Parecía dinero fácil, había una montaña de piezas de colores de diferentes tamaños, para ganar dinero, lo único que había que hacer era armar pequeños Legos siguiendo las instrucciones, el aviso en la pared era claro, por cada lego armado se entrega $2.000, sin importar cuánto le tomé o cuantos armé.

Pronto, varias personas se sentaron en el piso cerca de la montaña multicolor, buscando rápidamente piezas de acuerdo a la gran instrucción proyectada en un telón. Alberto mientras trabajaba, pensó, este es el dinero más fácil de ganar, al cabo de unos minutos, se hizo una fila para entregar los Legos armados, una corta revisión y se escuchaban voces como armaste 3 aquí tienes $6,000, o construiste 8 aquí tienes $16,000.

Pero de un momento a otro, se detuvo el recibo de los Legos armados, las personas encargadas procedieron a desbaratar los que habían recibido hasta ese momento y devolver las fichas a la gran montaña, Alberto aún con los $6,000 en la mano, cambio la expresión de su cara, de una gran sonrisa a total molestia, pero aun así se sentó y armó otras dos figuras, recogió los nuevos $4,000 y salió del salón un poco triste.

Una hora después, prácticamente no quedaba ninguna persona armando Legos, no porque se hubiera acabado el dinero, simplemente ya no querían hacerlo.

Al día siguiente, abrieron el mismo salón, dieron las mismas instrucciones para armar Legos, pero cuando los primeros empezaron a entregar sus figuras, se escuchó una voz que decía: “Qué bien lo has hecho, esta figura es especial déjame la llevó al cuarto del lado donde depositamos las figuras especiales”, el joven sonrío ampliamente, tomo el dinero y se volvió a sentar, la escena se repitió durante unas buenas horas, hasta cuando el sol ya había perdido la guerra con las amarillentas luces de la noche, uno de los organizadores dijo, ya no podemos seguir, cerraremos en cinco minutos.

Algunos se aventuraron a decir, unos minutos más por favor ya casi termino, otro dijo déjame hacer uno más…

Motivar es una de las acciones más difíciles de realizar, ya sea en una clase de colegio para que pongan atención al procedimiento de resolver una formula química, a los empleados de un contact center para mejorar la experiencia de los clientes o a los jóvenes que no quieren sentarse a la mesa con todos los de la familia a comer, porque prefieren navegar por las redes sociales o seguir arriesgándose a perder una vida en un juego que parece imposible.

Los seres humanos somos sociales, es una frase que se repite en todos los contextos, pero pocas veces se comprende lo que esto implica. Se necesita qué las personas con las que se interactúa reconozcan lo que hace, valore el trabajo, no es suficiente con qué se pague un salario o se entregue una nota por parte de un profesor, las personas necesitan un reconocimiento de sus jefes, de sus profesores y en especial de sus papás.

Ricardo, un niño de cuatro años, llega motivado a su casa a trabajar en la tarea que la profesora Juanita le dejo, no para aprender, sino porque quiere que la profe Juanita le ponga una estrella en la mano y que con una gran sonrisa le diga, Ricardo: “Que bien lo has hecho, sigue así, ya pronto estarás escribiendo y tus papás estarán muy contentos”.

En la mente de Ricardo llegan paginas llenas de sus escritos y la cara de sus papás asombrados diciéndole lo bien que lo hace, mientras Juanita les comenta lo bien que él lo hace. Ricardo por sentir eso, hace lo que sea, sin saberlo, el cerebro de Ricardo recibe una descarga de dopamina de la misma forma que la producida por los “LIKES” en las redes sociales o las monedas virtuales de los videojuegos, todo por tener una brazo de los papás.

La dopamina es un neurotransmisor que activa una red de neuronas que configuran el circuito de recompensa y tiene incidencia en prácticamente toda la vida diaria. El estado de ánimo depende en gran medida de los niveles de la dopamina por eso se considera cómo la molécula de la felicidad. El placer y las sensaciones positivas como bienestar, alegría o euforia dependen de la dopamina. Por eso hay una tendencia natural a realizar o buscar situaciones y actividades que la generen, compartir con amigos, reírse, abrazarse, tener conversaciones de temas que interesan, hacer ejercicio fuerte, comer picante, ver una película que divierta o que aterrorice. Los que realizan actividades de alto riesgo, cómo “realities” donde las personas pasan penurias cómo sentir frio, no tener comida y hasta arriesgar la vida, antes de iniciar generan un alto volumen de dopamina, lo que motiva a participar.

Los desarrollos gracias al internet, han considerado de forma especial cómo se genera dopamina, por eso al revisar las redes sociales como el Facebook, Instagram, Tik Tok o jugar videojuegos, están diseñados para que una y otra vez produzcan dopamina, por eso a pesar de todo lo que se diga del uso abusivo de los datos, o los profesores y padres digan que es “malo” son millones las personas que las sigan usando o quieran jugar por horas.

Este conocimiento de cómo se produce la dopamina, se puede aprovechar en las aulas escolares para motivar a los estudios. Al cerebro le gusta aprender, pero no aprende todo, solo lo que le interesa, lo que lo motiva. También se sabe lo que no motiva, LOS REGAÑOS, LAS AMENZAS DE CASTIGOS, DE PERDER PRIVILEGIOS CÓMO JUGAR O VER UNA PELICULA, O SALIR CON AMIGOS. Dejar de lado las creencias erróneas, cómo que los estudiantes son perezosos, que si hacen algún trabajo bien es porque lo han copiado del internet. Creer que si “hacen algo mal es porque no saben cómo hacerlo bien”.   

Los neurocientíficos y los pedagogos modernos, nos han enseñado que el asombro, es un excelente inicio del proceso de motivación, esto lleva a despertar la curiosidad que abre las preguntas. Si cuando se falla se anima a seguir a probar de nuevo, haciendo ver que el proceso de aprendizaje es uno donde los errores son esenciales, si con cada logro se recibe una sonrisa, un pequeño reconocimiento, un “bien hecho”, dar puntos como si fueran monedas de un video juego, seguro se crean las condiciones para un aprendizaje eficaz.

Si en la familia la motivación se basa en el buen trato, en sonrisas, en despertar sin gritos, en abrazar cada vez que se pueda, en no hacer comparaciones entre hermanos, ni recordar lo difícil que le toco a los papás y lo fácil que ahora lo tienen lo hijos, en reconocer los esfuerzos, en creer en lo hijos, en valorar más los comportamientos que los informes escolares, seguro, sin importar las circunstancias en que se vive, la vida será buena. Si no se sabe que decir, un abrazo de verdad dice todo.

En las empresas, la productividad es proporcional al nivel de dopamina que se genera en el trabajo, para eso creer en las personas, sentir que actúan de manera correcta, que si hacen algo que no funciona asumir que no saben hacerlo correctamente y tomarse el tiempo para explicar lo que se espera o lo que no estuvo bien, NUNCA decir que “es lo mismo, nunca puede hacer las cosas bien”, no asumir que porque se da un salario, las gracias no son necesarias. Hacer reconocimientos, y expresar que se está satisfecho con su comportamiento, con la actitud, esto desencadena es buenos desempeños.

¿A quién quieres abrazar ahora?

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