Por Guillermo Romero Salamanca
Su vida bien vale una película. La pandemia lo tiene un tanto alejado de su trabajo que sólo tiene un objetivo: servir a los demás.
A Beat Anton Ruttimann lo conocen como Toni, “el suizo” porque efectivamente nació en Suiza, en Pontresina el 21 de agosto de 1967 y desarrolla una curiosa pero altruista labor: construir puentes, pero peatonales, en sitios donde, muchas veces, la presencia del Estado es nula y no tiene mayor difusión en medios de comunicación.
En muchas regiones del mundo las personas sufren porque deben caminar kilómetros para llegar al otro lado de un río o, porque cuando aumentan el caudal, se hacen imposibles atravesarlos.
Es una idea sencilla y genial: facilitar los pasos.
Entre 1987 hasta el 2017 construyó 760 puentes en 14 países y ha beneficiado a más de dos millones y medio de personas.
Cuenta su amigo Guido Flores Arenivar, que “la misma noche en que se graduó, y al darse cuenta por la televisión del terremoto en Ecuador de 1987 hizo sus maletas y con solo 9000 francos Suizos viajó al país andino en donde construyó 301 puentes peatonales colgantes con el apoyo de empresas metalúrgicas y cables de acero que antes habían usado las petroleras”.
En 1998 conoció la noticia de los estragos del huracán Mitch en Honduras, se trasladó hasta allá y levantó 33 estructuras.
“Ante las secuelas del mismo huracán tuve la oportunidad de montar un equipo en el cantón San Pedro De ciudad Victoria, en El Salvador que implicó instalar una radiodifusora –Radio San Pedro 90.5 FM), establecer una comisión binacional y, acompañado por el entonces Diputado del parlamento Centro Americano Sigfrido Reyes, viajamos a Honduras. La generación mediática provocó que un día después del retorno, recibí una llamada telefónica de alguien que se me identificó como un puentero, se trataba del mismísimo, Toni, quien me preguntó que si yo quería un puente que uniera los pueblos de Victoria, en El Salvador y Mapulaca en Honduras sobre el río Lempa. Le pregunté cuál era la condición y me respondió que trabajar con la comunidad y que no involucrara al gobierno en la construcción. Así en 1998 quedó el puente en la zona”, recuerda Guido.
Entre el 14 y el 18 de julio de 1969 ocurrió la llamada “Guerra de Fútbol”, conocida por el enfrentamiento de más de 100 horas entre El Salvador y Honduras por un partido. Los resquemores quedaron, pero la unión con el puente de Toni, el suizo, entre Victoria y Mapulaca, originó una hermandad entre los pueblos.
En el 2000 Toni se trasladó a México y construyó 30 puentes, luego a Camboya, Vietnam, Laos, Myanmar e Indonesia.
Acumulado de puentes de alta tecnología y precisión con cero burocracias: 77 en Camboya, 71 en Indonesia, 43 en Laos, 107 en Myanmar y 58 en Vietnam para hacer un acumulado 356 puentes en Asia.
En América Latina; 301 en Ecuador, Argentina 2, en Colombia 19, en Costa Rica 14, en El Salvador uno, 33 en Honduras, 30 en México y cuatro en Nicaragua. Un sub total de 404 en América Latina para hacer un total de 760 puentes, obras posibles a la ausencia del erario.
Estando en Camboya, Toni el Suizo adquirió la enfermedad de Guillain Barré, pero aún con sus músculos paralizados, continuó construyendo puentes, sin salario y sin pretender laureles.
Cuando levantó el puente 777 contrajo matrimonio en Myanmar, minutos después de bajarse de un puente acabado de construir.
Gracias a su trabajo, seriedad y responsabilidad, decenas de empresas petroleras y europeas le apoyan con material de reciclaje. De esta manera cables de teleféricos, torres y otros implementos los lleva a sitios apartados donde se convierten en obras de la ingeniería.
TRES PUENTES
Toni el Suizo no tiene un puente favorito, pero en una entrevista concedida a la revista suiza Schweitzer recordó tres de ellos: uno es el puente más largo que ha hecho, con una luz de 264 metros sobre el río Aguarico en Ecuador.
Luego el puente internacional entre Honduras y El Salvador que conecta las comunidades de Mapulaca y Victoria, construido por pobladores que, años antes, habían estado en guerra.
Finalmente, un puente montado dos veces en Myanmar porque la primera vez fue destruido por insurgentes del Kachin Independence Army durante una acción de guerrilla en 2011. Un monje, asistido por los hombres más valientes del pueblo, logró salvar el puente desde debajo de las aguas.
SUS FRASES
Aunque es poco amigo de las entrevistas, le han recopilado algunas de sus enunciados:
“Algunos hombres necesitan todo un terremoto para despertarlos. Yo soy uno de ellos.”.
“Yo dedico mi vida a construir puentes con hombres y con mujeres del planeta. Pero mi sueño no es construir puentes por construir puentes sino contribuir para curar las heridas, aliviar sufrimientos, reunir las voluntades y las energías provenientes de diversos horizontes para hacer algo bello, algo bueno”.
“La fuerza de estos puentes reside a la vez en aquellos que los han construido con sus propias manos y en el interior de esa red invisible de personas que, en todo el mundo, les ayudan concretamente para hacer que este esfuerzo sea posible. Esta fuerza es humana. Es la fuerza de la esperanza que nace cuando uno ha decidido hacerse cargo del futuro para cambiar la vida y formar al mundo alrededor suyo”.
Toni, el suizo, sigue trabajando. No se conoce su paradero actual, pero lo seguro es que está levantando algún puente, en algún lugar del mundo: en una montaña o en una selva que une a varios pueblos o que lleve un mensaje de prosperidad y de paz.
Algunos lo llaman como Toni, el suizo, pero además lo conocen como “un ángel”.
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