Por Claudio Ochoa

El sistema electoral ajustado en la reforma constitucional de 1968 mandaba que el Senado se conformara con la elección de dos “honorables” por cada departamento y uno adicional por cada doscientos mil o fracción mayor de cien mil habitantes que hubiera en exceso sobre los primeros doscientos mil. A la vez eran elegidos suplentes para llenar las faltas absolutas o temporales de sus principales. Entonces había 59 escaños en el Senado.

Nuestra Constituyente de 1991, al querer más apertura en la democracia vía las senadurías creó la circunscripción electoral nacional. Esperaba que nacientes movimientos políticos pudieran captar simpatías y votos a lo largo y ancho del país, y así competir con los grandes “caciques” tradicionales.

La Constitución del 91 nos dice desde entonces en su artículo 171: “El Senado de la República estará integrado por cien miembros elegidos en circunscripción nacional. Habrá un número adicional de dos senadores elegidos en circunscripción nacional especial por comunidades indígenas…”

Algo que ha sido muy favorable para las micro y macroempresas especializadas en el comercio de votos, y negativo para los pequeños grupos políticos. Las primeras se mueven por todo el país, arrastrando aquí y allá votos, para eso tienen muchos recursos y tradicional creatividad (padrinazgos, tamales, tejas eternit, sancochos y bultos en efectivo). Los segundos apenas se medio defienden en sus terruños.

La bancada costeña.

La consecuencia es que en este momento de reflexiones y proyecciones electorales encontremos que de los 100 miembros elegidos para el Senado por “circunscripción nacional” hace 4 años, 31 de ellos sean originarios de nuestra costa atlántica, es decir el 31 por ciento de las curules en manos de personajes de apellidos dignamente árabes, argentinos, italianos, libaneses, sirios, turcos, etc.etc.

Según el Dane, en 2020 la población colombiana ya estaba en 50.4 millones, entre nacionales e inmigrantes. Los departamentos denominados costeños sumaban entonces 10.4 millones de habitantes. Tenían el 20.6 por ciento de la población, pero el 31 por ciento de los congresistas.

Veamos por departamentos: Atlántico, 11 senadores. Es decir 11 por ciento de peso en el Senado, albergando apenas 5.4 % de la población nacional (2.7 millones de habitantes). Atlántico tendría a 13 senadores y 13 % de peso, si no hubiera perdido al recluido doctor Pulgar Daza y a la prófuga Aída Merlano.

Magdalena, 6 % del Senado con el 2.8 % de la población de 2020 (1.42 millones). Córdoba, el famoso Córdoba, cuna de los Padres de la Patria Amín, Barguil, Besaile, Chaguí, y García Burgos, con 5 por ciento del Senado teniendo el 3.6 % de la población (1.8 millones). Bolívar, 5 % del Senado y 4.4 % de la población (2.2 millones). Cesar, 2 % del Senado y 2.58 % de la población (1.3 millones), no le fue tan bien!!!. Sucre, 2 % de peso en el Senado y 1.86 % de la población (949 mil habitantes).

Debido a esta concentración, tenemos departamentos de pobreza económica (no por falta de riqueza natural) sin representación en el Senado, como La Guajira, Chocó, Caquetá, Arauca, Vichada, Guaviare, Amazonas, San Andrés y Providencia, Guainía y Vaupés, los cuales significan casi el 30 % de nuestros departamentos, sin vocería ante los poderes centrales y centralistas. Mientras tanto, los costeños, que sí saben para qué el poder (no como Echandía, que dejó dudas sobre esta expresión el 9 de abril de 1948) actúan en bloque, sin diferencias partidistas para conseguir buenas partidas presupuestales y excelentes lotes de burocracia (no creo que haya institución pública sin buena tajada costeña a bordo), con todo lo que ella significa para sus familias y clanes.

De justicia social tiene que ser retornar a parte o en todo lo que la Reforma Constitucional de 1968 dio a los departamentos, base mínima de dos senadores y proporcionalidad adicional según población. 

Buena suerte para un proyecto de Acto Legislativo que significa algo para los departamentos ausentes de senadores. Modifica el garoso artículo 171 de la Constitución Política, quedando así: “El Senado de la República estará integrado por cien miembros, sesenta y cinco elegidos en circunscripción nacional, treinta y tres elegidos en circunscripción territorial y dos en circunscripción internacional”. Cuando menos un senador fijo por Departamento. Buena iniciativa de MAIS, Decentes, Polo Democrático, Alianza Verde y Comunes, entre otros.

Mientras tanto, ganen quienes ganen las consultas de precandidatos presidenciales en marzo entrante, seguro que seguirá el predominio costeño en el Senado, pues ellos sí saben cómo es la cosa y cómo es su goce.

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