Por Claudio Ochoa

El reciente fallecimiento del líder sindical Julio Roberto Gómez y los 25 años de la desaparición de nuestra Asociación de Prensa Extranjera en Colombia APE, en coincidencia estos días con la fecha clásica del periodismo nacional, el 9 de febrero, me han puesto a pensar sobre las que fueron jornadas creativas del periodismo y los periodistas amables, amigables, ahora escasos, muy escasos. A la par, las salas de redacción vacías y a la vez impenetrables, semejantes a “bunkers”.

El líder sindical Julio Roberto Gómez

Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General del Trabajo y sindicalista democrático durante unos 40 años, armó todo un gremio periodístico sin estatutos ni cuotas, sin distingo de estratos (que los hay, los hay), color, religión o postura política. Recuerdo algunas de sus reuniones, que habitualmente congregaban a periodistas, encargados o no de la fuente sindical.  Julio Roberto era uno más, personalmente atendiendo a todos, con delantal bien puesto. Ahí, en las instalaciones bogotanas que fueran de El País de Cali, y en donde montó un hotel para sus compañeros que venían a Bogotá ¿Ahora qué será del “combo” periodístico de Julio Roberto Gómez? Ojalá su escudero mayor, el diestro José María Bolaño y de la Hoz, no deje desaparecer esta muestra de periodismo cálido.

Don Pepe Romero, fundador de Colombia Press.

Como desapareció, en medio de apreciables realizaciones, nuestra Asociación de Prensa Extranjera-APE, hace 25 años (fundada en 1974). A la vez que fallecía uno de sus notables integrantes, Tom Quinn, corresponsal durante muchos años de Time y defensor decidido de Colombia. Desapareció la APE por la falta de noticia espectacular en el país, como las tensas semanas por el secuestro masivo en la Embajada dominicana, las violencias producidas por los grandes de la coca, el proceso 8000, guerras de esmeralderos, terrorismo en el Palacio de Justicia, etc.; muchos de estos sucesos, con menor nivel, rutinarios, perdieron inmediatismo; por la llegada del Internet y la contratación de corresponsales volantes, que de vez en cuando pasan por acá, a la vez que ya no están en el medio la UPI, ANSA y DPA, entre otras agencias.

Una sala de redacción de Caracol Radio.

Queda el recuerdo de nuestras sesiones de Junta Directiva y asambleas, en donde cualquier voz altanera desaparecía pronto, al quedar solitaria, porque mayoritariamente había unión, cordialidad y solidaridad, como sucedía en las fiestas apoyadas por el Club Aexandes y el Lloyd’s Pub. Personajes y caballeros  que hicieron historia en Colombia, como José Arizala (agencia Novosti), Anita Kipper (France Presse) Hernando Orozco (Reuter y Dow Jones-Telerate), Rafael Bermúdez (UPI), Guillermo Tribín (EFE), Guillermo Hoyos y Alberto Rojas Morales (Ansa), Pepe Romero (Colombia Press, nuestra primera agencia de noticias), Carlos Alberto Rueda (DPA),  y aún activos, Javier Baena (AP, y hoy eventualmente catedrático), Pilar Lozano ( El País de Madrid y siempre escritora), Richard Emblin (director actual de The City Paper, Bogotá), Guillermo Tovar (EFE y hoy Presidencia de la República) y Christina Chow (CNA de Taipei y actualmente artista plástica), entre decenas y decenas de buenos periodistas y verdaderos señores y damas.

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Grandes recuerdos de Villa Chiva.

Contrasta hoy, por lo vacío, frío y rutinario, el quehacer de los periodistas en los tradicionales medios. Normalmente empotrados en sus cubículos, no tienen más contacto que el telefónico o por Internet, poco contacto con la gente del común, están dejando de sentir el placer de buscar, encontrar y hacer noticia. Qué delicia estar en una sala de redacción del siglo pasado (tipo Colprensa, La República, Todelar, RCN, Santa Fe, Súper…) qué aburrimiento y solemnidad en las actuales “mesas de trabajo”, a veces muy parecidas a tribunales. Presentadores y presentadoras cuidadosamente maquillados, con voz y ademanes fingidos; el comunicador, la comunicadora que no creen en nadie cuando avanzan imparables, resguardados por el camarógrafo que va abriendo paso.

En medio de los cuentos de la libertad de información y de la imparcialidad (ya con poca credibilidad), algunos medios de mayor audiencia y sus difusores se asemejan a las cadenas productivas polleras, destinadas únicamente al engorde, comiendo y comiendo las 24 horas, dopados por la luz de un bombillo. Esos traguen y evacúen cuanta noticia de violencia y politiquería les llega, el aplastante periodismo que no deja de ensordecer.

Norberto Patarroyo y su Muro de Pata’n, en defensa del Periodismo colombiano.

Mientras tanto, nuevos emprendimientos les van quitando audiencia. Casos como El Muro de Pata. N, que está en sus 11 años de vida activa, cuyo creador y director, Norberto Patarroyo, es a la vez fotógrafo, relacionista público, reportero, diagramador, etc.  Medio electrónico, que defiende al periodismo y a los periodistas, informa de su vida social y sus progresos, de estrato 1 hacia arriba (porque los hay de estrato 10 y más). Como también lo hacen otros atractivos y variados medios electrónicos, tipo eje21.com.co, que dirigen Orlando Cadavid Correa y Evelio Giraldo Ospina; pantallazosnoticias.com.co y su director Guillermo Romero Salamanca, toda una vida dedicada al cubrimiento musical, cultural y de salud; revistaeenfoque.com.co, dirigida por Andrea Castañeda; priradiotv.com, en cabeza de Benjamín Losada Posada; revistacorrientes.com, que dirigen William Giraldo y Orlando Cadavid; y Primiciadiario.com, que está llegando al número 1.000 durante la presente semana, orientado por Víctor Lucero Montenegro.

Tiempos de Colprensa con Orlando Cadavid Correa, Arturo Jaimes, Ángel Romero Bertel, Giraldo Gaitán y César Vallejo.

El país y el periodista deben coincidir con un oficio humano, amigable, discreto. Que primero esté una formación adecuada, parcializada hacia lo que requiere Colombia, que no es la permanente violencia y hacerle juego a quienes siguen acabando con la Nación. Que desde un principio las universidades no engañen ni al aspirante ni al estudiante, ayudándoles a definir si servirán o no para el oficio. Que entre todos diversifiquemos las destrezas, de manera que haya conciencia en la profesión, más empleo, estabilidad laboral y mejor remuneración.

Lo grave del asunto: difícil encontrar quién defienda al oficio y sus trabajadores. Para cada gobierno y legisladores, mejor un periodismo sometido, zombi. Las universidades, venda y venda matrículas. Los gremios periodísticos, tocando fondo, sin periodistas y fantasmales, de veras. Ojalá la pandemia haya puesto a pensar a miles de aspirantes, para que a tiempo se arrepientan. Y batallones de desempleados y mal remunerados, que pasen la voz, ¿por qué y para qué estudiar periodismo y comunicación social?

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