Por Gabriel Ortiz

Afloró el mayor crecimiento de la corrupción en Colombia, esa que todos conocen, sufren, aprovechan, se lucran y toleran desde tiempos inmemoriales.

El presidente Petro quien de paso algunas veces denunció durante sus debates en el Congreso, para fustigar a sus contrarios, salió con cara entre airosa, atribulada o compungida a la televisión para delatar ante los colombianos la existencia de la más profunda perversión en este país.

Habló de su entereza y rectitud cuando fueron acusados dos miembros de su familia -hijo y hermano- pidiendo a la justicia actuar si se comprobaban sus delitos, entre ellos haber gestionado dineros sucios en la campaña.

Más adelante se fue contra los horrores encontrados en Ecopetrol, la “joya de la corona”, que arroja enormes pérdidas -millones de millones-. Y dedicó su discurso a la podredumbre que existe en nuestro país por cuenta de la depravación y perversión en el manejo de la cosa pública.

El jefe de Estado que pasa de la cachucha al twitter para defender sus actuaciones, no midió lo que pueden significar sus acusaciones sobre Ecopetrol, empresa que puede afectar enormemente en la Bolsa de Nueva York.

Tal vez se ha dado cuenta de la ausencia de justicia en este país, en donde esa rama del poder deambula sin horizonte y permite los más funestos desafueros.

El presidente, gran investigador cuando era parlamentario opositor, parece desconocer en esta nueva etapa de su vida los horrores que se ven a diario como resultado de su gobierno.

Lo de Ecopetrol, hace parte de su decisión de cambiar las directivas de una compañía que se venía manejando bien, que estaba dedicada a la exploración y explotación petrolera, pero a la cual ha apartado de su razón de ser, para buscar brillo entre los defensores del medio ambiente. No mira, ni con el rabo del ojo, lo que practica su admirado ELN, que destruye nuestros bosques para arrebatar el combustible que se utiliza para producir coca. Tampoco observa la corrupción que se presenta en las diferentes entidades que ha entregado y sigue depositando a bisoños -¿o grandes aliados?-. La corruptela, durante su llamado cambio, no procede exclusivamente de Olmedos y Pinillas en la UNGRD. Son muchos los frentes que presentan envilecimiento, cohecho y depravación. Son chorros de dinero los que salen de las entidades del Estado.

Y claro: está de moda el famoso principio de oportunidad, para escapar a la justicia y salir a disfrutar de sus grandes capitales, no sin antes acusar, sin prueba alguna a conocidos personajes. La justicia no opera, toma cursos dudosos y permite que en esta nación imperen los perversos.

Por otro lado, el Estado requiere día a día más impuestos para manejar a su manera la cosa pública y ganar elecciones fraudulentas. Se acude, como ahora, a modificar la regla fiscal, porque el dinero no alcanza.

Esa es nuestra triste realidad que aleja la inversión, aumenta la pobreza, el desempleo y obliga a emigrar a la inteligencia.

BLANCO: Los cafeteros alcanzan más productividad y austeridad, pero el gobierno quiere apoderarse de la Federación.

NEGRO: Es hora de que el gobierno olvide las reformas que solo incrementan la corrupción.   

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