
Por Iván Hernández Umaña *
Muchos se preguntan: ¿por qué el dólar en Colombia no se disparó a $8.000 como algunos auguraban? Para entenderlo, no basta con mirar solo al presidente de turno o a un dato aislado: hay que verlo como un fenómeno emergente.
En ciencia, hablamos de “emergentismo” cuando las partes pequeñas, al interactuar, generan un resultado mayor que no se explica sumando esas partes. Una canica sola, rueda en línea recta. Pero muchas canicas juntas, al chocar y moverse, pueden terminar girando en círculos. El resultado no está en la canica individual, sino en la interacción del conjunto.
El dólar funciona igual. No depende solo de un ministro o de un banco, sino de la interacción de millones de decisiones: inversionistas que compran bonos, exportadores que venden café, turistas que gastan en el exterior, bancos que ajustan tasas, gobiernos que inspiran o pierden confianza. Cada decisión es como una canica. Lo que emerge de todas esas interacciones es la tasa de cambio.
Por eso no basta con explicar que “el dólar está bajo por narcotráfico” o que “subirá por las elecciones”. Son simplificaciones que ignoran la complejidad del sistema. Lo que sostiene hoy al dólar alrededor de $4.000 es la confluencia de comercio internacional, confianza institucional y flujos financieros globales.
El mensaje es claro: el dólar no es un termómetro de un solo actor, es un patrón emergente de la economía mundial y nacional. Como ciudadanos, lo que podemos exigir es que nuestras instituciones construyan confianza y diversifiquen la economía, para que ese patrón emergente juegue a favor de un futuro más estable y justo.
* Académico de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas y Profesor de la Universidad Nacional de Colombia
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