
Por Álvaro Ayala
Le hizo más daño al Centro Democrático la libertad del expresidente Álvaro Uribe, que el mismo carcelazo. Hablamos desde lo político, que al final de cuentas es lo que más interesa a los mismos políticos.
Cuando el doctor Uribe Vélez estaba privado de la libertad, hasta en la luna hablaban de su caso. Ganó la narrativa que la jueza Heredia se extralimitó a la hora de emitir la sentencia. La calle dijo que destapó su odio personal al meterlo tras las rejas. Las decisiones posteriores del Tribunal y la Corte Suprema de Justicia en favor del exmandatario pusieron el último clavo en el ataúd a la togada. Famosa un día, desprestigiada el resto de vida.
En Paloquemao Bogotá, sede del sistema neurológico de la justicia penal nacional, todavía hay rumores sobre el reparto del proceso. Allá los litigantes torcidos dicen, si cuadramos el reparto te diré cuánto es mi bono de éxito.
Los medios de comunicación siempre se referían al famoso preso. En las redes sociales nuevas trincheras de enfrentamientos no paraban las opiniones a favor o en contra. Bajo esas circunstancias el expresidente Uribe tenía el rótulo de víctima. Despertaba más solidaridad que odio. El proceder y justificación de la jueza 44 fue un tiro en el pie que se pegaron sus enemigos. Otro negocio chueco del cartel de la toga, decían en la calle. La solidaridad universal se puso del lado del exjefe de Estado. El canciller de EEUU, Marco Rubio, se convirtió en abogado de oficio hasta encontrar eco y apoyo más allá de las fronteras.
Cuando Uribe Vélez quedó libre nadie volvió a hablar del caso y el Centro Democrático perdió el viento de cola que le daba impulso para elevar a sus precandidatos. Hoy del doctor Uribe se habla poco y el Centro Democrático ya piensa en alianzas con viejos enemigos para no perder protagonismo. Ganó Uribe, perdió su partido. Sus dirigentes y militantes dejaron sola a María Fernanda Cabal. Está sosteniendo la campaña sin compañía. Va camino a partido de garaje tipo Cambio Radical, conservadores, liberales, la U, verdes, centro y otros demonios.
¿Necesitan pruebas? Aquí van. Álvaro Uribe arrimó a las malas al marciano Uribe Londoño. José Obdulio Gaviria, es promotor y jefe de debate del santista Pinzón. Alicia Arango con Vicky Dávila. Paloma Valencia en coqueteos con Sergio Fajardo. Solo falta que Tomás y Jerónimo se vayan con Cepeda, Efraín no Iván.
Ser antipetrista no significa ser uribista. Ser antiuribista no significa ser petrista. Los partidos políticos son como los quesos, tienen fecha de caducidad. Esperamos que a los señores Uribe, Petro, Gaviria y Vargas Lleras no se les peguen los delirios de Putin y Xi Jinping, quienes están buscando alargar sus vidas hasta los 150 años.
Uribe, Petro, Vargas Lleras, Samper, Pastrana, Santos, Duque y César Gaviria no tienen candidato. Por ahora.
Cuando Petro se vaya no lo mencionen ni para insultarlo. El olvido que serán es la tumba de los políticos vivos.
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