Diego E García C MD.

Varios de los grandes retos que enfrentamos a diario y a lo largo de nuestras vidas, son los relacionados con las emociones. No creo que exista alguien en este mundo que por lo menos una vez en su vida, se haya dejado llevar por la ira, el miedo, la tristeza, el asco e incluso la alegría. En una presentación del Dalai lama (máxima autoridad del budismo tibetano) le preguntaron que cómo controlar la ira en la vida diaria, y uno pensaría que una persona como él, que ha sido cultivada desde niño en; meditación, amor y respeto, no tendría lugar en su ser para una emoción como esta; sin embargo, respondió: “cuando me enojo grito”. Las emociones son parte de nosotros y están desde siempre, pero como las cultivamos y las gestionamos marca la diferencia en nuestro diario vivir.

Este gritar que menciona el Dalai Lama es un mecanismo de liberación de la energía generada por esa emoción, debemos tener claro que no es pecado sentir ira u otra emoción, lo que se convierte en un problema es cómo respondo ante lo que estoy sintiendo, desde gritar hasta cometer un acto mayor. ¿Cómo podemos evitar llegar a actos serios y graves para nosotros y los demás, impulsados por un sentimiento? Con educación en inteligencia emocional.

Las emociones se convierten en consejeros, tomamos decisiones bajo el efecto de los neurotransmisores que se generan en nuestro cerebro y actúan en nuestro cuerpo, terminamos diciendo y haciendo cosas que no queríamos hacer, terminamos siendo dominados por nuestras emociones. Controlar nuestra mente, nuestros propios pensamientos, emociones y sentimientos es el gran reto de todos los días, si logramos hacer esto, entendiendo que es un proceso, lograremos tener control sobre nosotros, en ese punto seremos capaces de todo. Somos nuestro mejor o peor amigo.

Sentir las emociones es el primer paso, experimentarlas y entender por qué nos sentimos así. Crecimos reprimiendo lo que sentimos, somos una sociedad machista donde un niño no puede llorar, porque los hombres no lloran, o llorar es un signo de debilidad, no podemos sentir ira o tristeza, porque somos juzgados y etiquetados, dejo de llamarme con mi nombre y pasó a ser “el malgeniado” o “el triste”, y todo lo que haga va a estar marcado por eso.

Después de sentir la emoción, de experimentarla debo dejar salir la energía y es ahí donde herramientas como: meditar, orar, hablar y hasta caminar pueden ser útiles. Es un proceso que requiere de acompañamiento, nunca estamos solos. En su intervención el Dalai Lama continuaba su relato diciendo que después del grito, seguía con sus actividades, es decir, sintió la emoción, liberó la energía, pero siguió su tarea, continuó su vida sin esa emoción, muchas veces nosotros continuamos cargando la ira de ayer, el miedo de la niñez o la tristeza de hace 5 años. ¿Qué emociones cargas y desde cuándo en tu vida?

Cuando estamos de mal genio y gritamos a alguien creemos que herimos al otro, pero el principal afectado es uno mismo, somos a la vez victimarios y víctimas de nosotros mismos, generalmente después de una discusión, damos paso a otras emociones como la tristeza, nos sentimos cansados física y mentalmente, y vemos el impacto en nuestro cuerpo, llegamos a tener dolor de cabeza después de una fuerte discusión. 

Es importante aprender a sentir, explorar y liberar nuestras emociones, sobre todo esta última parte, la de liberar debe tener una consideración especial, se debe evitar que la respuesta sea violenta, no se trata de estar de mal genio e ir gritando por todas partes. Tenemos más herramientas para liberar esa tensión acumulada en nuestro cuerpo, y cada día, si lo hacemos de forma consciente tendremos más control sobre nosotros. Pero se debe encontrar el camino para liberarla, ¿cuántas personas se han infartado durante o después de una confrontación? Varias, sin importar edad, cultura o género.

Las emociones como la ira, tristeza y miedo, fueron categorizadas como negativas y no es así, hacen parte de nosotros, de lo que somos, lo que llega a ser negativo es nuestra respuesta. Cada uno de nosotros tiene todos los días la oportunidad de experimentar y controlar sus propias emociones y respuestas.  Sun Tzu en su libro “El arte de la guerra” menciona que, para vencer al enemigo, debemos conocer al enemigo. La propuesta es exactamente esa, conocer a nuestro enemigo, que está en nuestro interior y para hacerlo, debemos dejar salir lo que reprimimos, lo que sentimos, solo así lograremos convertirnos en un apoyo para nosotros mismos, nos conoceremos de forma verdadera. Sentir nuestras emociones nos libera. 

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