Por Iván Darío Hernández Umaña, Académico de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas y Profesor  de la Universidad Nacional de Colombia

Gracias a una querida colega, quien nos compartió un interesante análisis en su perfil de Facebook, decidí escribir un artículo sobre estos temas de tecnocracia y economistas. La editorial recomendada se tituló «Alergia a los números» por una supuesta animadversión hacia la tecnocracia, amén del debate reciente por el cambio de funcionarios del gobierno. Inmediatamente hice la relación con lo que sería «otra cara de la moneda«, en la cual se presenta a la tecnocracia como no neutral, por ser guarida de una visión convencional pero soterrada, incluso para sus propios guardianes.

Estoy de acuerdo con el Profesor Adam Grant cuando señala que demasiada gente, incluidas las personas de nuestro gremio de economistas, «se pasan la vida siendo obedientes descendientes en lugar de buenos antepasados. La responsabilidad de cada generación no es complacer a sus predecesores.» En pocas palabras, la responsabilidad debería ser con la descendencia para hacer orgullosos a nuestros hijos, a nuestros sucesores, y no principalmente a maestros o a padres.

El tema de la tecnocracia y los economistas, por tanto, no pienso que esté relacionado con la defensa ni con la animadversión hacia ella sino con la visión convencionalista heredada y reproducida en los programas de formación de economistas. Me explico por medio de la siguiente comparación: hay un orden en las teclas del teclado que más usamos en el mundo denominado QWERTY, así también existen convencionalismos en las profesiones. Estamos atrapados dentro del convencionalismo de los teclados para escribir nuestros mensajes en nuestros dispositivos. A pesar de que hoy en día podemos reorganizar y personalizar las letras de nuestros teclados, no lo hacemos por el esfuerzo y tiempo que implicaría desaprender y reaprender la nueva ubicación de cada letra.  Por ejemplo, aún dejamos a nuestra habilidad con el dedo meñique y el dedo anular letras que son frecuentemente usadas como la letra a o la letra o. En cambio, dejamos la j, la k y la h a dedos  mucho más ágiles y efectivos para mecanografiar, como el índice y el dedo del medio.  Es decir, las vocales deberían estar ubicadas en el centro del teclado, no a los lados, pero el tiempo que nos implicaría desaprender y reaprender nos mantiene encerrados en un sistema menos efectivo para teclear (ver este video para mayor detalle sobre este tema).

Ahora bien, si así ocurre con un teclado, ¿se pueden ustedes imagínar qué pasa con los convencionalismos en que nos encontramos atrapados dentro de la formación profesional?  Por supuesto que existen ejemplos de economistas que desafían esta visión convencional en la disciplina económica[1]. Sin embargo, ruega la pregunta: ¿con qué escuela o escuelas de pensamiento nos identificamos o somos leales como economistas? Si nos proponemos no arraigarnos demasiado para desaprender y reaprender. Para no jurar lealtad ciega a ninguna escuela de pensamiento o a nuestros antepasados, propongo estar más preocupados por el futuro y menos por el convencionalismo heredado. Precisamente, el profesor de la U. de Cambridge Ha Joon Chang, nos ha invitado, hace tiempo, en su libro famoso titulado «Economía para el 99% de la población», a llevar a cabo una fertilización cruzada entre escuelas de pensamiento, lo cual nos puede ayudar a abordar los grandes desafíos y retos sociales y medioambientales del siglo XXI.

Para ello deberíamos saber cuáles son nuestros puntos ciegos debido a nuestra identidad y complacencia con ciertas escuelas. Por eso presento la siguiente propuesta de grandes problemas o temas que han preocupado a ciertas escuelas las últimas décadas.

Fuente: https://www.exploring-economics.org/en/orientation/

Esta es una propuesta no más, tomada del blog “Exploring Economics” y simplemente es un ejemplo para ilustrar cuatro grandes temas que podrían convocar a cinco o seis escuelas por cada tema máximo (i.e. escasez, incertidumbre, poder y cambio).  No todos los temas les conciernen prioritariamente a las escuelas de pensamiento. Hay unos temas que para unas escuelas son un punto ciego (o no son prioritarios). Al interactuar y conocer a las otras escuelas, podrían entonces nutrirse para abordar dichos temas y hacer conciencia de los puntos ciegos.

Claro está que hay colegas que podrán decir que no existen tales puntos ciegos, así como que no existen tales escuelas de pensamiento, y, por tanto, ellas o ellos no están arraigados ni influidos por esas escuelas de pensamiento. A eso le respondo lo que Keynes enfatizó: que seguramente «son esclavos de algún economista muerto». Algunos de los que se identifican con la tecnocracia podrían pensar de esta forma. A ellos les pasa, como una vez un abogado me comentó, «somos muchos abogados titulados pero pocos los que nos actualizamos». Igual ocurre con mi gremio. No se puede aprender lo que creemos que ya aprendimos; sin embargo, la educación continua en el gremio de economistas es imprescindible. Llamaría a los centros educativos y académicos a diseñar diplomados o cursos cortos de educación continua para economistas para así ayudarnos a identificar y hacer conciencia de nuestros puntos ciegos. En mi caso, en las escuelas que me encuentro en proceso de educación continua es en la escuela de economía experimental y también en la poskeynesiana y neomarxista. Querida y querido colegas,  ¿cuáles escogerías? ¿Cuáles te gustaría conocer más para identificar tus puntos ciegos?


[1]          Por ejemplo, en el campo de la economía conductual, se han desarrollado teorías y enfoques que cuestionan la supdemasiado para  la racionalidad perfecta de los agentes económicos. La economía conductual se centra en las diferencias en el comportamiento humano y busca entender cómo factores psicológicos, sociales y emocionales influyen en las decisiones económicas.

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