Por Guillermo Romero Salamanca

El consejo de redacción en Colprensa era dinámico. Empezaba a las 8 de la mañana y a las 8 y 15 ya teníamos las tareas para el día. Cada redactor exponía sus temas y Orlando Cadavid Correa, decía: “Listo” o agregaba: “busque la contraparte”, “averigüe más datos con fulano de tal”, “llame a Sutano y complemente”, “pregunte en tal parte”. Era una enciclopedia de 50 tomos. Sabía de todo y no se le pasaba una coma.

Revisaba cada nota con lupa y le llegaban informaciones de los cuatro puntos cardinales. Orlando Cadavid Correa ha sido el periodismo mejor informado de Colombia. Un día, en una de esas reuniones me dijo: “Guillermo, búsquese la forma de entrevistar a Paloma San Basilio”.

–“Listo”, le contesté y comencé a cumplir la orden.

Paloma san Basilio, una de las grandes artistas españolas y del mundo de la canción. Foto Paloma San Basilio, facebook.

En 1983, la cantante española pertenecía a Hispavox, un sello que en Colombia lo representaba Codiscos. Llamé y Fernando López Henao, en ese momento, gerente de promoción me informó que el empresario era Armín Torres. Lo busqué y me comentó: “Flaco, venga al hotel Tequendama y a las 11 de la mañana, la entrevista”.

En el lobby del hotel estaba Paloma San Basilio. Dominaba todo el escenario, era una mujer sencillamente espectacular. Radiaba con su energía, imprimía un positivismo y su magia para sonreír atraía a cualquier persona. La entrevista resultó ser una charla con una persona que deseaba conquistar el mundo, soñaba con dar a conocer sus canciones, su vocalización era perfecta y susurraba cuando hablaba.

Mario Ramírez hizo las fotos y nos fuimos caminando a Colprensa. Se redactó la nota y al otro día en varios periódicos publicaron la nota. Armín me llamó y me dijo: “Flaco, ¿quiere ir mañana a Cali a la presentación en el Jorge Isaac de Paloma?”. Claro, le contesté. Y al día siguiente estaba en primera fila. Luego fuimos a Medellín, Manizales y Cartagena.

Nos acompañó el empresario Fernando Plaza Cayón, con quien iniciamos una amistad que nos duró hasta cuando Dios se lo llevó a su reino. Paloma tenía una rutina: cantaba, dormía bastante, comía cosas muy livianas, leía periódicos, revistas y siempre tenía un libro a la mano, hacía ejercicio, tomaba agua y salía al escenario.

Fernando Álbarez era su mánager y José Ramón Aguirre era su director artístico. El maestro Mario Cuesta, desde el piano, gobernaba al grupo de músicos.

Había tiempo para todo. En las comidas se comentaba sobre las noticias de España y desde luego, de Colombia. Entre las carcajadas de Armín Torres, las anécdotas de Fernando Plaza y las preguntas de Paloma se hacían unas tertulias interminables.

–¿Qué canciones de Colombia crees tú, Guillermo, que debo cantar?

–Están “La pollera colorá” de Wilson Choperena, “La casa en el aire” del maestro Rafael Escalona y “La ruana” de Luis Carlos González, por ejemplo.

–Quiero tenerlas en el repertorio para las próximas presentaciones, le dijo al maestro Cuesta.

Paloma San Basilio, la de las grandes canciones como “Beso a beso…dulcemente”, “Dama”, “No llores por mí Argentina”, “Cariño mío”, “La fiesta terminó”, “Por culpa de una noche enamorada”, “Por qué me abandonaste”, “Perfidia”, “Juntos”, “La hiedra”, “Bailando”, “Secretos” y 30 éxitos más cumplió con su promesa de cantar canciones de compositores colombianos en sus giras. En una de ellas le hizo un homenaje al maestro Rafael Escalona y lo invitó a subir al escenario.

Con Fernando Plaza Cayón, Guillermo «El capi», Paloma San Basilio y Guillermo Romero Salamanca, en Madrid, mientras se grababa el disco de Manuel Fernando. Foto archivo particular.

Perfeccionista de tiempo completo. Estaba pendiente de cada detalle: de sus vestidos, de las partituras de las canciones, del vestuario de los músicos, de la afinación, de la concentración del público. Se cambiaba en segundos de vestidos diseñados especialmente para ella. Sudaba mucho y tenía una colección de toallas blancas en el camerino.

Recibió todos los premios, condecoraciones, placas, discos de oro y platino que llenaron su casa en Madrid. Todo lo que soñó, se le hizo realidad. En los aeropuertos le pedían autógrafos, mientras le sellaban los pasaportes. Su público le aplaudía con estruendo. Se llevó los máximos honores.

Difícil conseguir a otra ARTISTAZA como ella: sencilla, trabajadora, exigente, grande, pero siempre amiga.

Este 22 de noviembre está de cumpleaños. Paloma: un abrazo a la distancia y un buen brindis por los viejos tiempos.