por Claudio Ochoa
Hasta hace algunos años, digamos que hasta los años 80, Villa de Leyva era conocida por ser tierra del capitán Antonio Ricaurte, quien se inmoló evitando así el triunfo realista en San Mateo, Venezuela. También porque allí residió y falleció Antonio Nariño, el perseguido promotor de los derechos del hombre. Su fama fortaleció a partir de 1977, cuando un campesino descubrió un cronosaurio, y entonces comenzó la romería.
Siempre Villa de Leyva, el municipio boyacense de clima que va del cálido al templado, a 177 kilómetros de Bogotá, ha sido algo más, mucho más. Gladys Roncancio vda. de Romero lo está demostrando en su nueva investigación “Familias: Los tesoros escondidos Villaleyvanos”, un libro de amena lectura, ilustrado con antiguas y actuales fotos de sus protagonistas, más de 70 familias, cuya historia comienza en el siglo XIX.
Dama, líder comunitaria, promotora de causas sociales y pionera del turismo local, fundadora, junto a su esposo Luis Antonio Romero, del restaurante El Rincón de Bachué, quien en desarrollo de su libro ha contado con el respaldo de la politóloga y escritora María Paulina Espinosa de López, vinculada al municipio por la actividad hípica que ejercía su padre Honorato Espinosa, y por sus abolengos españoles, de padre y madre, doña Helena Morales Rivas. Tierra boyacense que evoca a la España que le vio nacer (1572), por mandato de don Andrés Díaz Venero de Leyva, primer presidente del Nuevo Reino de Granada.
A lo largo de esta obra descubrimos a familias villaleyvanas en donde, valga arriesgarme en decirlo, ha predominado el matriarcado, y con él lo que ahora llaman emprendimiento. No es otra cosa que desarrollo de actividades agropecuarias, artesanales, educativas, confecciones y tejidos, pastelerías y panaderías, gastronómicas y más modernamente hoteleras, en donde destaca la mano femenina. Esto, sin ignorar los aportes masculinos a la construcción y progreso del municipio.
Villa de Leyva, monumento nacional desde 1954, que hoy alberga a unos 19.000 habitantes, destacándose el hecho de contar cada vez más con ciudadanos del mundo, encantados con su rica arquitectura colonial, su clima, sus paisajes, su gastronomía y su gente, gente sencilla y acogedora. Su plaza principal es la más grande de Colombia, de 14.000 metros cuadrados. Su archivo notarial es el más antiguo del país, con 5 siglos de historias.
FAMILIAS PROLÍFICAS, ¡Y QUÉ MUJERES!!!
Parece un patrón, en Villa de Leyva de comienzos del siglo pasado se destacan las familias numerosas, hasta de 11 hijos, como ha sido el caso de doña Beatriz Ramos de Rico y su esposo Jesús Rico Velásquez. Ella, enfermera autodidacta, quien está próxima a cumplir 100 años de prolífica existencia. Otros prolíficos, de 9 hijos, han sido los Forero Sánchez. También prolíficos los Castellanos Cortés, cuya descendencia se destaca nacional e internacionalmente. Más y más familias numerosas, algunas de las cuales disfrutan aún de sus tataranietos.
Muchas de estas damas resaltan por sus habilidades gastronómicas, con elaboraciones típicas. La chicha, arepas, almojábanas y colaciones de Beatriz Franco, ya apreciadas en el exterior. Damas también conocidas por sus tejidos y prendas elaboradas en lana de oveja, como es el caso de doña María Daniza Sáenz, quien desde recientes años ofrece a los turistas un taller de aprendizaje en estas artes, a la vez que les enseña el juego del tejo y el proceso productivo de la lana, proporcionándoles ricos platos boyacenses.
Otras se destacan por sus aportes sociales, como es el caso de Teresa Suárez Norato, quien formuló el Programa Indígena del ICBF, adoptado como política nacional en los años noventa. Actualmente diseña alhajas y artesanías que ofrece en su Joyería Ámbar.
Más damas: Julia Cárdenas y compañeras docentes construyeron una escuela, a pulso y a punta de rifas y bazares. Alcira Inés Reyes Jiménez creó la primera fábrica de balones cosidos en cuero, en Monguí. Apreciada y muy conocida por los locales es Rosa María “Rosita” Rodríguez, la telefonista. Bertha Marina Cortés, con sus Confecciones Bertha, variedad de prendas de vestir.
EXCELENTES PARA CREAR HOTELES
Mujeres a la cabeza como fundadoras de hoteles, frecuentemente a punta de iniciativa y talento, y algo “con las uñas”. Verdaderas emprendedoras, como dicen hoy día. Elvira Pinzón Borrás de Madero erigió el primero, el Hotel Elvirita, luego de quedar viuda, en 1937. Mesón de los Virreyes, pionero en la hotelería local, con María del Carmen Tovar de Cárdenas a la cabeza. Hotel Boutique La Española, de Julia María Cárdenas, quien se inició como maestra rural.
La Hospedería Marqués de San Jorge (1970), obra de Beatriz Castellanos de Parada. La Hospedería Colonial (1975), de Rosa María Torres Ávila. Hotel El Corzo (2000) de Alicia Corzo de Farfán.
Es tal el inventario turístico de la Villa que, por ejemplo, booking.com ofrece 243 alojamientos, 16 de los cuales, de alta categoría, afiliados a Cotelco. TripAdvisor recomienda 111 restaurantes en este municipio, gastronomía que va desde la coreana hasta la mediterránea, pasando por francesa, libanesa, caribeña, mucho más y, por supuesto, boyacense.
Diversidad de culturas se están apoderando de Vila de Leyva, algo muy importante para avanzar en su papel turístico, destacadísimo. Por ello conviene que este libro sea parte de las enseñanzas en los colegios locales, para que las nuevas generaciones tengan muy claro de dónde vienen, qué aportaron sus mayores, cuántos esfuerzos han sido, gracias a lo cual son los privilegiados de hoy día, que deben conservar lo propio.
“Familias: los tesoros escondidos Villaleyvanos”, familias ejemplares para Colombia, por su base en la unidad, solidaridad y respeto a las tradiciones boyacenses, muy cristianas. Buen trabajo de Gladys Roncancio viuda de Romero, quien así ingresa por derecho propio a la destacada nómina de historiadores boyacenses.
claudio.ochoa.moreno@gmail.com
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