La mayoría de los niños en algún momento quieren tener una mascota: la han visto en sus libros infantiles, en el parque o en la televisión. Cuando un hijo expresa este deseo, los padres suelen sentirse en aprietos. En un sondeo a 1.612 personas de la comunidad de La Sabana 1.045 dijeron que sus padres les permitirían tener una mascota; 567 respondieron que no.

Antes de abrir un espacio en la familia para una mascota es preciso analizar los pros y los contras de tener un animal en casa. Carolina Oquendo, experta en educación familiar y profesora del Instituto de La Familia, afirma que la decisión no se trata solo de querer. La primera pregunta que deben formularse los padres es: ¿podemos tener una mascota? Esto implica capacidad económica, tiempo y cuidado para que el animal esté en unas condiciones dignas y se adapte a la familia, de acuerdo con sus necesidades.

La experta sugiere que, en el caso de aceptar una mascota, es recomendable hacer una alianza escrita y firmada por todos los miembros de la familia, en la cual se establezcan las normas. “Según la edad del niño, deben asignarse sus funciones frente al animal, por ejemplo: pasearlo, alimentarlo, peinarlo o limpiarlo. Además, en caso de que alguno no pueda cumplir con su deber, otro debe ayudarlo. De esta forma, se promueven valores como la colaboración, la fraternidad y la empatía”.

Si los padres deciden no aceptar una mascota, deben explicarle al niño que, como es un ser vivo y no puede mantenerse en las mejores condiciones, es mejor no tenerlo. “Al niño puede costarle entender la situación. Es útil usar paralelismos con un amigo para que sea más fácil racionalizarlo; por ejemplo, pedirle que imagine cómo se sentiría su mejor amigo si lo traemos a la casa y no lo podemos acompañar, si lo ignoramos o no nos divertimos con él”, sugiere Oquendo.

Brenda Rocha, jefe de Departamento del Instituto de La Familia, resalta la importancia de no humanizar al animal: “Cuando le ofrecemos a la mascota cosas que no necesita o la equiparamos a un humano, atentamos contra su naturaleza. Además, esto puede generar confusión en los niños”

Para tener en cuenta

• La especie y la raza determinan características a evaluar (tamaño, pelaje, carácter, comportamiento), según el tamaño de la casa, los cuidados requeridos y los gastos de mantenimiento.

• Un animal es un ser vivo. Tener uno implica un compromiso para cuidarlo durante todas sus etapas: se enferma, envejece y hay que educarlo.

• No son objetos que se pueden comprar y desechar.

• Si no deseas tener un animal en casa, puedes apadrinar uno en una fundación y visitarlo con tus hijos. 

Con información del Instituto de la Familia. Foto portada Bancolombia.

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