Por Esteban Jaramillo Osorio.

Imponente cómo se mueve el balón en el mundial de Catar.

Fútbol, ritual frenético, delirante, que narcotiza, que vuelve a ganarle la puja a los enemigos que le acechan. Con futbolistas talentosos tras la fama, pataduras tras los tobillos de las figuras y dirigentes llenando sus bolsillos.

Cita sublime, productiva como industria irracional; para hinchas apasionados, sentimental para aficionados de ocasión, vía libre para las especulaciones y cálculos, para los atléticos bailes al son del Balón.

El fútbol es tan aleatorio en los resultados, porque muchas veces al orden lo subvierte la casualidad.

Con selecciones que llegan, como perros que ladran, hambrientas de títulos. Al final solo una muerde el hueso carnudo de la gloria.

Encuentro de músculo, con pocos malabarismos, comunes en el pasado, cuando se reverenciaba a los gambeteadores. Con defensas apretadas, especulaciones, con tantos entrenadores jugando a no jugar, o jugando a no perder.

Por desgracia no está Colombia, seguro hacia buen papel. Por fortuna fue derrotada, para evitar el paseo de los egos, que nos roban la grandeza.

Fútbol, circo o magia.

Mundial delirante. Fanáticos en aventura exótica, en la sede del encuentro, en el que ganan espacio las barras prefabricadas que apoyan, remuneradas, la falsa emoción.

Mundial de Catar, donde los pobres, arrinconados, con pala y martillo en sus manos, ven pasar a los ricos ostentosos de Ferraris y caviar. Con todos nosotros, los ausentes, encadenados al televisor.

Tanta pobreza, tanta riqueza, tanta tecnología, en este juego rápido, malicioso, divertido, insensible o pasional.

Mundial sin favoritos poderosos. Pero están Brasil, Alemania, Bélgica, Francia, Argentina y Uruguay. O la siempre esperada sorpresa de un seleccionado del afracano, acostumbrados a sucumbieron a pesar de su riqueza técnica y su imponencia física, por la falta de mentalidad.

Catar sin Mane y sin Salah. Estrellas de moda. La paradoja es que el uno, clasificado, se fue por lesión y el otro por eliminación.

Mundial de fútbol, terapia colectiva. Encuentro de corderos y tiburones. El carro de bomberos para celebrar o un horno de cremación para los perdedores. La historia dirá que perdedor fue el fútbol en Catar.

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