Paralelo a los históricos momentos que vivía Colombia y sus telecomunicaciones finalizando los años sesenta, el mundo tenía su atención puesta en La Guerra Fría, que desde 1947 enfrentaba a las dos grandes potencias mundiales del momento, Estados Unidos y La Unión Soviética, quienes junto a sus respectivos aliados protagonizaron una larga y abierta rivalidad en lo político, económico y propagandístico, no así en lo militar.

Uno de los enfrentamientos más sobresalientes de La Guerra Fría fue -sin duda- la conquista del Espacio. Para los años sesenta, las dos potencias habían invertido muchos recursos económicos, tecnológicos y humanos para lograr este triunfo, con resultados negativos para las dos naciones.

En 1961, el presidente John F. Kennedy anunció su firme intención de enviar -en esa misma década- astronautas a la luna. Ocho años después de aquel anuncio, el 16 de julio de 1969, el APOLO XI, tripulado por Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, propulsado por el cohete Saturno V, despegada a las 9:32 am ET desde el Centro Espacia Kennedy en La Florida, EE.UU.

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Foto Nasa.

Mientras que el legendario periodista Walter Cronkite, de la cadena norteamericana CBS -el mismo que tuvo la responsabilidad de dar la noticia en vivo de la muerte de John F. Kennedy, y años más tarde el asesinato de Martin Luther King jr- transmitía emocionado cada segundo de este histórico hecho para una audiencia estimada en 125 millones de norteamericanos, en Colombia también se hacía historia.

El designado para transmitir en vivo este importante acontecimiento histórico para Colombia fue Carlos Pinzón Moncaleano, quien junto a sus hermanos Julio Eduardo y Leopoldo narraron paso a paso la llegada del hombre a la luna, la conquista del espacio.

La idea fue de Fernando Gómez Agudelo, quien usó toda su influencia como hombre visionario de televisión para que cada colombiano pudiera ver esta transmisión. R.T.I (Radio Televisión Interamericana) y otras nacientes programadoras, invirtieron casi 4 millones de pesos colombianos en esta histórica transmisión. A fala de equipos técnicos profesionales, se alquilaron algunos a empresas norteamericanas. Alcaldes, autoridades locales y nacionales motivaron a los ciudadanos a comprar televisores, a salir a las calles y ver la transmisión en las vitrinas de los almacenes que vendían televisores, en las oficinas públicas y privadas, en cualquier lugar donde se tuviera acceso a la señal.

Técnicamente hablando, fue todo un reto esa transmisión. Fernando Gómez y los hermanos Pinzón viajaron al cerro Jurisdicciones, en las montañas del departamento de Santander, al noreste de Colombia, para recibir una señal enviada desde Venezuela, la cual -a su vez- venía desde un barco militar norteamericano anclado en el Caribe. La señal no era la más nítida, pero valía la pena el esfuerzo para Colombia también fuera testigo de este primer paso del hombre en la luna. Los registros históricos dicen que más de 520 millones de personas en el mundo entero, vieron este suceso irrepetible.

Carlos Pinzón recuerda con humildad y mucha emoción los detalles de esa transmisión. “Me sentí muy honrado de haber tenido el privilegio de narrar la llegada del hombre a la luna, para los televidentes colombianos. Fueron muchas horas de esfuerzo y trabajo, que se vieron recompensadas con la oportunidad que tuvieron los colombianos de presenciar este hecho histórico para la humanidad”. A las 10:56 am ET del 20 de julio de 1969, Neil Armstrong pisaba la luna.

Las históricas frases célebres que articularon los astronautas desde la luna, Colombia las escuchó por primera vez en la voz de Carlos Pinzón: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”: Neil Armstrong; “Magnífica desolación”: Edwin Aldrin. Y la inscripción de la placa metálica que dejaron en la luna, que dice: “Aquí los hombres del planeta tierra han puesto el pie sobre la Luna, por primera vez, Julio de 1969 D.C. Hemos venido en paz, en hombre de toda la humanidad”.

Colombia durante casi diez horas no separó sus ojos de los televisores, todo el país fue testigo de esa hazaña espacial. El 99% de la transmisión fue un éxito total, ya que el momento en el cual la nave Apolo XI (La Araña) empezó su descenso a la luna, la señal internacional se interrumpió momentáneamente.

“Al regresar a Bogotá, la gente nos recibió con tanta alegría, agradecimiento y emoción, que parecía que los que hubieran ido a la luna hubiéramos sido nosotros”, comparte Carlos Pinzón con una gran sonrisa en su cara.

Tomado del libro. David González Martínez.

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