Según OlimpIA, empresa líder en confianza digital, el mercado global de tecnologías biométricas continúa en expansión con una proyección de más de 5 billones de pesos para 2025, lo que representa un crecimiento sostenido de un 19% anual para el periodo de 2025 a 2030. En Colombia, esta tendencia se refleja en el aumento del 21 % en el uso de herramientas como el reconocimiento facial, impulsando la transformación digital en sectores clave como banca, salud y comercio electrónico.

En ese contexto, una nueva frontera tecnológica empieza a consolidarse: la biometría cardíaca. A diferencia de métodos tradicionales que dependen de rasgos visibles como la huella dactilar o el rostro, este sistema de identificación que se fundamenta en el registro y análisis del patrón eléctrico único generado por la actividad del corazón de cada individuo, es decir, los movimientos específicos que produce al bombear sangre.
La lectura de estos impulsos mediante sensores y algoritmos de inteligencia artificial permite autenticar la identidad del usuario de forma continua. Este mecanismo podría aplicarse a cualquier interacción digital, brindando un nivel superior de seguridad y garantizando que cada acceso o transacción esté protegido por una señal biométrica única e intransferible.
Para identificar a una persona, se analizan cinco elementos clave: la dinámica, el ritmo, timbre, tono y tonalidad del latido. La combinación de estos factores conforma una especie de «firma cardíaca» única, que ha demostrado una precisión del 96,6 % en pruebas experimentales, según investigaciones de la Universidad Carlos III de Madrid, España, junto con la Shahid Rajaee Teacher Training University de Irán.
“Estamos transitando hacia una era en la cual la autenticación será natural y casi imperceptible. Los avances en biometría representan el siguiente paso para proteger la identidad digital de forma segura y sin fricciones, reduciendo significativamente los riesgos de fraude o suplantación”, afirma Simbad Ceballos, CEO de OlimpIA.
Además de su alta confiabilidad, la biometría cardíaca se perfila como una solución altamente inclusiva y adaptable, capaz de ofrecer identificación precisa en contextos donde otros sistemas fallan. Su aplicación es especialmente valiosa en poblaciones con discapacidades, personas mayores o en entornos donde los métodos tradicionales presentan limitaciones técnicas o éticas.
Este tipo de autenticación se proyecta como el inicio de una nueva era de validación de identidad, donde los sistemas no solo verifican quién es el usuario, sino también cómo interactúa con su entorno digital. “Estamos avanzamos hacia una biometría que frente a otros métodos biométricos como el iris o la voz, ofrece un nivel de seguridad superior por su carácter involuntario y prácticamente infalsificable”, agrega Ceballos.
Entre sus principales beneficios, la biometría cardiaca supera limitaciones que se pueden presentar con otros métodos de validación, además:
- Cuenta con disponibilidad inmediata, teniendo en cuenta que los latidos del corazón son constantes y permiten validar a una persona en cualquier momento.
- Es altamente preciso, puesto que está tecnología resiste a intentos de suplantación como el deepfake, donde se utilizan elementos e inteligencia artificial para hacerse pasar por alguien más.
- Brinda seguridad, su carácter interno dificulta su falsificación, copia o uso indebido.
- Su portabilidad ya ha sido comprobada, por medio del uso de dispositivos como relojes inteligentes con sensores, con los cuales se pueden tomar la frecuencia cardiaca.
Para que esta tecnología demuestre todo su potencial como tecnología segura y confiable, es fundamental implementarla bajo principios de responsabilidad y buenas prácticas. Desde OlimpIA, se recomiendan las siguientes medidas clave para garantizar su uso ético, efectivo y alineado con los estándares de confianza digital:
- Usar métodos adicionales solo cuando sea necesario: en operaciones críticas o de alto riesgo, complementar la autenticación con contraseñas, PIN o llaves digitales, sin afectar la experiencia habitual del usuario.
- Configurar políticas según el riesgo: exigir verificación adicional en transacciones de alto valor o accesos sensibles.
- Guardar los datos en el dispositivo: mantener la información biométrica almacenada directamente en el equipo del usuario, no en servidores externos, para proteger mejor su intimidad.
- Respetar la privacidad: ser claros con las personas sobre cómo se usan sus datos, para qué sirven y el periodo durante el cual los datos biométricos permanecerán almacenados.
Estas medidas no solo protegen compras o accesos, sino que son fundamentales para cuidar la identidad y fortalecer la confianza en los ecosistemas digitales, construyendo espacios más seguros para todos.
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