Por Eduardo Frontado Sánchez

Cuando reflexiono sobre el significado de la palabra «mamá», una mezcla de desafío, sabiduría y amor inteligente emerge en mi mente. Mi querida mujer maravilla, Teresa Sánchez González, ha impregnado mi vida con un sello de amor incondicional y una inteligencia que nunca ha conocido la crítica, sino que siempre ha ofrecido herramientas para ser mejor cada día.

Mi privilegio ha sido tener cualidades distintas, en gran medida gracias a cómo ella me ha acompañado, enseñándome a transformar adversidades en oportunidades. Lo que más admiro de ella es su capacidad para mirar hacia el futuro desde temprana edad, preparándome para la vida de manera que los errores sean aprendizajes y los aciertos, grandes victorias.

A lo largo de 37 años juntos, he aprendido que el amor se construye desde los detalles, gestos y sonrisas que tocan el alma. Aunque no todo ha sido fácil y hemos enfrentado desafíos, hemos sido pioneros en romper moldes, comprendiendo que las personas con cualidades distintas tienen los mismos derechos y deberes que cualquier otra. Convivir con ella ha sido mi mayor lección y privilegio.

En nuestro camino juntos, sé que tengo espacio para equivocarme y ser feliz, porque siempre tendré a mi lado a alguien que me da las herramientas para mantener mi esencia y felicidad. En este día de la madre, quiero agradecerte por todas las lecciones, retos y desafíos que has representado en mi vida.

Gracias por tu amor incondicional, tu sabiduría infinita y por ser la mujer extraordinaria que eres. Hoy, y siempre, celebro tu presencia en mi vida y todo lo que significas para mí. ¡Feliz día de la madre!

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