Por Mauricio Salgado

Mariana cerró la puerta del carro con más fuerza de la necesaria. Había sido un día difícil: reuniones interminables, tráfico insoportable y un mensaje que la había hecho sentir frustrada. Su mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos negativos. Pero en lugar de dejarse arrastrar por el mal humor, activó su ritual de rescate emocional.

Giró la llave del auto y, de inmediato, el aire acondicionado esparció una fragancia a lavanda y cítricos que llenó el espacio. Inspiró profundamente y su cuerpo comenzó a relajarse. Puso su lista de reproducción favorita, una mezcla de sonidos suaves con ritmos alegres, y dejó que la música la envolviera. Antes de arrancar, tomó su teléfono y miró una imagen de una playa que siempre la hacía sentir en paz. En solo unos minutos, su respiración se había calmado y una ligera sonrisa apareció en su rostro.

Cuando llegó a casa, encendió una vela con aroma a vainilla, dejó que una melodía instrumental la acompañara mientras preparaba algo de comer y se permitió disfrutar el momento. Su estado de ánimo había cambiado por completo. Lo que parecía un día arruinado se transformó en una noche tranquila y reparadora.

Cómo los Sentidos Cambian Nuestro Estado de Ánimo

La experiencia de Mariana no es casualidad. Nuestro estado emocional está profundamente influenciado por los estímulos sensoriales que nos rodean. La ciencia ha demostrado que ciertos olores, sonidos e imágenes pueden activar neurotransmisores en el cerebro que regulan nuestras emociones.

El Olfato: Un Acceso Directo a las Emociones

El sentido del olfato está directamente conectado con el sistema límbico, la parte del cerebro encargada de las emociones y la memoria. Por eso, un aroma puede transportarnos instantáneamente a un recuerdo feliz o inducirnos una sensación de calma.

Lavanda, manzanilla y sándalo ayudan a reducir el estrés y la ansiedad al estimular la liberación de serotonina y endorfinas.

Cítricos como naranja y limón despiertan la mente y aumentan la energía, favoreciendo la producción de dopamina, el neurotransmisor del placer y la motivación.

Menta y eucalipto tienen un efecto revitalizante que combate la fatiga mental.

Tener fragancias estratégicamente distribuidas en el auto y la casa puede hacer que, con solo respirar, se active un estado emocional más positivo.

La Música: Un Impulso para el Cerebro

El sonido tiene un impacto profundo en el estado de ánimo. La música influye en la producción de dopamina, la misma sustancia que nos hace sentir placer al comer algo delicioso o recibir una buena noticia.

Música relajante o instrumental disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Ritmos alegres y enérgicos aumentan la dopamina y la serotonina, mejorando el estado de ánimo.

Sonidos de la naturaleza como lluvia, olas o viento inducen tranquilidad y concentración.

Crear una lista de reproducción con canciones específicas para cada momento del día es una estrategia efectiva para controlar las emociones y mejorar el bienestar.

El Poder de lo Visual: Lo Que Ves, Sientes

Las imágenes también tienen un efecto inmediato en nuestro cerebro. Estudios han demostrado que mirar paisajes naturales, colores cálidos o fotografías de recuerdos felices activa el cortex visual y el sistema de recompensa del cerebro, generando una sensación de placer y calma.

Tonos azules y verdes transmiten serenidad.

Colores cálidos como amarillo y naranja generan optimismo.

Imágenes de paisajes, animales o momentos felices activan emociones positivas.

Colocar una foto inspiradora en el auto o en la casa y dedicar unos segundos a observarla puede ayudar a cambiar el enfoque mental y reducir el estrés.

Un Ritual Sensorial para Reiniciar el Día

Incorporar una rutina de experiencias sensoriales puede convertirse en una herramienta poderosa para mejorar el estado de ánimo en minutos.

1. En el Auto:

Usa una fragancia agradable (cítricos si necesitas energía, lavanda si buscas calma).

Escucha música que te haga sentir bien.

Observa una imagen que te inspire antes de arrancar.

2. En Casa:

Usa velas aromáticas o difusores con aceites esenciales.

Pon música relajante o estimulante según lo que necesites.

Ten en tu espacio cuadros o fotografías que evocan emociones positivas.

Conclusión

Las emociones no tienen que controlarnos. Podemos influir en nuestro estado de ánimo a través de experiencias sensoriales diseñadas para generar bienestar. Con pequeñas acciones, como respirar un aroma reconfortante, escuchar una canción especial o mirar una imagen inspiradora, podemos transformar un mal día en una experiencia mucho más placentera. La clave está en crear estos recursos y tenerlos siempre listos para cuando los necesitemos.

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