Por Guillermo Romero Salamanca

–¿Morat?, ¿qué es eso?, preguntaba un director de una emisora.

–Es la nueva banda mundialmente conocida por sus composiciones y sus presentaciones, le contestó el promotor de Universal Music.

Son auténticos. Su música está bien hecha y sus letras son de altura. Poseedores de talento y carisma.

Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil, Martín Vargas y Simón Vargas conforman la agrupación colombiana de mayor proyección en el mundo en el momento.

Estos cuatro “chinos” comenzaron como un juego tocando su música en una finca en las afueras de Bogotá. Mientras otros “pelaos” se dedicaban a patear balones, estos amigos tocaban guitarras, cantaban y componían. Esto lo hacían cuando estaban terminando el bachillerato y cuando ingresaron a las universidades, pensaron en montar, de verdad, verdad un grupo. Se reunieron en la finca de un familiar donde siempre habían estado escribiendo y haciendo canciones por “joder”. Determinaron poner a la banda el mismo nombre que tenía el lugar: “Morat”.

Grababan algunas cosas y buscaban que algún día les dejaran cantar. Esa era su ilusión. Fueron a colegios, a centros comerciales y a decenas de bares, pero la mamá de una amiga les permitió ofrecer su espectáculo en un restaurante donde escasamente cabían ellos.

Algo importante: “los chinos” todo lo hacían en conjunto, nada individual. Nada de “yo hice”. No señor. “Hicimos”. Era chévere la camaradería. Al fin y al cabo, sus padres se conocían también y tenían de cierta forma algún parentesco.

Un día contactaron a los caleños Mauricio Rengifo de Cali y el Dandee, los productores del súper éxito “Despacito”. Mauricio les escuchó la carreta y les dijo: “miren, si son tan berracos, tienen media hora para que me compongan una canción ahora mismo”.

Se miraron y simplemente le contestaron: “de una”.

Morat es a día de hoy la banda pop más grande de España y América Latina. 

Se creían un Álvaro Velásquez o Jairo Varela que con una sola nota y una o dos palabras podían construir una canción.

Sacaron entonces sus guitarras y comenzaron a escribir y a cantar y al rato le entregaron letra y música de “Mi nuevo vicio”. Los Rengifo quedaron descrestados y claro, el tema comenzó a sonar a través de internet. Amigos de amigos fueron despachando por celulares y computadores a más conocidos el tema, hasta que un día lo escuchó Paulina Rubio, “la mexicana de oro”. La mujer dorada los llamó y les dijo: “quiero esa canción”.

Los chinos abrieron los ojos y uno de ellos abrió Wikipedia para mirar los grandes éxitos de ella. Escuchaban atentos y sus bocas permanecían abiertas al darse cuenta de que estaban ante una de las más aclamadas artistas de los últimos tiempos.

Con una música pegajosa y una letra atractiva, conquistaron a la rubia Rubio con “Mi nuevo vicio”.

Trato de pensar que nada pierdo intentando/ Darle vuelta a todo y dejar irte tal vez/ No sé qué me pasa ¿A quién estoy engañando? / Mis ganas me consumen y me empieza a doler.

No me digo mentiras/ Sé que no es cuestión de suerte/ Yo contaré las cartas/ Tú verás las mías/ La mesa está fría/ Entiende que sólo quiero una noche perdida/ Mañana te dejo otra vez.

Total, entre otras, el video que grabaron con Paulina Rubio y alcanzó en poco tiempo los 36 millones de visitas.

Los ejecutivos de Universal los firmaron rápidamente y en semanas recibieron un e-mail de España: “Vamos tíos, los queremos acá”.

Se fueron para allá y prácticamente no conocían las ciudades, se la pasaban cantando y componiendo en sus cuartos.

Cuando fueron a México y a El Salvador pensaban que eran españoles.

–Papá, le dijeron los hijos de Alejandro Fernández, ¿por qué le pides una canción a Morat?

–¿Quién es ese?, respondió el potrillo, el hijo del renombrado Vicente Fernández.

–Papá: Morat es lo que necesitas para renovarse y tener más éxitos.

Alejandro contactó a su disquera y claro, “los chinos” le compusieron “Sé que te duele”. Éxito. 140 millones de visitas en YouTube.

–Papá, le dijo uno de los Morat a su progenitor. Tocamos con Paulina y había 15 mil personas. En otro concierto, 10 mil y así sucesivamente. En México nos piden más temas. Hasta al mismísimo ídolo nuestro Juanes, le dimos una canción: “Besos en guerra”.

–¿Y cuándo vienen a Colombia?

–No sabemos papá, pero estamos felices haciendo canciones y tocando.

–Bien chino.

Ahora impulsan otras canciones como “En un solo día”, “Aprender a quererte”, “Yo más te adoro”, “Di que no te vas”, “Cómo te atreves”, “Una vez más”, “Mil tormentas” –con Cali y el Dandee–, “Ahora que no puedo hablar”, “Cuánto me duele”, “Ya no estás tú”, “Mi nuevo vicio”.

Ya los personajes de la radio colombiana los están descubriendo, mientras en medio mundo los persiguen por su excelencia musical.

Estos sí saben tocar y cantar. Y llenaros dos días el Campín de Bogotá, con más de 30 mil personas cada noche.

La historia apenas comienza.

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