Monseñor Rubén Salazar Gómez, cardenal y arzobispo emérito de Colombia bendijo e inauguró el mural religioso más grande de Colombia, de 12.60 por diez metros, en la parroquia Santa María del Camino, al norte de Bogotá.

Unos 800 feligreses estuvieron presentes en la ceremonia realizada el 11 de octubre, en las vísperas solemnes de la Fiesta de Nuestra Señora del Pilar.

“El mural reproduce algunas de las obras iconográficas del pintor español Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, un itinerario de formación católica, que se lleva adelante en esta parroquia desde hace más de veinticinco años. Estos íconos expresan algunos de los más importantes misterios de la fe, con base en los cánones iconográficos de las iglesias orientales, tanto católicas como ortodoxas”, explicó el sacerdote Mauricio Urbina, párroco de Santa María del Camino.

“Toda obra iconográfica es una catequesis pictórica sobre la fe, más que una simple experiencia estética. Los iconos abren al que los contempla una puerta para participar en el misterio del amor de Dios hecho carne en Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Aquel que los observa con espíritu abierto puede llegar a recibir un reflejo del actuar divino en su historia personal. Así lo ha entendido también San Pablo, que nos invita a contemplar el rostro de Cristo, donde encontramos el conocimiento de la gloria de Dios”, dijo en la homilía el padre Mauricio.

Monseñor Salazar invitó a los colombianos a visitar el templo y a hacer oración frente al muro para resolver inquietudes sobre la vida cristiana, al mismo tiempo que invitó a los asistentes a pedir por la Iglesia, el Papa Francisco y por la paz, tan golpeada en los últimos días en el mundo.

El mural realizado durante un proceso de cuatro meses que necesitó de andamios y seguridades especiales para los maestros, tiene cuatro iconos, con un fondo dorado.

En la parte central superior está la Deesis (súplica en griego). Se llama así a la representación de Cristo en el trono, con la Virgen María a su derecha, vuelta hacia él con los brazos levantados, ligeramente inclinada en actitud de súplica. A su izquierda, San Juan Bautista, vuelto hacia Él, en la misma actitud de súplica. En los extremos del grupo aparecen los santos Petro y Pablo, las dos columnas de la Iglesia, representando la Iglesia ya glorificada, que acompaña a la Iglesia terrena en su misión evangelizadora.

El icono de la Ascensión anuncia la victoria sobre la muerte, sobre el infierno y la finalidad de la salvación. La Virgen acompaña, como figura central, a los apóstoles, divididos en dos grupos iguales, forman un círculo y muestran a la Iglesia inscrita en el signo sagrado de la eternidad y del amor entre el Padre y el Hijo.

El tercer icono se inspira en la obra de la Santísima Trinidad de Andréi Rublev, donde se retrata la Teofanía de Mambré. Se trata del episodio en el que tres ángeles visitan a Abraham y Sara, que los reciben con inmensa hospitalidad. Ellos anuncian entonces la buena noticia del nacimiento del hijo de la promesa, Isaac.

El icono de la Anunciación representa el momento en que el Ángel Gabriel saluda a María llamándola “llena de gracia” y el anuncia la concepción en ella del hijo de Dios.

La ceremonia inaugural estuvo acompañada por una Sinfónica que interpretó temas compuestos por miembros de la familia del Camino Neocatecumenal.

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