Por Silvana Ramos. https://catholic-link.com/
¿Cómo nacieron las Olimpiadas? Los Juegos Olímpicos están presentes en la memoria de la humanidad desde centurias.
El origen de los Juegos en la Antigua Grecia si bien tenía una razón pagana de fondo, mostraba también una cultura que propugnaba el cuidado de la mente pero también del cuerpo.
Después de haber estado durante más de mil años olvidados, volvieron a surgir rescatando el ambiente de paz en 1876, fecha de inicio de los primeros Juegos Olímpicos modernos.
¿Qué representan hoy para nosotros?
Este evento en nuestros tiempos no solo se ha convertido en una fiesta deportiva. Situaciones mundiales, movimientos y el propio ocurrir histórico han influido en estas competencias.
Los Juegos Olímpicos mantienen aún este ambiente de paz, al que añadiría, un ambiente de libertad de expresión de la propia individualidad de los atletas.
Las lecciones de los Juegos Olímpicos Tokio
Cada año estos juegos nos dejan hermosas lecciones de esfuerzo heroico, pero sobre todo de la calidad humana de aquellos atletas que van a competir, y demuestran mucho más que solo los frutos de su disciplina, talento y esfuerzo comprometido.
Este año las Olimpiadas nos van dejando una muestra de lo humano. Independientemente de su origen, los Juegos Olímpicos exponen de una manera grandiosa lo hermoso de lo humano, incluidas nuestras fragilidades.
Aquí algunas estampas que nos va dejando Tokio:
1. El amor de una familia
Sunisa Lee es la primer Hmong-Americana que gana una medalla olímpica. Su trayectoria ha sido impresionante, pero lo que más nos ha conmovido a muchos, es la reacción de su numerosa familia.
Siendo la familia desechada por muchos, disminuida en su significado para otros, ver la reacción de cariño y apoyo de una familia tan grande, le da un sentido más emotivo y completo al triunfo de esta joven gimnasta. La familia siempre será ese lugar al que podemos regresar. La semilla de la sociedad, la escuela donde aprendemos a ser seres humanos.
El triunfo de Sunisa Lee es completo porque lleva con ella el sello de un amor incondicional.
2. La medalla más importante
Creo que esta ha sido la imagen que más ha conmovido al pueblo católico. La medallista philipina Hidilyn Diaz, ganadora del oro olímpico en levantamiento de pesas, remeció al mundo al alzar junto al oro la «Medalla Milagrosa».
Más adelante en una entrevista, confesaría que con esta medalla rezó una novena antes de embarcarse a los Juegos Olímpicos Tokio. Siendo las novenas una hermosa costumbre católica, creo que lo que más ha conmovido de esta imagen es la valentía y la ternura con la que Hidilyn mostró su fe al mundo.
Hidilyn sin decirlo, la imagen de esta deportista nos pregunta ¿cuál es ella medalla por la que luchamos día a día?
3. El orden de nuestras prioridades
Más de una controversia ha surgido desde la decisión de Simone Biles, gran gimnasta norteamericana, de abandonar la competencia olímpica por razones de salud mental.
Este caso particularmente ha resonado. El cuerpo puede estar en excelentes condiciones, pero si la mente y el espíritu, añadiría yo, no lo acompañan, los resultados podrían ser desastrosos. Somos una unidad y no estancos separados.
Saber distinguir que no estamos listos, que tenemos fragilidades y necesitamos decir no, no es tarea fácil, menos en un mundo tan competitivo. Esta experiencia nos deja una enseñanza importante: conocernos a todo nivel y tener la humildad necesaria de detenernos cuando debemos hacerlo por nuestro propio bien.
4. El legado de nuestros abuelos
Si bien esta imagen de la nadadora Argentina es de los Juegos Olímpicos Juveniles del 2018, en los pasados días fue rescatada por el Arzobispo de san Sebastián Mons. Juan Ignacio Munilla cuando mencionó:
«Apuesto a que en este caso, a los medios de comunicación no les interesa la «reivindicación» de esta atleta en las olimpiadas… Pues a nosotros sí que nos interesa: ¡Viva los abuelos!».
Delfina Pignatiello, nadadora argentina en el 2018 espontáneamente dedicó su oro a su abuela, quien falleciera una semana antes de los juegos.
Munilla parece reclamar que en estas olimpiadas nadie más recordó la imagen de esta niña y el amor por su abuela. Nadie recordó el tiempo duro que pasó y su vuelta en estos juegos.
Estas Olimpiadas significan mucho para Pignatiello, quien regresa a competir luego de dos años sumamente difíciles a nievel personal. La memoria de los abuelos, es la memoria de nuestros propios orígenes.
Los Juegos Olímpicos Tokio nos impresionan por las capacidades que vemos y los logros enormes de los deportistas que en ellos participan.
Deportistas que no son simples cumplidores de rutina, sino seres humanos que llevan consigo historias, vivencias y la marca ineludible de nuestro creador.
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