Por Guillermo Romero Salamanca

Aunque la localidad de La Candelaria es la más pequeña de Bogotá, es la más visitada por turistas locales, regionales, nacionales e internacionales.

Cada metro de La Candelaria muestra un símbolo histórico de la ciudad o de Colombia.

Es un gran barrio repleto de contrastes. Así ha sido siempre. Allí nació la economía nacional y en los salones del Capitolio se redactan las normas para todo el país.

Por su famosa carrera Séptima han desfilado desde Bolívar cuando llegó glorioso de la Batalla de Boyacá, hasta reinas, reyes, presidentes, líderes políticos y manifestantes.

Torres, balcones y techos rojos de La Candelaria.

Es el punto de la democracia.

Situarse en la Avenida Jiménez con séptima es encontrarse en un lugar de miles de historias. Desde el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, los encuentros de esmeralderos, la muerte de un paisano por un toro de casta en el ascensor del edificio Henry Faux, el crecimiento del diario El Tiempo, el nacimiento de CityTv, la emisión de billetes, los negocios del mercado del café en la sede de la Federación, hasta la venta de boletas los jueves de un gallo para un sancocho.

En La Candelaria todo es movimiento, pero, sobre todo, curiosidades.

Carrera Sétima con Avenida Jiménez.

La Candelaria ofrece variedad de gastronomía

El concepto de cafetería nació en pequeños lugares de onces donde se servía y se continúa sirviendo el famoso chocolate santafereño.

Se puede degustar desde los platos típicos nacionales como caldos de costilla, changua, calentados montañeros, carne asada, pollo sudado, sopa de mute, mondongo, caldo de raíz, ajiaco, sopa de plátano, bagre sudado o pepitoria, también se puede degustar comida auténtica italiana, francesa, china, argentina o japonesa.

Hay de todo

Por la calle caminan al unísono oficinistas de corbata y paraguas.  Deambulan músicos, malabaristas, vendedores ambulantes, agiotistas, gitanos y muchos abogados que merodean el edificio Nemqueteba donde están los juzgados penales y se mandan lustrar los zapatos donde don Mario, quien lleva 40 años escuchando historias de congresistas, tinterillos o abogados de provincia.

Cada rincón de La Candelaria es un epicentro de la historia. Por la Avenida Jiménez cruza el río San Francisco, que debió taparse hace unos 80 años. Está el banco de la República y cerca de allí, el Museo del Oro.

En la Séptima hacen fila para comprar buñuelos, se escuchan a serenateros amanecidos, se compran y se vende ganado, se comercializa con telas y se consiguen aretes, anillos, collares desde los cien mil pesos hasta los 10 millones, dependiendo de la pureza del oro y del color de las esmeraldas.

En la Plaza de Bolívar se escuchan leyendas de terror como la toma del Palacio de Justicia, las leyendas del Edificio Liévano, desde donde se administra la Alcaldía de la ciudad, la casa del Florero y en la catedral el reloj marca la hora con números romanos, pero el cuatro no está escrito como IV, sino que tiene cuatro palitos: IIII.

La Plaza de Bolívar, epicentro de la Democracia del país.

La Candelaria cuenta con la Casa de Nariño, los edificios del Congreso, el Palacio Arzobispal, una decena de museos, iglesias coloniales y el lugar donde las grandes personalidades como expresidentes de distintos países del mundo o los papas que han visitado al país, han pasado por esta localidad.

En estas calles hay historias de Bolívar, Santander, conciertos de ópera en el Colón o decenas de curiosidades por sus callejuelas que albergan a los estudiantes universitarios.

La Candelaria es sencillamente, espectacular.

Una abogada enamorada de su localidad

Ángela Quiroga –Abogada de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Derecho Administrativo y graduada de la Maestría en Derecho de la misma universidad—es la alcaldesa de La Candelaria.

Ángela Quiroga es la nueva Alcaldesa de La Candelaria
«La localidad de La Candelaria es la más apreciada de Colombia»: Ángela Quiroga.

Reside junto a sus padres hace 16 años en la localidad. Décadas atrás sus bisabuelos y abuelos se asentaron allí. Sus vivencias le han permitido conocer de primera mano las características de la localidad, y evidenciar el enorme potencial que tiene. 

“La Candelaria representa a Colombia. Es común encontrarse con colombianos de distintas regiones o extranjeros asombrados viendo sus edificios, escuchando la infinidad de historias, recorriendo sus museos, degustando los mejores ajiacos, escuchando conciertos en el Teatro Colón, viendo los desfiles del Batallón Guardia Presidencial, visitando sus hoteles o degustando sus platos en sus restaurantes centenarios”, cuenta la alcaldesa, quien dice estar enamorada de estas calles.

“Por miles de razones La Candelaria se ha convertido en el destino turístico de Colombia. A la gente le fascina tomar fotos de sus balcones, iglesias, edificios con arquitectura republicana, pero sobre todo de su gente”, agrega.

“Esta es una alcaldía de gran responsabilidad. Acá quedan la residencia del presidente –el Palacio de Nariño–, el Congreso, la alcaldía de Bogotá, las altas Cortes, varios ministerios y una diversidad de universidades. Contamos con la biblioteca Luis Ángel Arango y con las oficinas de cientos de abogados. Acá se hacen negocios, se compran y venden las más preciadas esmeraldas del mundo, hay joyerías de ensueño, exposiciones, actividades culturales por doquier y todas las posibilidades para tener fotos de cada rincón. Por eso, La Candelaria es el Primer Destino Turístico de Colombia”, comenta.

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