Hernán Alejandro Olano García.
La Ley 580 de 2000, en su artículo 1°, establece: “Institucionalízase como mes de la patria el período comprendido entre el 15 de julio al 15 de agosto de cada año, en el cual se exaltan los valores, símbolos patrios, manifestaciones autóctonas colombianas, en todo el territorio nacional” e igualmente, ordenó crear en cada distrito y municipio el comité de exaltación y preservación de los valores, símbolos y manifestaciones culturales autóctonas colombianas.
Cada comité de exaltación y preservación de valores, símbolos, manifestaciones culturales autóctonas colombianas, es el encargado, en el más pequeño municipio colombiano, o en las grandes ciudades, de la programación, coordinación y ejecución de todos los eventos que se realicen durante este período. Parece que la ley es letra muerta, salvo el artículo 9°, modificado por la Ley 929 de 2004, que dice lo siguiente: “Los museos, monumentos nacionales y centros culturales, permitirán el ingreso gratuito a sus instalaciones el último domingo de cada mes, así como el 20 de julio y el 7 de agosto de cada año”.
El 11 de noviembre de 1887, con ocasión del aniversario de la independencia de Cartagena, se estrenó en el Teatro Variedades de Bogotá un himno patriótico alusivo a la fiesta, con letra del presidente de la república Rafael Núñez y música del maestro italiano, nacionalizado colombiano, Oreste Sindici. La ejecución, llevada a cabo por un coro y orquesta formados por los mejores artistas de la capital, fue acogida con delirante entusiasmo, en parte por el prestigio del que gozaba el ilustre estadista y mandatario autor de la letra, por la significación patriótica de ésta, y por la belleza y grandiosidad de la música “digna no ya de la letra, sino de la República”, como lo señalaba en el # 69 de la Biblioteca Popular Colombiana el doctor José Ignacio Perdomo Escobar.
El tono marcial del coro con el que inicia nuestro himno y que como decía el doctor Julio César García Valencia: “parece abrir al corazón horizontes de luz y de esperanza; y la arrogancia y brío de la música que levanta en sus alas las estrofas”, fueron elemento principalísimo para que el himno se popularizara.
Así como “La Marsellesa” se impuso por encima de las divisiones dinásticas y políticas de los franceses, de la propia manera nuestro himno fue ganando terreno, fue penetrando en las masas, pues de acuerdo con la Ley 198 del 17 de julio de 1995, el Congreso de Colombia en el artículo 8 decretó que los canales y estaciones de televisión que tengan programación continua las 24 horas al día deben emitir diariamente la versión oficial del Himno Nacional de la República de Colombia dos veces al día, a las 6:00 a.m. y a las 6:00 p.m.
Nunca imaginó Núñez, que su Carta, la Constitución de 1886 sería sustituida en 1991; pero, lo que sí creyó es que su poema no trascendiera y ya cumple casi 135 años desde su estreno, siendo adoptado oficialmente por medio de la ley 33 de 1920 y, aun despertando emoción patriótica con la estrofa inicial:
¡Oh gloria inmarcesible!
¡Oh júbilo inmortal!
En surcos de dolores
El bien germina ya.
El profesor Max Grillo refería, que estando en una ceremonia oficial en Londres, un caballero inglés se acercó al ministro plenipotenciario, doctor Santiago Pérez Triana y le dijo: “Un país que posee un himno nacional tan majestuoso debe ser una gran nación”.
Cabe indicar, que el primer intento de himno nacional fue escrito por el prócer y poeta José María Salazar y Morales en 1814, cuya estrofa coral (nunca se musicalizó), decía:
A la voz de la América unida
De sus hijos se inflama el ardor,
Sus derechos el mundo venera
Y sus armas se cubren de honor.
Más adelante, en la batalla de Boyacá, la banda dirigida por el músico José María Cancino ejecutó la contradanza “La Vencedora”, que por varios años se tuvo por himno nacional, alternándose con otra contradanza, “La Libertadora”, que se había compuesto para homenajear a Bolívar a su entrada triunfal en Bogotá.
El 20 de julio de 1837 se estrenó en Bogotá una canción nacional que fue compuesta por el español Francisco Villalba, director de una compañía dramática. Su letra y música eran muy sencillas y tuvieron gran acogida:
Gloria eterna a la Nueva Granada
Que, formando una nueva nación,
Hoy levanta ya el templo sagrado
De las leyes, la paz y la unión.
Pasados unos años, en 1847, el músico inglés Enrique Price, fundador de la Sociedad Filarmónica de Bogotá ensayó otro efímero himno y, en 1849, con letra de don José Caicedo Rojas y música del maestro José Joaquín Guarín, se dio a conocer un himno en mi bemol mayor, compuesto para cuatro voces y orquesta, cuyo coro decía:
Rindamos homenaje
Al numen poderoso
Que grande y venturoso
A nuestro pueblo hará:
Rindamos homenaje
A la inmortal memoria
De aquellos que con gloria
Nos dieron libertad.
Luego, se repetía siete veces la palabra libertad.
Finalmente, hubo en la segunda mitad del siglo XIX otras poesías patrióticas cuyos autores eran Julio Arboleda, Martín Lleras, Manuel Marái Madiedo, Santiago y Lázaro M. Pérez, José María Pinzón Rico y José María Samper, que fueron integradas con música del maestro Ignacio Figueroa y se estrenó en 1873. Luego, con letra de don Lino de Pombo, el compositor holandés Carlos Van Oecken arregló otro himno y, finalmente, con letra y música de Manuel de Jesús Flórez y de Daniel Figueroa, respectivamente, se estrenó el “Himno a Bolívar” el 24 de julio de 1883, para celebrar el centenario del natalicio del Libertador.
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