Las protestas y los disturbios por la muerte de George Floyd han llegado hasta la misma valla de la Casa Blanca.

Desde la pasada semana, la sede de la oficina y la residencia del presidente de Estados Unidos es uno de los epicentros de las mayores manifestaciones que se registran en el país desde el asesinato de Martin Luther King en 1968.

La muerte de Floyd luego de que un agente le presionara el cuello con la rodilla por más de ocho minutos ha provocado una ola de disturbios que se han extendido por más de 75 ciudades, incluida la capital y las cercanías de la casa presidencial.

El lunes mientras el presidente Donald Trump anunciaba que desplegaría el ejército si no se controlaban los disturbios, los gritos cercanos se escuchaban como música de fondo del discurso.

Poco después, decenas de manifestantes fueron golpeados y rociados con gases lacrimógenos para despejar la zona por la que luego apareció el mandatario, que fue a posar para una foto con una biblia en una iglesia que había sido vandalizada la noche anterior.

El gesto, según contaron fuentes de la Casa Blanca a medios locales, buscaba mostrarlo al aire libre, caminando y natural, luego de que se volviera centro de miles de memes y burlas en redes sociales.

Y es que, según trascendió el fin de semana, cuando la Casa Blanca fue cerrada de emergencia por las protestas del viernes, el presidente fue llevado por el Servicio Secreto a un búnker de seguridad construido hace más de medio siglo bajo una de las alas del edificio.

Al día siguiente, Trump amenazó con “perros viciosos” y “armas siniestras” a los que osaran acercarse a su residencia, pero las protestas han continuado en las cercanías del 1600 de la avenida Pensilvania.

Desde entonces, la etiqueta #bunkerboy (chico del búnker) ha sido tendencia y los medios locales han vuelto a hablar de una estructura de la que no se oía mucho desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Se trata del Centro Presidencial de Operaciones de Emergencia (PEOC, por sus siglas en inglés), una especie de refugio subterráneo que sirve para la protección y las comunicaciones del mandatario en situaciones excepcionales de seguridad.

Y si bien su estructura y funcionamiento son secretos, algunas situaciones y personajes que han pasado por él a lo largo de los años han revelado algunos detalles de cómo es y cómo funciona el lugar destinado a salvar la vida del presidente de EE.UU. si la Casa Blanca sufre un ataque.

¿Qué se sabe del búnker?

Según datos y fotos revelados por el Archivo Nacional hace unos años, se trata de una estructura subterránea ubicada sobre el ala este de la Casa Blanca.

Su construcción data de 1942, poco después de que EE.UU. se sumara a la II Guerra Mundial a finales del 1941, y tenía como objetivo servir de protección al entonces presidente Franklin D. Roosevelt ante un eventual ataque aéreo enemigo sobre Washington.

Según medios de EE.UU., está hecho con gruesas paredes de concreto capaces de resistir incluso un ataque nuclear o el impacto directo de un avión y cuenta con un sistema propio de circulación de aire y reservas de comida que podrían durar varios meses.

En su libro de memorias “Spoken from the Heart”, Laura Bush, esposa del expresidente George W. Bush, cuenta que está diseñado para ser un centro de comando y que cuenta con televisores, teléfonos e instalaciones de comunicaciones.

En las imágenes que desclasificó el gobierno en 2015 se aprecia que cuenta con una sala de conferencias, al parecer, el centro del comando desde el que el presidente y su equipo trabajarían en una situación de crisis.

Laura Bush, que asegura que fue llevada allí durante los ataques del 11 de septiembre de 2001, contó que al búnker se accede a través de largos pasillos que dan paso a “grandes puertas de acero” que se cierran de forma hermética “con un fuerte chirrido”

La esposa del exmandatario describió que los pasillos subterráneos están pavimentados con baldosas y que hay “tuberías colgando del techo y todo tipo de equipos mecánicos”.

¿Cuántas veces se ha usado?

La primera vez que se conoció su uso de forma pública fue el 11 de septiembre de 2011, cuando aviones secuestrados por Al Qaeda impactaron contra las Torres Gemelas, en Nueva York, y el Pentágono, a pocos kilómetros de la Casa Blanca.

Ese día, el entonces vicepresidente Richard Cheney, la secretaria de Estado Condoleeza Rice y varios asesores fueron llevados de emergencia al búnker.

Según el informé de la Comisión del 11 de septiembre, publicado el 22 de julio de 2004, la decisión de llevar al búnker a las altas figuras del gobierno (el presidente Bush se encontraba ese día en Florida) tuvo lugar luego de que uno de los aviones secuestrados hiciera un cambio de ruta hacia la Casa Blanca.

“Esta noticia llevó al Servicio Secreto a ordenar la evacuación inmediata del vicepresidente justo antes de las 9:36 AM. Los agentes lo impulsaron fuera de su silla y le dijeron que tenía que llegar al búnker. El vicepresidente ingresó al túnel subterráneo que conduce al refugio a las 9:37.”, indica el documento.

Según el informe oficial, Cheney se detuvo en un área del túnel que tenía un teléfono seguro, un banco y televisión y solicitó hablar con el presidente, “pero llevó tiempo conectar la llamada”.

Medios de EE.UU. indican que el ataque puso en evidencia que muchos equipos de comunicación del búnker no funcionaban adecuadamente, por lo que habría sido sometido años después a un proceso de reformas.

De hecho, en 2010, unos trabajos realizados con extrema cautela en una de las alas cercanas a la Oficina Oval hicieron a medios de EE.UU. asegurar que se trataba de una remodelación en el búnker.

Aunque, según la agencia AP, hicieron “todo lo posible para mantener el trabajo en secreto”.

Sin embargo, no existe constancia pública que haya vuelto a ser utilizado en una situación de emergencia desde los primeros años de la “guerra contra el terror”.

El diario The Washington Post asegura que poco después de su nombramiento en enero de 2017, Trump fue llevado a las profundidades del PEOC para conocer su estructura y funcionamiento como parte del entrenamiento que recibe cada nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Tres años después, según medios locales, fue trasladado allí de emergencia.

Y no por un bombardeo enemigo o un “ataque terrorista”, sino por una protesta de sus propios ciudadanos.

Textos y fotos: elmundoalinstante.com

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