Nuevas evidencias del interior terrestre replantean el origen de la habitabilidad del planeta
El origen de la vida en la Tierra sigue siendo una de las grandes preguntas de la ciencia. Aunque durante décadas se han estudiado la atmósfera, los océanos y la superficie del planeta, nuevas investigaciones apuntan ahora hacia un lugar mucho más profundo: el límite entre el núcleo y el manto terrestre.
Un descubrimiento reciente podría aportar pruebas fundamentales sobre por qué nuestro planeta desarrolló condiciones únicas para albergar vida.

Un hallazgo en las profundidades del planeta
El interior de la Tierra está organizado en varias capas, el núcleo interno, el núcleo externo, el manto inferior y el manto superior. Sin embargo, un equipo de científicos ha identificado nuevas estructuras situadas justo en la frontera entre el núcleo y el manto, a unos 3.000 kilómetros de profundidad.
Estas formaciones no encajan con los modelos clásicos y podrían representar vestigios de los primeros momentos de la historia del planeta.
El estudio, liderado por el geodinamicista Yoshinori Miyazaki, de la Universidad Rutgers (Estados Unidos), fue publicado en la revista científica Nature Geoscience.
Sus conclusiones surgieron al intentar resolver una contradicción entre los modelos teóricos y los datos sísmicos reales del interior terrestre.
El legado de un antiguo océano de magma
Hace miles de millones de años, poco después de su formación, la Tierra albergaba un gigantesco océano de magma en sus capas más profundas.
Según los modelos iniciales, este magma debía haberse enfriado formando capas bien definidas. Sin embargo, los estudios sísmicos actuales muestran algo muy distinto, regiones irregulares donde las ondas sísmicas se desplazan más lentamente de lo esperado.
Estas zonas reciben nombres técnicos como “provincias de baja velocidad de ondas de corte” y “zonas de velocidad ultrabaja”.
Algunas están adheridas directamente al núcleo y presentan una forma similar a charcos de lava, mientras que otras están compuestas por roca extremadamente caliente y densa.
Estas últimas son tan grandes como continentes y existen dos principales, una bajo África y otra bajo el océano Pacífico.
Una mezcla inesperada que cambió la historia del planeta
La clave para explicar estas estructuras parece estar en la interacción entre el núcleo y el manto a lo largo de miles de millones de años. Elementos como el silicio y el magnesio habrían migrado desde el núcleo hacia el manto, mezclándose con los materiales existentes y dando lugar a nuevas composiciones minerales.
Esta mezcla alteró la densidad y el comportamiento dinámico de esas regiones profundas.
Según los investigadores, estas formaciones serían auténticos “fósiles” del interior primitivo de la Tierra, huellas directas de cómo evolucionó el planeta desde sus primeras etapas.
¿Por qué esto es importante para la vida?
La densidad y la estructura interna de la Tierra influyen directamente en procesos como el vulcanismo, la tectónica de placas y el campo magnético.
Todos ellos desempeñan un papel esencial en la estabilidad climática y en la protección del planeta frente a la radiación solar, factores fundamentales para el desarrollo y la permanencia de la vida.
Los científicos plantean que estas estructuras profundas pudieron contribuir a crear un equilibrio interno único, favoreciendo condiciones que otros planetas rocosos no alcanzaron.
Esto podría ayudar a explicar por qué la Tierra es tan diferente de Venus, mucho más denso y hostil, o de Marte, más ligero y geológicamente inactivo.
Textos y fotos: www.elmundoalinstante.com
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