Víctor Hugo Lucero Montenegro-Primiciadiario.com

Un niño de cinco años vendiendo dulces en el centro de Cali, para ayudar al sustento de su familia, cumplía su función con su hermano mayor. El menor lograba vender los dulces de manera rápida, mientras que su hermano mayor se demoraba un poco más en su actividad laboral informal. En una ocasión, la rabia se apoderó del hermano mayor y la emprendió contra su hermanito a través de un puñetazo, reventándole la nariz.

El hecho de agresión fue presenciado por el agente de policía Taborda, destinado a la vigilancia del Palacio Judicial de la capital del Valle del Cauca. El representante de la autoridad determinó encerrar al hermano agresor en una celda de la edificación. Minutos más tarde, el niño de cinco años llega llorando ante el agente de policía rogándole que liberará a su hermano mayor.

El agente de policía no aguantó el llanto del niño y procedió a liberarlo después de hacerle prometer al agresor que nunca más agrediera a su hermano. Los niños alegres regresaron a casa y desde ese momento siguieron en su labor de venta de manera solidaria, ayudándose entre los dos.
 
50 años después, los protagonistas de esta historia se volvieron a encontrar en Paraninfo de la Universidad Libre de Cali,  donde aquel niño de cinco años, rendía un informe de labores a pocos días de concluir su gestión como ministro de Justicia y del Derecho. Se trata del abogado y académico, Wilson Ruiz Orejuela.
 
El agente de policía, con 87 años de edad, se le aguaron los ojos y varias lágrimas rodaron por su rostro, acordándose de la historia sucedida hace medio siglo, cuando el ministro Ruiz la recordaba y le rendía un homenaje al representante de la autoridad.

Historia frente al antiguo Palacio de Justicia de Cali.

Historia

Ese niño, a los seis años de edad, ingresó a una escuela pública donde aprendió a leer y escribir. Luego ingresó al bachillerato. Sin embargo, la situación económica de la familia era difícil. Necesariamente, debió  trabajar de manera más formal. Inicialmente haciendo mandados a los magistrados del Tribunal Superior de Cali, para luego ser nombrado como citador de un juzgado.

Una vez ingresó a la nómina del poder judicial, inició su lucha por capacitarse y emprendió con esfuerzo la realización de la carrera de derecho en la jornada nocturna en la Universidad Libre de Cali.

Cursó un posgrado en derecho administrativo en la Universidad San Buenaventura, otra especialización en derecho administrativo de la Universidad de Salamanca, España. Programa doctoral en derecho público en la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona, España y en el 2015 obtuvo el título de Doctor en Derecho de la Universidad Alfonso X El Sabio, Madrid España. 

Ruiz se ha desempeñado en diferentes cargos como Conjuez del Tribunal Administrativo de Cundinamarca; Conjuez del Consejo Superior de la Judicatura, Sala Jurisdiccional Disciplinaria; Árbitro de las Cámaras de Comercio de Cali y Bogotá; Procurador delegado, ante el Consejo de Estado y, magistrado, de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria y presidente del Consejo Superior de la Judicatura.

Wilson Ruiz Orejuela, llegó a dirigir la justicia en Colombia, empezando en el más humilde cargo del poder judicial, citador (mensajero).  Un caso de superación, donde la constancia permite alcanzar el éxito. 

El estudio, la disciplina, el deporte y la consagración a las diversas actividades desarrolladas son el resultado que hoy por hoy representa Wilson Ruiz, por esfuerzo propio, como dicen sus amigos y alumnos.

Wilson Ruiz Orejuela, ha sido declarado el mejor ministro. Logró implementar la justicia digital para garantizar el derecho a la igualdad, por lo que la población en condición de vulnerabilidad o en sitios del país donde no se disponga de conectividad deberá tener garantía de prestación del servicio con estándares tecnológicos internacionales, ahorrar en tiempo y costo en los servicios y trámites judiciales, lograr pasar de 140.000 a 1.120.000 procesos con notificaciones digitales, entre otros.

«Mi profesor», dicen centenares de alumnos, se lo encuentran a lo largo y ancho del país y del exterior, por cuanto es uno de los maestros de derecho en el Doctorado de la Universidad   Alfonso X El Sabio, Madrid, España.

«La disciplina es el puente entre las metas y el logro», sostiene Jim Rohn, frase que se aplica para quien después de ser un vendedor ambulante en el Palacio de Justicia de Cali, ha logrado escalar a los más altos cargos de la justicia, como son las Altas Cortes y el Ministerio de Justicia y del Derecho.La vida de ese niño de cinco años que soñaba ser un juez, después de cumplir su sueño, busca que sus conocimientos puedan estar al servicio de los niños, jóvenes, adultos y mayores del Valle del Cauca y Colombia. 

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