Por Carlos Alfonso Velásquez

Es evidente que durante la posmodernidad (o modernidad tardía) de occidente se ha acentuado la descristianización de las sociedades, lo cual se ve reflejado, por ejemplo, en algunos términos que se han adoptado en nuestra sociedad pese a que nuestra cultura es de base católica. No es sino caer en la cuenta de que en estos días se escuchó mucho más el “Felices Fiestas” que el desear una “Feliz Navidad”. O que se ha perdido la costumbre de decir “Que en Paz Descanse” al referirse a alguien que murió, y se haya generalizado el “paz en su tumba”.

No obstante, en los últimos años se ha estado observando una tendencia que denota un cierto resurgir religioso en la juventud. Es así como se han publicado noticias sobre el creciente número de bautizos en lugares donde menos se esperaba pues ocurren en países donde el proceso de descristianización ha sido más acentuado: por ejemplo, Francia, Reino Unido, Bélgica e incluso Suecia. Dicho lo anterior, lo que más llama la atención es que, según algunos estudios, el perfil mayoritario es el de a) jóvenes, b) hijos de nuestra época, c) personas que no han tomado esa decisión por sugerencia de sus padres. La pregunta que surge entonces es: ¿por qué ese retornar de la fe?, ¿qué tiene el cristianismo que atrae a esas personas? Las posibles explicaciones son variadas, pero podemos enfocarnos en algunos elementos de la tendencia.

 ¿Se estaría percibiendo la fe como algo revolucionario en una sociedad nihilista que ya no cree en nada? Si así es, ser conservador y apreciar la religión católica sería algo “punk” por ser distinto, y lo distinto siempre ha atraído a la juventud. Esto podría explicar la aparición en España de cantantes como Rosalía e influencers como Pablo García, y la producción de series como “Los Elegidos” y películas como “Los Domingos” que muestran interés por la fe católica como fondo narrativo y simbólico.

Ahora bien, si pasamos la mirada a Francia, un estudio realizado por Famille Chrétienne y Aleteia revela que, con una muestra de casi 900 catecúmenos, el 78 % de ellos ha sido influido en su acercamiento a la fe católica por las redes sociales y que el 84 % sigue a creadores de contenido cristiano. Del total, el 73 % tiene entre 17 y 35 años, y el 44 % es menor de 25. Además, el 65 % proviene de un entorno familiar no creyente y aproximadamente la mitad afirma haber descubierto la fe por iniciativa propia. Las conclusiones señalan que los jóvenes catecúmenos, especialmente aquellos entre 15 y 18 años, practican su fe por elección personal y asisten a misa por convicción, incluso en algunos casos sin contar con el respaldo de su familia.

En fin, además de la influencia de algunas “celebrities”, el despertar religioso puede deberse a que muchos jóvenes occidentales están redescubriendo el valor del legado cultural cristiano. Aún más, si se mira hacia América, y en concreto al amplio sector denominado comúnmente como conservador, entonces podrían incluirse personalidades como Jordan Peterson, Charlie Kirk (Q.E.P.D) y quienes se manifiestan contra la cultura woke, así como cantantes puertorriqueños que públicamente dieron un giro hacia la espiritualidad como Farruko o Daddy Yankee. Lo cierto es que, si la corriente descrita es solo una moda, entonces se trataría de una moda que está canalizando algo más profundo, pues se percibe diálogo y reflexión sobre lo que se está produciendo. Al constatar el mundo líquido en el que vivimos (en especial en cuestiones de sexualidad, género, formas de convivencia, inicio y fin de la vida, etc.), la pregunta que surge es: ¿No estará naciendo una tendencia a considerar que esas “libertades” ilimitadas, más que liberar, provocan una sensación de vacío en las nuevas generaciones?

Otra explicación, que incluye la anterior, está inspirada en la lectura del libro “Desafíos entre fe y cultura. Dos hermanos de sangre en la dinámica de la modernidad”, de Paul O’Callaghan (2023), y es esta: hoy parece renacer la intuición de que existe una “fuerte razonabilidad” en las propuestas antropológicas, sociales y políticas inspiradas por la fe católica. Si es así, en realidad estaría sucediendo algo similar a lo que ya vivió el cristianismo en los primeros siglos, cuando trató de explicar que la fe –Jesucristo– tenía que ver con la inteligibilidad que los griegos percibían en toda la realidad. Es decir, que Cristo es el “logos divino”, Él era quien infundía sentido, orden y armonía a la existencia material.

En últimas, el fenómeno antes descrito parece indicar que se está ampliando un camino de evangelización: el de mostrar con naturalidad la propia fe y el fruto existencial de una vida alimentada por la fe. Y es que todos estamos en permanente búsqueda de verdad, razonabilidad, bondad, vida divina y humanidad.

También puede leer: