El sueño desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de una adecuada salud y calidad de vida a lo largo de todas las etapas, es por esto que el marco de la conmemoración del Día Mundial del Sueño es importante recalcar la importancia de cultivar hábitos de descanso saludables, ya que estos a su vez permiten promover el bienestar físico, mental y emocional de las personas.

El sueño no sólo constituye un período de descanso pasivo; es un momento vital durante el cual el cuerpo trabaja incansablemente para apoyar una función cerebral saludable y mantener la salud física en óptimas condiciones. Desde la infancia hasta la edad adulta, influye de manera significativa en el rendimiento y en la capacidad para afrontar los desafíos cotidianos.

Algunos beneficios de este para la salud y el bienestar radican en la función del cuerpo durante este proceso, ya que, en el descanso, el cuerpo se dedica a restaurar y reparar los tejidos, a consolidar la memoria y regular las funciones metabólicas. En adición, el sueño es vital para el crecimiento y desarrollo en niños y adolescentes. Las horas sugeridas varían, sin embargo, es crucial asegurar un tiempo adecuado de descanso para cada grupo de edad:

·         Bebés de 4 meses a 1 año deben dormir de 12 a 16 horas por día.

·         Niños de 1 a 2 años deben dormir de 11 a 14 horas por día.

·         Niños de 3 a 5 años deben dormir de 10 a 13 horas por día.

·         Niños de 6 a 12 años deben dormir de 9 a 12 horas por día.

·         Adolescentes de 13 a 18 años deben dormir de 8 a 10 horas por día.

·         En los adultos la recomendación es de 7 a 9 horas por día

Sin embargo, estas recomendaciones deben ir acompañadas de una rutina y hábitos saludables, es esencial crear un entorno propicio para dormir, evitar comidas pesadas antes de acostarse, limitar la exposición a pantallas, así como alejar los aparatos electrónicos y las pantallas en la habitación, mantener una rutina constante y no consumir bebidas estimulantes en exceso como café, té, chocolate, bebidas gaseosas y, por supuesto, bebidas energizantes para así promover un sueño reparador.

Trastornos más comunes del sueño

El insomnio corresponde a aquellas dificultades para conciliar o mantener el sueño, por otra parte, están las personas que padecen de hipersomnia, es decir aquellos que presentan somnolencia excesiva. Ante la presencia de cualquiera de estos trastornos los pacientes deben implementar acciones de higiene del sueño y buscar orientación médica, ya que es importante tener una ayuda oportuna para recibir un tratamiento médico adecuado, que responda a sus necesidades, entre más rápido se trate cualquiera de estas condiciones, la posibilidad de mantenerse saludable y con mejor calidad de vida es más alta.

“La privación crónica del sueño puede afectar negativamente la atención, la memoria, el estado de ánimo y la capacidad para manejar el estrés, lo que puede contribuir a problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad” advierte la doctora Alexandra Vega, gerente médica y de farmacovigilancia de Genfar.

La falta de sueño puede acarrear graves consecuencias en la saludcardiovascular, el sistema inmunológico y el metabolismo, aumentando el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y obesidad, el estrés y la ansiedad hasta los horarios de trabajo y las distracciones tecnológicas, se suman a la variedad de factores físicos, psicológicos y sociales que pueden influir en la calidad del sueño.

Es clave identificar y abordar estos factores, para mejorar la calidad de nuestro descanso nocturno, por esto en este Día Mundial del Sueño me gustaría invitar a todo a priorizar una higiene del sueño saludable, ya que el sueño es un componente esencial para un estilo de vida equilibrado y el cuidado en su totalidad” finalizó la doctora Alexandra.

Existen múltiples factores que pueden afectar su calidad, como los físicos, psicológicos y sociales. Es importante prestar atención a estos factores y hacer cambios en el estilo de vida para mejorar la calidad del sueño y evitar problemas de salud a largo plazo. Dentro de los factores físicos, se encuentran el dolor, temperatura, luz, ruido, alimentación; los psicológicos, más frecuentes son estrés, ansiedad, depresión y las preocupaciones; y en los sociales, están los horarios de trabajo, la presión social, las actividades sociales, los medicamentos, entre otros.

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