Atahualpa Yupanqui * I-31-1908- +V-23-1992

Por Édgard Hozzman

El 3 de mayo de 1979 preparé la carpeta de presentación para la rueda de prensa en la que se lanzaba la gira por Colombia y un álbum con la recopilación de los grandes éxitos del maestro Atahualpa Yupanqui.

En alguna oportunidad un cantante argentino me comentó sobre la tendencia izquierdista del maestro Yupanqui. Lo que no me aclaró fue que él había roto con el tema en 1952.

Teniendo como base la información hice una breve reseña histórica haciendo énfasis en su “tendencia política”. Para mi sorpresa y la de los asistentes, cuando le entregué la carpeta me dijo: “espero que no me haya matriculado en ninguna causa política, mi obra lírica y mi guitarra no conocen fronteras ni tienen color político, no sé a quién se le ocurrió relacionarme con la izquierda. Lo mío es el folclore”.

El trabajo discográfico de Atahualpa Yupanqui tuvo el primer reconocimiento por parte de Edith Piaf quien lo invitó a que actuara en París en 1950. En el decenio del setenta, su obra tuvo una gran difusión en las voces, Alberto Cortez, Mercedes Sosa, Jorge Cafrune, entre otros artistas.

Ofrecí mis excusas al maestro y salí de prisa a solucionar el impase. No había un teléfono cerca y con la colaboración de un taxista, por medio de su radioteléfono y el concurso de la operadora, le dicté a la secretaria de la compañía CBS, el nuevo texto del boletín, mientras iba rumbo a la sede en Palermo. La rueda de prensa se realizó en una bella y antigua casona de la candelaria.

En aquella época aquella los boletines se reproducían en mimeógrafo, había que picar un esténcil para montarlo en el rodillo y cruzar los dedos para que no se manchara.

El maestro se hospedaba en el Hotel Continental, en la carrera 3 con Avenida Jiménez. Él amaba el sector colonial y sus librerías, donde encontraba obras de escritores nacionales como José Manuel Marroquín, Vargas Vila, Guillermo Valencia y José Asunción Silva, por quien tenía especial devoción.

Atahualpa infundía respeto. Su personalidad, obra, inspiración y talento lo proyectaban a una dimensión superior.

Carátula de uno de los discos del maestro Atahualpa,

LA GIRA

El 9 de mayo comenzó el tour de Atahualpa con el siguiente itinerario: mayo 10, Teatro Tolima Ibagué. E 14, Club del Comercio Pereira. El 15, Teatro Fundadores Manizales. Luego, 16 y 17 en el Teatro Municipal Cali. El 24, Teatro Unión Bucaramanga. Luego, 27 y 28 en el Teatro Pablo Tobón Medellín y finalizaba los días 30 y 31 en Teatro Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá.

“Sigo poniéndole música a la nostalgia, he escrito en estos días en París, El juglar. Cuando los hacheros golpean el quebracho, en la mañanita, los nidos de la selva quedan sin pájaros; el miedo la sorpresa los ahuyenta.

Queda el monte sin trinos y sin alas. Por eso yo sigo haciendo chacareras, vidalas y cantares lejos de mis algarrobales; algún día mis cantos poblaran a la selva silenciosa.

No soy yo, son los abuelos que mandan dentro de mí, hermano”.

Así saludó a la audiencia del Teatro Pablo Tobón Uribe, en un alto porcentaje de estudiantes universitarios, quienes lo aplaudieron y se identificaron con su obra.

A su arribo al aeropuerto Olaya Herrera de la capital antioqueña citó una reflexión de Goethe: “Hasta el éxito se compra, solo la gloria de conquista” como un homenaje a Carlos Gardel, quien murió en un accidente de aviación en ese aeropuerto.

Lo recibieron algunas periodistas jóvenes quienes le hicieron las acostumbradas preguntas de cajón. De un momento a otro Atahualpa cambió el rol y de entrevistado pasó a entrevistador. “¿Señoritas cómo se llama ese cerro que esta al fondo?”. No hubo respuesta y el maestro no solo dio el nombre: Asomadera, sino que también citó los del Nutibara, El volador y El Picacho, haciendo énfasis del encanto de Medellín y su historia.

Después de su presentación en el Teatro Pablo Tobón Uribe, durante la cena me preguntó: “¿muchacho por qué no habla?, ¿por qué se limita a escuchar y no opina? “Maestro –le dije– porque a su lado, cada día aprendo a conocer más la vida y el folclore”.

A partir de ese día nuestras tertulias fueron mucho más frecuentes. Gracias a él descubrí un nuevo concepto poético, a querer el folclore y a mi maestro Johann Wolfgang von Goethe.

Excelente conversador, dueño de una memoria prodigiosa, recordaba con precisión apartes de la obra de José Asunción Silva, hablaba de sus correrías por las montañas del Cauca en compañía del expresidente Guillermo León Valencia, comentaba sobre su admiración por Gardel y cuando recordaba a Javier Solís, le rayaba su devoción. Para el maestro, el cantante mexicano era la mejor voz de todos los tiempos de Hispanoamérica y como homenaje póstumo le compuso una canción.

UNA EMOCIÓN EN LA MONTAÑA

De Pereira a Manizales viajamos por tierra y antes de llegar a la capital caldense, en lo alto de la cordillera central hizo detener el automóvil para solazarse con el verde de los inmensos cafetales. Exteriorizando a media voz su pensamiento, “Colombia bella esmeralda de Los Andes”

En Cali me dijo: “Edgard, este es un homenaje a tu tierra. El día que muera publícala para que los colombianos sepan lo que pensaba este viejo trovador de esta tierra amable”. Atahualpa murió el 23 de mayo de 1992, cumplí su voluntad. La persona que más se animó leyéndola fue Juan Gossaín.

“Amigos colombianos: Ya me voy de esta tierra. Ya dejo este paisaje donde el verde mayor juega su acorde de arpas y guitarras amigas de la copla y el sueño.

Pido perdón y comprensión para mis yerros. Suplico amor para mi salmo antiguo, que quiere renovarse cada día, para alcanzar más brillo que la lágrima, aquella que es nacida en verdaderos sentimientos de la fraternidad americana.

Adiós Colombia esmeralda sensible y mano amiga”.

Atahualpa Yupanqui 31 de mayo 1979.

El original y el libro que me dedicó se lo obsequie a Julio Sánchez Cristo.

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