Por Hernán Alejandro Olano García, miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de Colombia.

Han llegado a mi correo desde el exterior, por parte de un coleccionista, cuyo nombre me reservo, unas fotografías de “otra” de las espadas de Bolívar, diferente a la que desde agosto de este año se exhibe en el vestíbulo de banderas de la Casa de Nariño.

El poseedor de la espada, me ha solicitado realizar un análisis de las fotografías y conceptuar sobre la autenticidad de este artefacto. Inicialmente me lo describió telefónicamente, a lo cual asentí positivamente a la descripción y, ahora con las fotografías, no puedo negar que esta espada, según mi criterio, corresponde al período fundacional de la Patria y puede haber sido fabricada entre 1819 y 1821, razón por la cual, pudiese ser una de las que utilizó Simón Bolívar, pues es muy similar a la que tiene empuñada en la estatua pedestre que Pietro Tenerani elaboró en Italia, por encargo del general Mosquera, representando al Libertador y que está en la Plaza de Bolívar de Bogotá.

Hay muchas similitudes con la que está en la Casa de Nariño. Las dos, la “extranjera” y la que está en Bogotá, dicen en la concha, dentro de una cinta: «República de Colombia” y, entre dos cornucopias con los frutos de la tierra, está el carcaj con el hacecillo de flechas, el arco y el hacha, a su vez abrazados por una semi corona de laurel.

En el Guardamanos, al mejor estilo francés «Epee», sin la madre de perlas que la acompañaba, podemos apreciar la finura de la hechura, cimada por la “indígena al natural”, con la corona de plumas originalmente verde, amarillo y rojo, que aparecía en nuestro primer escudo nacional, que era el de Venezuela.

Un detalle de la indígena, que en el escudo miraba al horizonte, sosteniendo en una mano la lanza con el gorro frigio y posándose sobre un lagarto.

Igualmente, en el escudo aparecen tres estrellas, que simbolizaban los tres departamentos, de Cundinamarca, Venezuela y Quito y no a “generales de tres soles” como erróneamente lo reseñan periodistas e historiadores.

La hoja, con damasquinado en oro de 18 quilates, está oxidada naturalmente y, la vaina, en deplorable estado, por el paso del tiempo y de manufactura en cuero, posee entrada en una guarnición de bronce.

¿En dónde está la verdadera espada de Bolívar? Creo que la que he reseñado es la verdadera, pero no está en Colombia.

Según los registros históricos de entidades como la Casa Museo Quinta de Bolívar, reseñados por diferentes medios de comunicación recientemente, las armas blancas del Libertador se clasifican así:

La espada del Perú, o espada de gala, o espada diplomática: Le fue obsequiada en 1825 por la municipalidad de Lima a Bolívar. Confeccionada en oro macizo de 18 kilates, elaborada por un orfebre de nombre Chungapoma, dirigido por Cayetano Freyre, intendente de Lima. sobresalen varios dibujos con la inscripción: “Simón Bolívar: Unión y Libertad. Año 1825”, el pomo de la guarnición de la espada posee un bello busto de oro, que representa el genio de la libertad, coronado por un gorro frigio, relleno de brillantes y circundado por una corona de laureles compuesto de diamantes.

En la parte inferior del mismo espacio, llamada cazoleta, resaltan las figuras de dos indios de oro en relieve, coronados cada uno por penachos de brillantes que adornan sus cabezas; sosteniendo ambos la asta que lleva el gorro de la libertad. La empuñadura posee pirámides truncadas.

En la pirámide superior se observa, en una de sus caras, el escudo de armas del Perú, además de una orla de laureles. La pirámide inferior posee la siguiente dedicatoria: “El Perú a su Libertador”. Su original, procede del reparto de bienes de Bolívar a sus parientes: “En 1833 las hermanas y sobrinos del Libertador dividieron las prendas y joyas de éste, tocándole esta espada a su hermana doña Juana Bolívar, de quien pasó después de su muerte a manos de las familias Briceño Palacio y Amestoy Palacio. Esta espada se expuso el 28 de octubre de 1872 en Caracas, junto con los demás objetos preciosos del Libertador”, dicho adminículo reposa en el Palacio de Miraflores.

Esta espada está reseñada en las Memorias del general O’Leary, tomo 28, segunda parte, página 447: “Por estos días llegó de Lima el coronel Salazar, enviado por el consejo de gobierno a presentar al Libertador y al general Sucre las magníficas espadas y los uniformes con que la municipalidad de aquella ciudad los obsequiaba en señal de su amor y gratitud; espléndido regalo que esa corporación llamaba “pequeña demostración.” Como curiosa muestra de la munificencia de la opulenta Ciudad de los Reyes, copio aquí la descripción de las espadas y uniformes y su costo, conforme a la “razón” que tengo a la vista; así como la contestación que dio el Libertador a la municipalidad.”. “Una espada de oro del largo de una vara y siete pulgadas, guarnecida de brillantes, marcada con las letras S.B. Tres brillantes grandes y cuarenta y dos sobrepuestos, entre los cuales va un brillante grande. Un cinturón bordado de oro en paño grana con 8 hebillas de oro. Va en una caja de madera nueva forrada en seda con su respectivo almohadón. […]  Lima 3 de octubre de 1825.

El coronel Hugo Chávez obsequió réplicas de esta a los presidentes de Paraguay, Bolivia, Haití, Chile, Brasil (Fernando Enrique Cardoso y Lula Da Silva), Ecuador, Argelia, Indonesia, Irán, Nigeria, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Irak, Kuwait, Libia (Muhammad Gadafi), Cuba (Raúl Castro), Zimbabue (Robert Mugabe) y Argentina (Néstor Kirchner y Kristina de Kirchner, quien denunció el robo de las dos espadas cuando fue allanada su casa de Calafate en septiembre de 2018). 

Igualmente, la espada la recibió Rubén Limardo, deportista de la disciplina de esgrima, medalla de oro olímpico en Londres 2012. Debemos advertir, igualmente, que las que se exhiben tanto en la Quinta de Bolívar en Bogotá, como en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, obsequios de Venezuela, son réplicas del original cuyo molde en silicona fue destruido.

Las espadas históricas: En 1883, Alberto Urdaneta publicó un grabado en el Papel Periódico Ilustrado, imagen en la cual aparecen cuatro espadas, la dos y la tres, supuestamente fueron propiedad de Bolívar, la primera, fue obsequiada al señor D. Rafael Arboleda, según carta fechada en Japio, el 29 de diciembre de 1829: “…deseando yo también dejar a usted un nuevo testimonio de toda la consideración y respeto, espero recibirá usted esta expresión con el afecto que le profesa su atento servidor y amigo…”. La marcada con el número 3 fue regalada por Bolívar al General Rafael Urdaneta, quien la obsequió al General Francisco Urdaneta; de éste pasó a su hijo el coronel Manuel Urdaneta, quien la dejó como recuerdo al señor General Carlos Urdaneta.

La daga florentina: La Ley 47 de 1920 autorizó que el Gobierno enviase “al Museo Histórico de la Quinta de Bolívar los objetos pertenecientes al Libertador que se encuentran en el Museo Nacional y en otros edificios públicos”. Así, de la Presidencia se envió a la Quinta la daga florentina, que se considera fue fabricada en 1815. El mariscal Antonio José de Sucre se la regaló al Libertador y él se la dio a la señora Carmen de Trigos con un certificado de originalidad.

El sable de caballería: Hay uno en las bóvedas del Museo Nacional, al parecer utilizado en la Batalla de Boyacá. Habría pertenecido a Napoleón Bonaparte, en su hoja de acero tiene el lema de en francés de la Legión de Honor: “Honor y Patria”. La fabricación es francesa, tiene un pomo en forma de león, el gavilán superior rematado con una cabeza de carnero y la empuñadura es de nácar de madreperla.

Aunque muchos dicen que este sable llegó a Colombia con Pierre Bonaparte, hijo de Luciano Bonaparte, sobrino del Emperador y primo de Napoleón III, quien “luego de la derrota de Waterloo (1815) vino a ponerse a órdenes de Bolívar”, eso es falso, pues el hijo del Príncipe Pontificio de Canino, al que conoció fue al general Santander, pero en Europa en 1832, entrando luego al ejército de la Nueva Granada como jefe de escuadrón en la guerra contra Ecuador. Así, que al parecer el sable no habría estado nunca en manos de Bolívar, quien falleció en 1830.

La espada de la Casa de Nariño: El 17 de enero de 1974 de la Quinta de Bolívar en Bogotá, el M-19 sustrajo la espada del Libertador. Se dice que la espada fue escondida en un prostíbulo y duró escondida durante 17 años, luego estuvo en manos de personalidades como Otto de Greiff, Luis Vidales y Fidel Castro. Regresó en 1990 al Gobierno, se conservó en las bóvedas del Banco de la República y ahora se exhibe en la Casa de Nariño.

A finales de la década de 1910, la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá –actualmente la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá– y la Academia Nacional de Historia –hoy en día denominada Academia Colombiana de Historia– empezaron a adelantar gestiones para adquirir la residencia ocupada por Simón Bolívar durante sus estadías en Bogotá.

Sin embargo, cuando el 3 de Diciembre de 1924, fueron designados los académicos José Manuel Marroquín, Eduardo Restrepo Sáenz y Gerardo Arrubla, como miembros de la Comisión encargada de evaluar los bienes para la Quinta de Bolívar y el establecimiento del correspondiente Museo, en el inventario se hace mención de: «una espada con empuñadura dorada y vaina de cobre que se cree perteneció al Libertador» es decir, que a pesar de utilizarse la palabra “se cree perteneció al Libertador”, fue reconocida, aceptada e inventariada como tal.

Luego en los inventarios de 1932 ya aparece la “Espada de Bolívar” relacionada en un lugar exacto de exhibición: En el Salón del Piano dentro de una vitrina de nogal imitación estilo antiguo que contiene piezas de uniformes del Libertador, y entre ellos una espada de empuñadura dorada con su vaina de cobre. Parecería que la espada de Bolívar, que fue el nuevo “Florero de Llorente” durante la posesión presidencial de 2022, no es original del Libertador; de hecho, su hoja está soldada y solo la concha o cazoleta sería original.

Otras espadas: Una es la denominada “Espada de Haití”. Alexander Petion, presidente de Haití, regaló a Bolívar, durante su estadía allí preparando la Expedición Libertadora de los Cayos de 1816, con la condición de que Bolívar difundiera los Derechos del Hombre y otorgara la libertad de los esclavos, una vez regresara a Venezuela.

El libertador después se le obsequiara al general venezolano Jacinto Lara por destacarse en las batallas de Junín y Ayacucho y este se la regaló al coronel Pedro Gual. Luego pasó a manos del coronel Juan Rubina; este a su vez la dio al Conde José Carrillo y Albornoz. Al morir, su bisnieta, Adelaida Schmidt, lo donó en 1927 al Senado de la República del Perú. Finalmente, este lo cede al Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, donde hoy se conserva.

La “Espada de Páez”: En 1827, Bolívar regaló una espada al general Páez como símbolo de reconciliación ante la intención de Páez de separar a la Gran Colombia. Dicha espada salió de Venezuela y regresó en 1866 desde Nueva York, enviándola “El León de Apure” al arzobispo de Caracas, para que fuera colocada sobre la tumba de Bolívar, que en aquel entonces estaba en la capilla de la Santísima Trinidad. 

El bastón de mando: En 1824, Bolívar obsequió en Lima al general Bernardo O´Higgins un bastón de mando que he visto en una vitrina en el Museo de Santiago de Chile. Sin embargo, el denominado bastón de mando que fue de Bolívar es una de las piezas de mayor valor que guarda el Museo Valencia de la ciudad de Popayán.

De 92 cm de largo por 1,5 cm de ancho, presenta un mango metálico octogonal y con decoración floral en bajo relieve sobre la base superior; también se observan dos octafolias o figuras cúbicas, con un círculo en el centro y pequeñas perforaciones en cada una de las hojas; en el costado inferior y como remate se aprecia un elemento puntiagudo metálico que recubre y protege el carey del contacto constante con el suelo.

Fue regalado por Bolívar a don Bartolomé Castillo y Varona, uno de sus históricos ayudantes de campo, abuelo del poeta Guillermo Valencia y bisabuelo del presidente Guillermo León Valencia Muñoz. Sin embargo, cuando se sustrajo la espada de Bolívar de la Quinta que lleva su nombre, también se reseñó que “se robaron el bastón de mando”, de ese artículo no se tiene noticia y su destino es un misterio.

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