Aunque pueda sonar igual, las personas que entrenan suelen ser muy diferentes a las que hacen ejercicio

Si vas al gimnasio o sales a correr por tu cuenta sabrás que es muy normal que algún día te preguntes si realmente estás mejorando o si, simplemente, estás sudando un rato y poco más. Aunque visto desde fuera pueda parecer lo mismo, probar o testar tu nivel, hacer ejercicio y entrenar son cosas distintas.

  • Las pruebas son importantes porque dan información para diseñar los entrenamientos. Por ejemplo, un entrenador puede diseñar un entrenamiento de fuerza calculándolo desde la repetición máxima de sentadilla o lo rápido que corre un kilómetro su cliente o atleta.
  • El entrenamiento es un trabajo específico, tiene un propósito establecido en términos de resultados o mejoras, como podría ser partiendo del ejemplo anterior, subir el peso de la repetición máxima de sentadilla y reducir el tiempo necesario para correr esos mil metros.
  • Un entrenamiento no específico es el que realizamos cuando no hay ninguna prueba o prueba para saber si hay o no progresión (no nos importan nuestras marcas), pero diseñamos ese entrenamiento con un objetivo de intensidad o área de interés personal (condición física básica, estética general o incluso puro disfrute).
  • Ejercicio es eso que haces cuando brujuleas por el gimnasio mirando Instagram en busca de inspiración, haciendo una selección de ejercicios aleatorios que más o menos crees que son efectivos o simplemente haces lo que te apetezca sin ningún propósito más allá de sudar un poco y dejar satisfecha alguna necesidad más psicológica que física.

El ejercicio no tiene nada de malo, tiene sus momentos y a todos nos viene bien un día así. Con un entrenamiento no específico, puedes conseguir importantes mejoras globales en tu estado de forma. Pero lo que debes tener en cuenta, es que tampoco hay nada de malo, ni peligroso, ni friki en el entrenamiento específico. No necesitas ser ningún atleta profesional para saber cuántos kilos eres capaz de mover en peso muerto y seguir un entrenamiento que tenga como objetivo mejorar esa marca y/o varias más. Cuanto más específico sea tu objetivo, más específico será tu entrenamiento, eso implica centrarnos al máximo en la optimizar los resultados de todo aquello que haces.

El entrenamiento planificado previene la fatiga

Una buena planificación de tu entrenamiento te permitirá seguir entrenando casi siempre. Esto se debe al trabajo cíclico, que alterna periodos de mayor o menor carga de trabajo para conseguir sobrecompensaciones y mejorar tus marcas. No puedes permanecer en una fase de resistencia durante todo el año, salvo que no quieras empezar a empeorar tus resultados. Esto es aplicable a una fase de hipertrofia, una fase de fuerza, una fase de potencia o una fase de resistencia. Tarde o temprano llegará el punto en el que tu rendimiento será decreciente o incluso lleguen las temidas lesiones. Por supuesto, esto es todavía más importante en un atleta de élite con un calendario de competiciones muy concreto. La puesta a punto ha de ser muy medida para que el pico de forma del atleta llegue en el momento de la competición. Ni antes ni después.

Debemos ser críticos con nuestros objetivos

Normalmente, si hacemos un examen de conciencia y pensamos qué estamos buscando cuando acudimos a nuestro gimnasio, podremos evaluar si lo que estamos haciendo se ajusta a ese objetivo. No vale que quieras el cuerpo de un atleta profesional y entrenes veinte minutos en una cinta de correr viendo la televisión. Por simple deducción, todos podemos entender que grandes resultados exigen grandes sacrificios. Lo que cada cual considera que son grandes resultados, es ya algo personal. Alguien puede pensar que es llegar a doscientos kilos en peso muerto y otra persona bajar dos tallas de ropa. Sea lo que sea, necesitarás pagar su precio. Tú decides. Que la fuerza te acompañe.

Por: Alfonso M. Arce www.elmundoalinstante.com

También puede leer:

Please follow and like us:
Wordpress Social Share Plugin powered by Ultimatelysocial