Por https://www.unav.edu/noticias

“Uno de los retos a los que se enfrenta el mundo moderno es la magnanimidad, casi no existe”. Así lo expresó Alexandre Havard, abogado, escritor y conferenciante en un encuentro organizado por la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra. 

El divulgador y creador del Sistema de Liderazgo Virtuoso, y fundador de institutos de formación en el mundo sobre esta materia, analizó su visión del liderazgo “crecer, haciendo crecer a los demás”, y expuso ante profesores, personal no docente  y estudiantes de la Universidad cómo hoy en día no existen líderes, sino managers. “A veces se confunde al jefe, al manager, con el líder. Un manager hace avanzar planes, fija metas, pero no necesariamente es líder. Vivimos en una sociedad que demanda este tipo de perfiles”, expresó.

El escritor en una charla en la Universidad de Navarra.

Asimismo explicó que liderazgo es una cuestión de carácter, y que, para cultivarlo, era fundamental trabajar en dos virtudes esenciales, sin las cuales no puede desarrollarse: la magnanimidad y la humildad. “La magnanimidad significa grandeza, es la esperanza en uno mismo. La humildad se entiende como el servicio a los demás”, manifestó. 

Trabajar en el autoconocimiento resulta fundamental para identificar qué temperamento tiene la persona. Según Havard, este paso es imprescindible para establecer áreas de mejora. Así, analizó cuatro tipos de temperamento: el colérico, guiado por la consecución de metas; el flemático, orientado a la racionalidad, al aspecto científico y matemático; el melancólico, guiado por la creatividad; y el sanguíneo, que se deja llevar por la filosofía de vida carpe diem. Cada uno de ellos tiene unas debilidades concretas sobre las que la persona debe trabajar, para conseguir ser magnánimos. “Es un trabajo a largo plazo”, expresó. 

Por último, Havard expuso algunas claves para desarrollar un liderazgo virtuoso, que se centran en el fortalecimiento de la magnanimidad. El ponente incidió en la importancia de que la persona tuviera a su alrededor otras personas magnánimas, para que pudiera observar “cómo piensan, con qué sueñan y vea cómo esas otras personas transforman ese pensamiento en acción”.

Havard apeló a “crear un entorno magnánimo”. Además, recalcó la importancia de que la persona hiciera un “plan vital para sí mismo”, analizando qué influencias y estímulos tiene a su alrededor. “Todo lo que ves y escuchas, es lo que te va a hacer crecer o disminuir, por este motivo es importante saber elegir, por ejemplo, qué leer o qué película ver”, concluyó. 

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