Por Guillermo Romero Salamanca

Marilyn Carvajal creía que era un sueño. Sus ojos y sus labios no podían dar crédito a lo que sucedía al frente suyo: por fin tenía un vaso con agua potable. ¡Qué felicidad!

Durante años, en este Chocó, donde llueve todos los días, donde abunda el agua por doquier, encontrar agua potable, que no le produjera daños estomacales, era un verdadero milagro. Por eso estaba feliz.

En esta región del país esperan las lluvias para recolectarlas y luego mediante los más variados sistemas que van desde tejas de zinc, hojas de árboles o tubos de guadua llenan poco a poco improvisados tanques. Días después la decantación deja al fondo tierra y otros componentes. Lo de encima se puede utilizar, pero hay que hervirla varias veces.

Todos querían beber, por fin, agua pura.

El agua que viene por los ríos, en su mayoría, desciende de lugares donde el mercurio es abundante por el uso que hacen los mineros para encontrar unos gramos de oro. Total, ni los peces son consumibles.

Por eso, aquella mañana del 27 de febrero, Marilyn Carvajal, una estudiante de la Institución Educativa San Pablo industrial, en el municipio de Istmina en el Chocó, la recordará toda su vida: pudo beber agua potable.

Saboreó una y otra vez cada sorbo. Parecía increíble, pero como habitante de Chocó, en una de las regiones donde más llueve en el mundo y donde la pluviosidad es la segunda en el mundo, no hay muchas posibilidades de encontrar agua para el consumo humano.

¿Un sorbo? No. Un vaso entero de agua pura.

Al igual que Marylin, decenas de chiquillos brincaban de felicidad. Abrían los grifos y salía agua, la podían beber con tranquilidad y le notaban algunas propiedades como su transparencia, sinsabor, pero refrescaba sus gargantas sedientas.

“¡Agua, agua!”, gritaban otros. Los maestros aplaudían y los padres de familia dejaban ver sus lágrimas de emoción que luego se aliviaban con las primeras libaciones del vital líquido.

Este momento se logró gracias a una alianza entre el gobierno del Japón y Fundesarh con la cual ha sido posible, llevarles el vital líquido en el Chocó a más de 5 mil niños de 5 instituciones educativas.

El rector de la Institución Educativa y el representante de Fundesarh frente a las pilas de agua.

“Esta es una de las más excelentes noticias que hemos tenido en nuestras vidas. Me gustaría que hubiera la posibilidad de que lleguen también zonas rurales de nuestro departamento”, comentó Diana Rojas, una de las madres de alumnos favorecidos con el proyecto.

“Sólo tengo palabras de agradecimiento a la embajada del Japón y a Fundesarh por traer desarrollo y calidad de vida a nuestra comunidad educativa y por qué no decir, a toda la municipalidad de la Unión Panamericana. Dios les bendiga”, expresó Mileidi Sánchez Rentería, una exalumna de la Institución.

Es precisamente un empeño en el que se ha propuesto La embajada de Japón en Colombia, a través de los convenios de cooperación internacional y que ha confiado en la Fundación para el Desarrollo Humano en Colombia, Fundesarh, para continuar con el proyecto de llevarles agua potable a las Instituciones Educativas de este departamento.

En esta oportunidad, este 27 de febrero, los beneficiados fueron 2292 niños, 92 docentes y personal Administrativo, 363 estudiantes cursos complementarios, para un total de 2747 de la Instituciones Educativas San Joaquín, en Las Ánimas, San Pablo Industrial de Istmina y Luis Lozano Scipión de Condoto.

La institución, los padres de familia, pero en especial los estudiantes serán los encargados de cuidar el sistema hídrico.

En los dos años de ejecución del programa se han beneficiado cinco instituciones, llegando a más de 5.240 entre niños, docentes, personal administrativo y estudiantes complementarios.

La embajada del Japón desarrolla este tipo de procesos a nivel nacional, apoyando y beneficiando las comunidades más vulnerables y necesitadas de este país.

En este proceso han colaborado más de 20 profesionales en diferentes áreas y decenas de voluntarios que se han prestado para contribuir de alguna manera en llevarles alegría a los pequeños alumnos.

La mayoría de materiales son adquiridos en las ferreterías de cada municipio, al igual que la mano de obra.

“Este trabajo está supervisado con un control muy estricto por todas las autoridades locales, como los entes regulares, las Secretarías de Educación y la de Salud Departamental”, comentó Carlina Tacha Galeano, directora de Fundesarh.

“Algo muy importante es que por medio de las socializaciones que hemos desarrollado con los entes oficiales, los rectores, profesores, alumnos y los padres de familia, encontramos que hay un cariño muy especial por estos sistemas de potabilidad del vital líquido. Ellos aman y protegen al sistema hídrico, lo quieren y se les nota el interés por mantenerlo en las mejores condiciones”, agregó.

La foto del recuerdo: 27 de febrero, primera vez que se tenía agua potable en la Institución Educativa.

El proyecto seguirá. Próximamente Fundesarh presentará a consideración de la Embajada de Japón los proyectos para las Instituciones Educativas de los municipios de Novita, Tado y Certegui, un acueducto comunal en Puerto Juan, municipio de Rio Quitó y la planta de tratamiento para el Hospital San Francisco de Asís.

Porque el agua es una bendición de Dios.

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