Por Julián Escobar

Salvo contadas excepciones, no existe un interés marcado por encontrar los tesoros perdidos de la geografía colombiana. Lo que realmente tiene este territorio es una mezcla tan variada que lo que deberíamos estar haciendo todos es recorrerlo para encontrar ríos, especies, islas, nevados o lagos que nadie ha visto o que se han perdido en la memoria.

Tenemos la mayor extensión de mar sobre el Caribe, a pesar de nuestras propias zancadillas como casi cederle a Estados Unidos el Cayo Roncador a cambio de un buque y de no tener que reparar unos faros en nuestras islas instalados por el peor vecino del mundo. Recordemos que perdimos Panamá por el susodicho vecino y por nuestros errores de no ver lo obvio. Casi pasa lo mismo con San Andrés, Casanare, Leticia, Nariño y otros, pero azares del destino, nos salvaron de quedarnos reducidos a pocos metros cuadrados. En este caso, el San Andrés oculto nos demostró que hay una Polinesia en nuestros mares poco conocida y que es hora de mirar ya que aún la tenemos.

Pedro Serrana, explorador del siglo XVI naufragó en el mar Caribe y luego de más de siete años fue rescatado junto a un compañero, Bartolomé Camacho, quien llegó un viernes a la isla en un naufragio similar. En ese islote sin agua, sobrevive recogiendo caparazones de tortugas para que en estos se almacene el agua lluvia, comiendo peces y aves y con un refugio para esconderse del sol ardiente de medio día en la mitad de un mar inhóspito.  Sólo esta anécdota, en la cual también se basó Daniel Defoe para escribir Robinson Crusoe es suficiente motivo para mirar hacia ese país que tiene la forma del agua que no conocemos.

Un local, en 2007 había afirmado haber visto islas pequeñas en la mitad del mar y la Armada le cogió la caña para investigar. En 2008 el ARC Malpelo descubrió el Sand Cay, una isla pequeña cerca al cayo Serrana donde desovan tortugas en peligro de extinción y esto armó una especie de zona gris con Nicaragua en el pleito por nuestro mar ¿Si nosotros somos dueños de las islas qué pasa si hay nuevas formaciones? No había aún fallo con Nicaragua y cada pedazo de islas podría añadir millas de mar en contra de las aspiraciones sandinistas.

El gobierno se dio a la tarea de probar que el archipiélago no era parte de la plataforma continental de Centroamérica, sino de un sistema propio insular que era unificado. Se abría la posibilidad de tener zonas contiguas, parte del argumento para no aplicar el fallo de La Haya de la década de los 2010.  En 2013 salió una segunda expedición que al mejor estilo del Sabio Mutis o el Barón de Humboldt, con los últimos equipos y el apoyo de los raizales, se dio a la tarea de responder la pregunta ¿Hay un San Andrés oculto en el Caribe?

La respuesta fue un sí rotundo. Muchos locales afirmaban de columnas en el mar, bancos, cayos y otros y su sabiduría fue vital para esta investigación la cual aprovechó el Capitán de Navío, William Pedroza para hacer su investigación. No sólo hay cuarenta islas escondidas en el Caribe donde llegan especies migratorias sino ochenta formaciones de bajamar (islas que sobresalen en ciertos momentos).

Ni los archipiélagos de Seychelles y Maldivas tienen esta estructura y obedece a que las islas del Caribe colombiano son parte de un sistema de rocas ígneas, creado al estar cerca de la zona de subducción de la placa del Caribe, la placa suramericana y centroamericana, pero no ser parte de la plataforma continental de esta última. Esta condición de ser y no ser, hizo que el fallo de la Haya fuera adverso a Nicaragua, ya que como dijo la juez china, “La Armada de Colombia aportó información técnica muy contundente sobre la plataforma continental y ante eso la información de Nicaragua no convence a los jueces”.

El único sistema medianamente similar que encontré para esta investigación fue el de Polinesia. Se trata de un área de subducción de la placa del Pacífico con la placa australiana donde las rocas ígneas crean islas y se destruyen al colapsar sobre sí mismas. Este último rasgo no pasa en San Andrés ya que recordemos que es y no es una zona de subducción a diferencia de Polinesia o incluso islas del Caribe como Montserrat y es lo que hace única esta zona del mundo. Tener esta joya en el mar nos debe ahondar en la idea de cuidarla y estudiarla.

Por lo tanto, la invitación es a conocerla y valorarla. Estuvimos a punto de perder un mar con Nicaragua enormemente valioso, cosa de la que nos salvamos, como varias veces en la historia. Nuestra responsabilidad es aprender de los errores y buscar conservar este lugar.

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