Por autorización del Papa Francisco, la Madre María Berenice, oriunda de Salamina, Caldas, será llevada a los altares el próximo 29 de octubre en una ceremonia de Beatificación en Medellín.

El Pontífice nombró como delegado para la celebración al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos.

La noticia la entregó el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón Restrepo, por medio de un comunicado.

«Me complace informar, también en nombre de las Hermanitas de la Anunciación, que el Papa Francisco ha autorizado que la ceremonia de Beatificación de la Venerable Sierva de Dios María Berenice Duque Hencker tenga lugar en Medellín el próximo 29 de octubre y ha nombrado como su delegado para esta celebración al Señor Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos.

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La Madre María Berenice nació en Salamina (Caldas) el 14 de agosto de 1898. Hija de Antonio José Duque Botero y Ana Berenice Hencker Risther. Fue bautizada con el nombre de María Ana Julia y desde su infancia reveló su pasión por Dios y su disposición de servir y ayudar al prójimo. Sintiéndose llamada a la vida religiosa ingresó a la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Presentación, el 20 de diciembre de 2017.

Su trabajo y solicitud por las personas más pobres y marginadas de la sociedad y su decisión de entregarse totalmente a Dios la condujeron a fundar el 14 de mayo de 1943, con el apoyo de Mons. Joaquín García Benítez, entonces Arzobispo de Medellín, las Hermanitas de la Anunciación. Más adelante, en 1957, fundó las Misioneras de Jesús y María y, en 1965, emprendió el proyecto de los Misioneros de la Anunciación.

Su constante preocupación fue la de ayudar a los excluidos de la sociedad y de anunciar a todos el Evangelio. A través de su vida se esforzó en identificarse con Cristo, haciendo siempre en medio de muchas pruebas la voluntad de Dios. Una larga enfermedad la acrisoló en el amor para entrar en la Casa del Padre el 25 de julio de 1993. El proceso de Canonización se inició el 23 de mayo de 2002 en la Curia Arquidiocesana de Medellín.

Para la Iglesia en Colombia y para los Institutos fundados por la Madre Berenice es un momento de agradecimiento a Dios por el don de esta mujer que se santificó en una vida profundamente espiritual y en el servicio a los más necesitados; es también un llamamiento a seguir a Cristo en quien se revela plenamente el proyecto divino sobre la persona humana; y es, finalmente, un signo de consuelo y de esperanza en el momento que vivimos”. (GRS-Prensa).

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