 

Medir y hacer público el desempeño social es una forma potencialmente eficaz de influir en la conducta corporativa, siempre y cuando los índices se midan en forma consistente y reflejen apropiadamente el impacto social corporativo. Sin embargo, no es fácil hacerlo y menos aún el controlarlo y validarlo. Sin embargo, cada acción efectuada debe beneficiar a la empresa, a la sociedad y al planeta.

Si observamos, los cuatro argumentos de pensamiento comparten una misma debilidad; se enfocan principalmente en la tensión e intereses entre sociedad y empresa, más que en su interdependencia y beneficio como algo obvio y natural, siendo de conveniencias individuales que se desligan de la estrategia de la empresa y sin ningún impacto social permanente a largo plazo. La consecuencia es una enorme oportunidad perdida.

Para promover una responsabilidad social y corporativa, se debe fundamentar en una comprensión amplia y clara de la interrelación entre la sociedad y la corporación, y al mismo tiempo, introducirlas en las estrategias y actividades de las empresas. Así mismo que la sociedad aporte necesidades reales y sentidas que la empresa entienda y acepte. No es de imponer sino de articularse en busca de las mejores alternativas viables. Es decirle a todo el mundo, y que todos lo comprendan, que los negocios y la sociedad se necesitan mutuamente para sobrevivir, pero es también la verdad que rescatará a las empresas del caos que han creado sus actuales ideas de responsabilidad empresarial. 

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